Este es un tema espinoso que hay que tratar con pinzas, no sea que alguien, allá afuera, se vaya a ofender. Siempre he sido la primera en apoyar y celebrar a la comunidad LGBT, me inclino por la paridad de géneros y demás, cuando hablo y escribo trato de utilizar lenguaje incluyente sin llegar a lo ridículo, vamos, hago todo lo que me toca como mujer cis. Pero todo tiene un límite. El pasado 16 de mayo, en Chile, diputad@s decidieron apoyar un nuevo proyecto en el cual se remplaza la palabra “mujer” por “persona menstruante”. WTF. Me imagino perfectamente al padre explicándole a su hijo de tres años que su recién nacida hermanita es una persona menstruante al igual que su madre y, de allí todo el rollo biológico y sexual que conlleva el apareamiento. En el hospital. Es como de risa por no decir para ponerse a llorar. Las mismas diputadas no acaban de ponerse de acuerdo. La republicana Chiara Barchiesi, por ejemplo, alega que es un proyecto ideológico y cita a George Orwell quien afirma que controlando el lenguaje se controla el pensamiento. Y si, el lenguaje pesa. La corrección política in extremis rara vez llega a algo bueno y esto no pinta bien por muchísimas razones, empezando porque una gran parte del cambio logrado por las feministas ha dado varios pasos atrás. Divide y vencerás.
De pequeña me ensenaron que existían dos géneros, masculino y femenino -la ecuación binaria- y que la única diferencia en ellos era cuestión de anatomía. De esto hace muchos años y por fortuna los tiempos han cambiado, tal vez a madrazos, y la sociedad ha ido aprendiendo que si bien la heterosexualidad es lo más común, de ninguna manera es la única opción. Yendo más lejos, ahora existe digamos un tercer género que va más allá de lo tradicional: el trans. Catherine Jenner lo puso en el mapa cuando se dio a conocer e 2015 y, desde entonces más y más personas están abrazando su verdadero “yo”. Todo muy bien. Pero, persona menstruante… ¿No pudieron pensar en algo mejor? Los seres femeninos de la mayoría de las especies tenemos esta característica única, efectivamente, pero somos mucho más que eso como bien se sabe por lo que no me voy a clavar. No obstante, como persona heterosexual quien me corresponde es un hombre, o qué, ¿habrá que referirnos a ellos como persona eyaculante? Francamente me siento enojada, frustrada, indignada, esto es un insulto a la paridad de géneros. Cis, gay, trans, tod@s con necesidades y preferencias distintas, pero a final de cuentas hombres y mujeres. Punto.
Yo soy de la opinión de que hay lugar para tod@s, siempre y cuando haya respeto y, sobre todo, sin ganar visibilidad a costa del otro. El lenguaje en general es sexista, sí. La misma Real Academia de la lengua española rechaza el uso del llamado “lenguaje inclusivo” y afirma que el uso de la ‘e’, por ejemplo, es innecesario. Pero como escribe una lectora de El País, Carmen Gil Martínez en 2018 …” Los desdoblamientos -aplicados a sustantivos, determinantes, adjetivos y pronombres- estropean cualquier discurso, resultan artificiosos e insoportablemente pesados, van contra la economía del lenguaje… La confusión generada deja desamparados a los hablantes que aman su idioma y no saben ya cómo utilizarlo”. Etcétera. ¿Como lograr la integración social cuando ya ni siquiera podemos comunicarnos? ¿Como funciona eso de buscar igualdad a través de la diferencia? Estoy confundida.