En mi casa no se celebra el día de las madres. Se toma nota de la fecha, se agradecen los mensajes de parte de la parentela y el día pasa como cualquier otro. Lo mismo con el del padre, del abuelo, la familia...Somos scrooge. Mi hijo, por ejemplo, quien creció en varios países, me manda felicitaciones alusivas tres o cuatro veces al año, eso es todo y así está bien. Las flores se reservan para el cumpleaños porque, además, el 10 de mayo cuestan lo doble y ni hablar de salir a comer o cenar porque simplemente no hay mesa. Yo prefiero que se me consienta más de una vez al año y sentirme querida los 365 días del mismo. Me encanta ser madre. Es la mejor decisión que he tomado en la vida y también la más difícil, por lo que ya entrada en gastos y con la criatura en edad de merecer, votar y beber, hago balance.

La maternidad no es para todas y más mujeres optan por no tener hijos, lo cual es muy respetable. Según cifras de , en España, en las mujeres de entre 36 y 46 años, sólo el 27% se plantea tener hijos. Llega la cigüeña y la vida da un vuelco irreversible, no cesan las preocupaciones, salen carísimos y quejumbrosos, además, ya somos suficientes billones en el mundo. A mí la idea de pronto me pasaba por la mente, pero reconozco que fueron el tic toc de mi reloj biológico y mi entonces marido quienes me convencieron de que el momento había llegado. Me lancé al ruedo y aquí sigo y seguiré incondicionalmente hasta que la muerte nos separe. Pero en aquel entonces... Y no sólo era el temor al embarazo y parto sino todo lo demás. Como mi madre sabiamente me dijo: “Es más fácil cuidarlos adentro que afuera” y es justo a lo que voy. Une hije implica una enorme responsabilidad. Nos convierte en el vehículo encargado de educar y preparar, desde cero, a una persona. Lo ideal es que llegado su momento el nido se quede vacío y aquel bebe vuele muy alto y vuele bien. Todo es por etapas, unas sencillas otras no tanto, y así hasta que la criatura cumpla los 18 y pueda legalmente hacer lo que se le pegue su gana. La adolescencia es la más difícil por razones bien sabidas, no se debe quitarles el ojo de encima porque su vulnerabilidad y hormonas están a flor de piel. Lo que me lleva al tema de Sasha Sokol y Luis de Llano Macedo, del que escribí en este mismo espacio cuando estalló el presunto escándalo.

Sobre el caso no tengo mucho más que decir. Luis de Llano Macedo fue condenado por daño moral por lo que Sasha Sokol será indemnizada. Creo que el veredicto fue justo, aunque sigo sin entender los motivos que la llevaron a armar este lio, pero bien por ella. ¿Lo que yo quisiera saber es dónde estaba su mama cuando empezó el desmadre? ¿Dónde quedaron sus responsabilidades morales y legales? ¿Su apoyo? ¿Su orientación? ¿Cuál es su pretexto? No estoy yo para dar lecciones de educación, madre sólo hay una y cada quien hace lo que puede como puede. Todo caso es especial. No obstante, tengo bastante buena idea de dónde estaba mi hijo a los catorce años y de lo que estaba haciendo, aunque seguramente hay otro tanto que ignoro y que prefiero no saber, pero también tengo imaginación. Lo que es seguro es esto: Si mi hijo hubiese tenido una relación con alguien 25 años mayor que él, me hubiera enterado. Seguro. Seis meses, cuatro años, lo que haya durado. Al mismo tiempo y, sin embargo, ¿qué tanto podría haber hecho?

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