¡Felicidades, querida Elena ! Exclamamos en casa, lo dicen tus lectoras y lectores con sonrisas. Lo repetimos los que nos perdimos en tus páginas de las que conseguimos salir deslumbrados. Querida Elena. Elenísima y todos los nombres que te pusieron tus padres. Eres grandiosa, ya sé que 90 años no son nada y que mereces el abrazo amoroso de un pueblo que te tiene presente. Eres fabulosa. Fue lindo ver que políticos encumbrados se reunieron para verte alzar tus brazos rodeada de tu familia. Estabas insoportable con tu vestido blanco. ¿Recuerdas esa canción? Aunque allá el vestido era rojo. Pues así, allí estabas, nuestra escritora, nuestra periodista, nuestro referente literario, la gran amiga de Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco . ¡Qué tridente!, ¡Qué pókar!
Te agradezco lo que eres Elena. Te agradezco mucho La noche de Tlatelolco, tu recuperación inteligente, sensible, valiente, comprometida, de uno de los puntos más negros en la historia de este país, que esperemos no se lleve el diablo. La memoria miente lo necesario, Elena, pero aquí rompió esa regla y le plantó cara a la desgracia. Elena, el oído que comanda el recuerdo, la profesional que expresó, “Ejercer el periodismo es estar permanentemente indignada”. ¡Órale! Se lo enseñaste a Luis Enrique Ramírez y a todos los que dejamos entrar tus ideas a nuestro corazón. Te digo, no olvido cómo me abrazaste y felicitaste por mi columna sobre el atentado contra Culiacán de 2019. Encontré a Monsiváis en la cantina Las Quince Letras, en Zacatecas, le hacíamos un homenaje y estaba tranquilo, observando, sin beber. Después estuve en casa de Sergio en Jalapa y me regaló una caja de libros, ya ves cómo era de generoso con los amigos. A José Emilio lo vi en la FIL, fue cuando me sugirió que no dejara de colaborar en EL UNIVERSAL , que era un medio muy respetable. Los tres me dijeron que estabas bien.
No olvido cuando Tinísima obtuvo el Premio Mazatlán en 1992 y La Universidad Autónoma de Sinaloa te nombró doctora Honoris Causa en 1979. Tampoco cuando reconocieron tu trabajo con el premio Cervantes en 2013. Estábamos en un restaurante muy simpático de Guadalajara; Leonor y Verónica Flores tenían una plática cerrada sobre cómo, a pesar de que no parabas, conservabas tu figura. Tus piernas. Yo estaba contigo y con Beatriz de Moura, la gran editora de Tusquets. Propusiste, Beatriz, necesito hablar contigo. De inmediato me puse de pie para dejarlas solas, pero señalaste: Siéntate, no tengo problemas en que escuches lo que voy a decirle. Pero Elena, cuando cumplas los 90 podría contarlo y... Te digo que te sientes. Y bueno, asistí a una de las conversaciones más interesantes que he escuchado en mi vida entre estas dos grandes mujeres.
Querida Elena, diles que no las maten, bien sabes que si no las protegen es como matarlas, diles Elena, tú que estás cerca de la gran oreja. Lo pediste en tu homenaje en Bellas Artes, protejan a las mujeres. Pero lo sabemos, hay que pedirlo muchas veces, y tú eres esa voz Elena, nuestra voz. Voz fuerte que puede mover montañas. Diles que son muchas las que faltan, que detrás de ti estamos todos, lectoras y lectores que cada día nos sentimos más inseguros. El lunes hubo una balacera en Culiacán tan estruendosa que creímos que era otro culiacanazo. También a mediodía, cuando los niños salen de la escuela. Diles Elena, tu voz amiga puede llegar allí donde las nuestras no se oyen. Diles, mientras nosotros continuaremos celebrando tu cumpleaños.
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