Existe. El Sinaloa de la piel de piedra, el que ha hecho su nombre con trabajo, el que todos los días se sobrepone a la rabiosa historia negra que lo persigue, el que cada mañana sabe que tiene un duro día por delante, el de las hortalizas, los camarones azules y el pez vela, el de los aguacates haas creados en la huerta de un amante de la ópera, de los mangos Kent, de las lichis, de la banda de El recodo y de Los Tigres del Norte, la tierra de Pedro Infante, Lola Beltrán, Ferrusquilla, Ana Gabriel, los Sinaloenses de cuidado y del internacional director de ópera Enrique Patrón de Rueda. De Chilo Morán, primer trompetista de Paul Muriat, y de Fito de la Parra, baterista de Canned Heat y, por supuesto, el lugar donde se fundó y trabaja desde hace más de 20 años, la Sociedad Artística Sinaloense.

Se trata de una organización civil sin fines de lucro que impulsa las artes escénicas, la formación de públicos y varios aspectos de la educación artística de la población. Funciona con aportaciones de un grupo de empresarios humanistas interesados en el perfil cultural de los sinaloenses, cierto porcentaje del gobierno del estado y la venta de carnets. Me interesa que sepan de este grupo de promotoras y promotores de la cultura, dirigidos por Leonor Quijada, porque al llegar la pandemia no dudaron un minuto para elaborar un programa en dos líneas para que sus abonados y, en general, personas interesadas de México y el mundo pudieran beneficiarse de la iniciativa. La primera acción contempla, de manera En línea, cursos de formación y apreciación de las artes para niños y adultos, en donde ya realizaron el taller de lectura de novelas “Ellas cuentan”, coordinado por Mónica Lavín; el curso de apreciación de la ópera, a cargo de Luis Miguel Lombana, versó sobre la victimización de la mujer en este arte; Miguel Salmón del Real trabajó el curso “La música clásica nunca muere”; “Viaje al centro del teatro, historia y práctica”, a cargo de Veckío Mendoza; el taller de canto e interpretación lo dirigió Andrés Sarré; el de lectura y escritura de cuentos infantiles lo realizó Georgina Martínez, y el de imaginar y contar cuentos a niños, Mario Iván Martínez; hubo uno de dibujo donde Esteban Quijada puso a dibujar a un extenso grupo de niños; Patricia Linage impartió el de pintura; mientras que a Élmer Mendoza le delegaron el de “Escritura de novela”. Me comentan que pronto iniciará el taller “La historia a través de la imaginación”, donde Eduardo Antonio Parra analizará novelas históricas mexicanas.

La otra línea de acción de la Sociedad Artística Sinaloense son conciertos y puestas en escena streaming en vivo. Hasta ahora han realizado un concierto de primavera donde un dueto de músicos y otro de cantantes interpretaron arias de ópera y música clásica; otro de verano en que actuaron un pianista y dos bailarines en el que se escucharon algunas piezas de Manuel M. Ponce y Chopin. Se estrenó en streaming en vivo y permaneció durante dos fines de semana la obra Van Gogh, un girasol contra el mundo, escrita, actuada y dirigida por Mario Iván Martínez: realmente espectacular. Este señor ciertamente es un genio de la escena al que la gente admira, reconoce y quiere. En fin, da gusto ver un grupo de personas decididamente innovadoras que están dando la cara por el espectáculo en nuestro país, sin exponer a los artistas y al público, ya que todo lo hacen en línea. Como ven, hay un Sinaloa que es más grande que sus problemas, y sin malandros.

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