Gran parte de la novela Miseria, publicada por Alfaguara del grupo editorial Penguin Random House, en abril de 2023 en Argentina y en mayo en México, es sobre las chicas que faltan. Sobre las desaparecidas. Sobre las familias que rascan el mundo con uñas y dientes buscando a jóvenes que merecían vivir otras historias y no ser víctimas indefensas de criminales descastados, en una época donde cuesta comprender la agresividad hacia las mujeres y sus consecuencias. “Lo único que estamos haciendo todo el tiempo es despedirnos”, señala la autora, y ya puede estar usted preguntándose por qué, quién puede generar tanta violencia. Pues esta novela también es una búsqueda de respuestas a esta clase de delitos tan ofensivos.
Dolores Reyes nació en la provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1978, y allí vive. Su narrativa llega al corazón, no sólo por su temática, sino por la íntima oralidad con que desarrolla cada parte. Emplea dos visiones, dos voces para contar, y usted debe utilizar sus dos oídos porque hay una variación en el tono y, por supuesto, dos maneras de expresar situaciones parecidas. Hay una economía de personajes que abona a un ritmo narrativo perfecto. Lo que significa que igual tenemos capítulos breves que largos. Miseria, una joven embarazada vive con Walter y Cometierra, hermana de él. Ella trabaja en una tienda de chinos; él, en un taller de motos. Miseria trata de convencer a Cometierra para que utilice su don. Esta joven, si come la tierra con la que ha convivido una desaparecida, puede ver el lugar donde se encuentra. El trío ha emigrado de Podestá a Buenos Aires, un lugar donde la adivina ejercía su don; sin embargo, ahora se niega a practicarlo. La cotidianidad de la gran ciudad les proporciona amistades. Tina, Lucas, Lula, Yose, Bombay, Neri, Liz, que en momentos claves se vuelven muy solidarias. Cometierra acostumbra pasear y se hace amiga de una perra que se convierte en su acompañante. Se niega a comer tierra, hasta que no puede más con la terrible realidad. ¿Qué cree usted que ocurrió? No pasará demasiado tiempo leyendo Miseria cuando lo descubra.
Un día nace el bebé y le ponen un apodo muy mexicano, Pendejo. Pronto estará viviendo su rol al 100. Lo mismo que la perra, a quien nombran Polenta.
Algo que le gustará de Dolores Reyes es que siempre se mantiene cerca. Es una autora que llega al sentimiento, que cada personaje que nos ofrece es alguien tangible. Igual pueden ser duros, como los chinos o una tía de Walter; agradables, como el niño o Lula; inesperados, como Madame; en trance doloroso, como Julián, o la gran heroína que es Cometierra, seguida por Ana, que trata de regular sus acciones. Los espacios narrativos son significativos y jamás importan los cambios de planos. Dolores Reyes es una artista, y es lo menos que usted pensará cada que cierre la novela para tomar aire o pensar en las madres buscadoras de México, amenazadas y traicionadas por gobiernos que nada quieren saber de la gente que sufre estas pérdidas. La literatura de nuestro tiempo carece de inocencia temática, porque pocos autores prefieren eludir lo que sucede en nuestras ciudades y pueblos. Además de escribirlo con el desprendimiento que se advierte, Dolores no nos deja dudas de que arranca de un acto de sinceridad y compromiso con su época y con las madres vulneradas. Me atrevería a decir que Miseria es una novela que muchos estábamos esperando y Cometierra será nuestra heroína más querida.