Manifiesta Guillermo Roz en su novela, Las gafas negras de Amparito Conejo, publicada por La Huerta Grande Editorial, en Madrid, España, en mayo de 2018. La historia está magistralmente ilustrada por Oscar Grillo, un bonaerense que nació en 1943 y que es un creador sorprendente con la tinta negra, que es la que nos ha traído la historia del mundo con todo y chinos. La novela es un registro atrevido y muy interesante de la sociedad contemporánea. Transcurre en un barrio de Buenos Aires, pero es fácil identificar que sólo es un guiño de la vida de los barrios del mundo, tan poblados de seres que son sombras de sí mismos.

Guillermo Roz, que nació en Buenos Aires en 1973 y se mudó a Madrid en el 2002 donde continúa viviendo, desarrolla una narrativa suave, sin sobresaltos, pero con un humor corrosivo que llega al hueso. Su estilo es directo, poético y no teme que la imaginación dicte perfiles y sombras que son la suma de ciertas desventuras. No quita las capas de la cebolla: la rebana. Vean los personajes que se mueven en esta novela: Aristóbulo Conejo, padre de Amparito, que además es la narradora de esta historia, es un hombre que sufre una desgracia que lo lleva al escarnio, la viudez y al alcohol de los que no querrá escapar jamás. Ya saben, le encanta el vino y es cliente cotidiano de Zulemita, la dueña del bar de la esquina, que a veces lo consuela más de la cuenta. Aparece Pereyra Iraola, director de una escuela privada, que contrata como secretaria a Amparito. Ella se enamora de él hasta el tuétano, pero el director, un triunfador nato, que tiene cuanta mujer desea, la trata con neutralidad. Luego verán cómo resplandece la Núñez en la mayoría de las páginas y ustedes estarán encantados de descubrir por qué, así que les cedo el privilegio.

El resto de los personajes son Lunari, conserje y ex futbolista profesional; las hermanas Dancer, nacidas para bailar; Goyeneche, ex cantante de tango que se enamora de Amparito; Kuchirski, un niño genio que no soporta el maltrato de sus compañeros y que juega ajedrez con el director; Marta, que vende quinielas y se mueve en las calles; Mendocita, que está para pintar un retrato de Pereyra Iraola, y desde luego Amparito, que utiliza unas grandes gafas negras que heredó de su madre y que es la voz de esta historia. Todos estos personajes tienen relación con el director, que una mañana aparece muerto en su oficina y Amparito intenta descubrir quién lo asesinó. Nos cuenta la personalidad de cada uno y los problemas que tenían con el fiambre. Cada capítulo lo dedica a cada uno de los personajes, cómo los conoció Pereyra Iraola y las posibilidades de que hubieran perpetrado el asesinato. Se advierte que cualquiera tiene poderosos motivos para mandarlo al otro mundo, ¿pero quién fue el que se atrevió a dar el paso?

Roz define muy bien los cabos pero no los ata, con habilidad fotográfica nos acerca a cada personaje y no hay manera de simpatizar con alguno, como tampoco nos ofrece un resquicio que nos pueda llevar a especulaciones definitivas, y es el punto donde la novela incrementa su valor, puesto que cada lector podrá destapar la última carta.

Con lenguaje seguro, nos comparte una historia donde es fácil encontrar frases categóricas como: “un hombre que no vive una vida, sino uno que sobrevive una muerte”, para explicar el desmoronamiento de una personalidad sobresaliente. O esa en que tiene “un abierto gusto por el sobresalto”. O la paráfrasis de Horacio Quiroga, “cuán cerca está el amor de la locura y el crimen”, que es como una cortina que retiene ciertas tentaciones. A lo largo de la novela se percibe un autor cuidadoso y atento, un artesano al que no escapa ningún detalle. Su lenguaje es limpio y sus personajes mantienen sus perfiles con naturalidad; Guillermo Roz asegura que, “Hay gente… que no sabe ver el mundo más que a través de cuatro caras, tres calles, dos palabras, un café con leche a las nueve en punto.” Hay barrios que son auténticas madrigueras y pobre de aquel o aquella que intente romper el cerco. Agrego que Oscar Grillo ha creado magníficos esperpentos con cada uno de los personajes y ha contribuido a que sea una novela llena de dinamismo que es posible leer sin perder el gesto de felicidad típico de las fiestas de diciembre. Las gafas negras ocupan un lugar importante. Espero que me cuenten dónde. Salud amigas y amigos.

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