En asunto de huracanes, el plan DN III y toda la ayuda que el gobierno federal pueda aportar será un fracaso si los gobiernos estatales y municipales no intervienen decididamente en la organización de las corporaciones correspondientes y la orientación oportuna de la población civil que debe participar de lleno en los operativos planeados, sobre todo, cuando se trata de salvar vidas e infraestructura habitacional y portuaria en las zonas afectadas. Tal es la idea principal que el Capitán de altura de la Marina Mercante Nacional mexicana y doctor en Gobiernos locales y Desarrollo regional, José Francisco Mendoza Sauceda, expone en su libro Inundaciones provocadas por huracanes en municipios costeros de México. Una orientación muy valiosa para esta época y para los próximos años.

El capitán Mendoza Sauceda ha escrito un libro decididamente pertinente que además de estar en los escritorios de los gobernantes, también debe hallarse al alcance de los miembros de Protección Civil de los estados y de los municipios, la Cruz Roja, las policías estatales y municipales, el Ejército mexicano, la Marina, la Guardia Nacional, los DIF y los clubes de voluntarios que siempre están dispuestos a echar un mano en caso de desastre. La temporada de huracanes comprende de mayo a noviembre en el océano Pacífico y de junio a noviembre en el Golfo de México. Seguramente han visto en los noticieros que llegan uno tras otro y que son de duración variable. “El tiempo de vida de una depresión tropical puede variar desde unas pocas horas hasta cerca de tres semanas (la mayoría dura de cinco a 10 días)”, y la velocidad de sus vientos van de 119 kilómetros por hora en la categoría uno, hasta la categoría cinco, en la que se superan los 250 kilómetros por hora. Un verdadero infierno húmedo.

En el presente libro se propone un sencillo plan de prevención de nueve puntos, que los municipios costeros de nuestro país, autoridades y habitantes deberán tener presentes para afrontar con éxito un fenómeno al que no hay manera de controlar. El primero establece como prioridad “Salvaguardar la vida e integridad de los habitantes… así como la protección del patrimonio familiar.” Dos: “Detectar y señalar las zonas inundables de cada comunidad.” Más adelante señala: “Lograr una actuación coordinada entre autoridades municipales, estatales, federales y sociedad para coadyuvar en la implementación de acciones enfocadas a la mitigación de los efectos de las inundaciones provocadas por huracanes.” “Utilizar en la mayor medida conocimientos científicos para la toma de decisiones…” Entre otras medidas dentro de las cuales manifiesta que la adopción y ejecución del plan sea obligatorio.

Este año, la presencia de huracanes será muy frecuente y debemos estar preparados. Es muy interesante la historia de cómo se nombran pero no diré una palabra sobre eso, porque sé que les encantará descubrirlo. Encontrarán también una serie de cuadros donde se definen las responsabilidades de cada uno de los actores ante esta contingencia. Van desde qué le corresponde hacer a las Capitanías de los puertos y Direcciones de Protección Civil, hasta a quién le toca abastecer comida preparada. Con toda mi buena fe, sugiero a los municipios costeros que conozcan este libro publicado en Culiacán, Sinaloa, México, en agosto de 2020. Al final de cuentas se trata de que orienten a la población para salvar sus vidas y su patrimonio.

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