Si está harto de la vida cotidiana, de los otros datos del gobierno y teme poco o mucho a lo que le depara el destino debido a las escabrosas circunstancias en que vivimos, tiene que leer a César López Cuadras, sus Cuentos reunidos, libro publicado por la Universidad Autónoma de Sinaloa y Andraval ediciones, en Culiacán Sinaloa, México, en octubre de 2017, que por cierto será presentado en línea mañana viernes, en el Encuentro Literario Norte 32, en el Centro Cultural Tijuana, con los comentarios de Briseida López, Geney Beltrán y Élmer Mendoza. Desde el primer cuento del volumen, “No diga que no don Patricio”, usted va a sentir que vale la pena sobrevivir y que ningún esfuerzo por conseguirlo será menor.

Los cuentos son parte de la microhistoria de cada uno de los pueblos del mundo, fijan su perfil económico, político, religioso, mágico y retratan de cuerpo entero a las personas que los habitan. Los buenos cuentos rompen la barrera del tiempo y del espacio, y aunque los que nacen en Comala o en Macondo se parecen en algo a los surgidos en Guasachi, el pueblo de César López Cuadras, las diferencias son pequeños detalles para celebrar. Por ejemplo, César explora una poderosa línea humorística que por momentos el lector se siente en una fiesta, bebiendo cerveza fría y comiendo ceviche de camarón, pescado frito y carne asada. Es una maravilla. “El león que fue a misa de siete” les va a encantar, seguramente se preguntarán qué hubieran hecho ustedes, más no se preocupen por responder, simplemente envíen una sonrisa a este escritor nacido en Surutato, en la mera sierra de Sinaloa, en 1951, y que se nos adelantó en 2013. ¿A usted qué le pasó la primera vez que vio a Kim Novak, la actriz americana que definió la sensualidad de su tiempo? Tal vez coincida con lo que les pasa a los jóvenes personajes del cuento que pone nombre a la primera parte de este libro.

El volumen se divide en tres partes. De la primera forman parte los textos que les he comentado antes. La segunda son cuentos playeros. Se desarrollan en el puerto de Topolobampo y sus alrededores. Las historias son de pescadores, marinos contrabandistas, mujeres de piel cálida, curanderos, comerciantes, bebedores de cerveza y una hermosa sirena que trajo su canto desde el estrecho cercano a la actual Nápoles, de donde se le escapó Ulises. Todo el encanto de los puertos está aquí, la belleza, el sexo, los afrodisiacos y la manera de contar los días que obedece a un calendario que sólo ellos conocen. López Cuadras teje cada una de sus historias saltando de la realidad a la fantasía sin perder el sentido de su literatura: el humor. Eso que en este confinamiento es tan relajante. En la tercera parte, el cuentista regresa a tierra firme. “Una de polímeros” les va a encantar, incluso podría ser parte de sus fantasías. “La historia de una fan de Guadalupe Loaeza” también les dará un buen momento. La verdad es que es un libro lleno de guiños y provocaciones para sonreír. López Cuadras cuenta, sus historias están escritas de tal manera que parece que las estamos escuchando relajados, bebiendo algo mientras el sol se pierde tras una nube que no existe. Es un autor muy hábil en el manejo de la oralidad. Para esto se requiere un conocimiento del lenguaje preciso, de tal suerte que no pierda el efecto de dejar ese deseado sentimiento de liviandad que precede a la risa. Estoy seguro que tendrán excelentes momentos mientras leen cada uno de los cuentos. Ya me contarán.

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