“Feliz, feliz, feliz”, dijo el Presidente que se sentía y pensó en un bolero. Qué bueno. Esperamos que esa felicidad lo lleve a tomar decisiones acertadas en sus políticas de salud, economía, educación, en su trato con los medios y con algunos mexicanos sobresalientes que han señalado sus errores y la negra desfachatez de su ironía. “Hay una oscura ley en nuestra biología/ que manda no sobrevivir/ al paraíso.” Asevera Luis Jorge Boone. La conducta del Presidente feliz en los años pasados parece demostrar que la voz del poeta tiene razón. Al parecer, empieza a salir del paraíso.

Las razones de su reiterada felicidad son comprensibles: su partido se sostuvo en las preferencias de los votantes, sobre todo en los estados. Él expresó que porque fuera de Cuautitlán no sabemos nada de The Economist, no leemos la prensa conservadora ni escuchamos a Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Ricardo Rocha, Pepe Cárdenas, Leonardo Curzio y varios más; ni leemos a Roger Bartra, Héctor Aguilar Camín, Carlos Loret de Mola y demás neoliberales. Imaginen. Qué concepto tan devastador de los que vivimos fuera de la CDMX, una de las más contaminadas e inseguras del mundo. Feliz está el señor y qué bueno, la felicidad es un derecho humano que nace de la satisfacción. Expresó que los delincuentes estuvieron tranquilos. Quizá no le informaron, según escuché, que el domingo hubo más de 80 asesinatos. También el número de muertos por Covid tuvo un repunte. Pero tranquilos, no hay misterio, ya lo dijo el poeta norteño, nuestra biología manda no sobrevivir al paraíso, aunque el señor haya preferido vivir en un palacio en lugar de una casa. Un monumento nacional que quién sabe cómo quede después de estos años de ajetreo.

Nosotros también estuvimos felices. En primer lugar porque Checo Pérez ganó la carrera de Azerbaiyán el domingo en la madrugada. Las dos veces que ha conseguido que se escuche el himno nacional, la emoción que sentimos es indescriptible. Incluso Leonor soltó algunas lágrimas y tuve que recordarle la forma tan sagaz con que el jalisquillo soportó el acoso de Hamilton, que terminó chupando faros machín. También nos alegró mucho ver la eficacia del INE para organizar a más de un millón 400 mil personas para operar las casillas con absoluto civismo. Los que amenazan con acabar con él tienen la cabeza hueca. Estuvimos a su lado frente a los ataques traperos que el ejecutivo y sus acólitos le asestaron. Caminaron gacho, con el INE machetazo a caballo de espadas, señores. Porque el INE somos los ciudadanos que deseamos de todo corazón que nuestra democracia avance. Olvidan que la democracia es un producto de la civilización.

También estuvimos felices en nuestra casilla. Mientras esperábamos que se instalara, los vecinos conversamos animadamente. ¡Tanto tiempo sin vernos y sin platicar! Estábamos allí para votar, para manifestar nuestro apego a la democracia. Simpatizamos con diversos candidatos y partidos; sin embargo, intercambiamos saludos sinceros mientras jóvenes de ambos sexos disponían sus bártulos para iniciar el proceso. Fue lindo. Uno de los vecinos preguntó por mis nietos y nos contó de su operación de espalda de meses atrás. Su hija, funcionaria de casilla, le confió a Leonor que le había gustado Ella entró por la ventana del baño y que luego iría a casa por una dedicatoria. Es verdad que escuchamos disparos, pero nada, en ese momento no íbamos a permitir que nada manchara nuestra felicidad. A ustedes, ¿cómo les fue?

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