No tienen que valorar su vida presente. Si son felices pueden correr riesgos innecesarios y luego culpar a alguien, ya ven que eso nos gusta y nos aligera la vida. Es más, la vida moderna es culpar a alguien; podrían pensar en el nuevo gobierno o en el neoliberalismo. Sin embargo, les propongo algo que los va a aliviar: leer el libro de relatos de Carlos Velázquez, Despachador de pollo frito, publicado por la editorial Sexto Piso, la Universidad Autónoma de Nuevo León y Cultura Fonca, en la Ciudad de México, en 2019. Aquí encontrarán la horma de sus zapatos y podrán realizar las peores locuras del mundo, será cosa de ustedes. “El regreso a las raíces pone nervioso a cualquiera”, dice el autor, y usted no tiene por qué mirar al cielo, tan lleno de basura.
Son cinco relatos nada más, contados magistralmente por este escritor nacido en Torreón Coahuila en 1978, dedicados a Celeste, la reina de la autopista. El primero es sobre uno de los misterios más tentadores de los últimos tiempos: ¿Por qué Paul Mc Cartney aparece descalzo en la famosa portada de Abbey Road?, ¿de quién era el Volkswagen estacionado atrás?, ¿estaba muerto?, ¿por qué lleva otro paso? Carlos Velázquez cuenta toda la verdad y nada más que la verdad. Nos pone al tanto del estado del músico y cómo hace posibles sus largas y numerosas giras sin despeinarse. Estos misterios, médula de la cultura pop, se develan, y como debe ser, dejan una parte oscura para que usted continúe la historia. Si usted es pariente del Dr Pooh se sentirá feliz; si ha trabajado para Scotland Yard, participó en la investigación del atentado a la cantante Ariana Grande y tuvo que tomar el Last train to London, mejor no lea este cuento y pase al siguiente: Desnucadero, que es especial para donjuanes y sus derivados, para mujeres ávidas de sexo y sus adláteres. ¿Qué pasa cuando dos personas pertenecientes a los grupos anteriores se miran a los ojos y se preguntan: en tu depa o en el mío y descubren quién es quién?, ¿arde Troya?, ¿arde París? Los avatares de la vida ardiente son inescrutables y justo este cuento los desarrolla. ¿Odia usted los McDonalds? Pues aquí aprenderá que tienen una utilidad invaluable y que los Meléndrez son una secta de la que más vale cuidarse. El narrador nos deja claro que los problemas amorosos son unos cuántos y que los peces, grandes y chicos, se comen entre sí y no tiene caso alarmarse.
Carlos Velázquez es un escritor que disfruta los riesgos. No teme utilizar cualquier tipo de lenguaje. El objetivo es lograr una atmósfera incandescente, un espacio visceral, una acción contada con palabras nuevas y nada lo detiene. Su literatura es para disfrutarse, para reír y conversar con los demonios más despiadados. Si usted es de los que no es capaz de abandonar su nicho de crítico indomable: lo va a sufrir; pero si usted es de los que ama la vida, le gusta disfrutar las sorpresas, leer novedades y pensar que nada es para tanto como para rasgarse las vestiduras todos los días, tendrá momentos intensos leyendo este libro. Acuérdese de mí cuando lea La Vaquerobvia del apocalipsis, cuando perciba ese tremendo sufrimiento de este ser que no sabe cómo controlar ni sus deseos sexuales ni sus enfermedades, y cómo le cuesta aceptar el deporte que su destino se empeña en practicar sobre su humanidad. Si no ha ocurrido antes, aquí comprenderá por qué la ambigüedad jamás será una disciplina filosófica. Schade deconstruido justificará todos esos pensamientos que lo asaltan cuando asiste a un concierto y en el segundo movimiento ya no aguanta el sueño. Cuánto daño hacen las glorias municipales al arte y a los que intentan seguirlos. Amigos políticos, lean este libro, deténganse en este cuento y después reflexionen sobre los artistas que apoyan como si fueran dioses. Después de esto están listos para recibir a Mr. Bimbo en su corazón, el despachador de pollo frito que trabaja con el mismo coronel Sanders. Es un gordito simpático que ama el producto con que trabaja, pero tiene un problema, algo que no estoy autorizado a revelar pero usted sí, sobre todo si usted pertenece a esa gente que ha experimentado una cruda, “de esas que convierten a la gente al cristianismo.” En fin, con Despachador de pollo frito, Carlos Velázquez demuestra una vez más su serio compromiso con la literatura, y su demoledor estilo de escribir sin dejar de disparar. Ya me contarán su experiencia.