En febrero de 2006, en Nueva Rosita Coahuila, explotó la mina ocho en Pasta de Conchos y abrió una herida en el corazón de los mexicanos, menos en los de Larrea, el dueño y sus administradores, y en los del líder sindical, Gómez Urrutia y sus delegados, no solo por los 65 mineros que dejaron sepultados, sino por la crueldad, abandono e injusticia que sufren “los mineros que son tratados como desechos.” En Carbón rojo, novela de Mónica Castellanos, publicada por Grupo Editorial Hachette Livre México, en noviembre de 2023, nos cuenta esta tragedia, por si los implicados la hubieran olvidado. “¿Cuántos mineros han muerto desde que se abrió el primer pozo? Mil seiscientos cuarenta y siete.” Y contando.
Definitivamente, la regiomontana Castellanos tiene pasión por la historia y, por supuesto, la disciplina para investigar lo necesario para escribir una historia vehemente sobre este caso que mantuvo la atención del mundo sobre nuestro país y la forma tan artera en que dejaron morir a los mineros. Carbón rojo contiene también la historia de una familia de dos hijas. Ada, la mayor, se relaciona con un Cura joven y queda embarazada. Carmina, la menor, se llena de odio al Cura y se aleja de Ada, que abandona el pueblo para vivir en Monterrey con su hija Celeste, que luego procrea a Violeta y a Bernardo. Ada muere. Carmina puede hablar con los muertos, y además de conversar con su madre, ya verán cuando recibe encargos de Ada que le complican la existencia. También Alicia, una joven inquilina reciente, le pide un favor. Mientras tanto, Bernardo es periodista y pasa días enteros en la mina conversando con las mujeres, hermanas, madres y familiares de los mineros y registra la voz de la desgracia. También co noce y platica con Indalecio, un minero que se salvó, que entre mezcal y mezcal relata su versión de lo que vivió bajo tierra antes de su rescate. “Las minas son como los hospitales, una vez dentro no se sabía si se habría de salir.” No olvidemos a los mineros, después de todo son rastreadores de secretos y “siempre es el tiempo adecuado para desenterrar un pasado impune.”
Carbón rojo es una novela que cala. Filo ardiente que va directo a la memoria. Su prosa exacta logra informar, a la vez que genera un sentimiento contra el olvido. Cada palabra, cada párrafo, cada capítulo cambian de colores pero no de intensidad. Consigue que sus personajes evolucionen, sobre todo las mujeres que son muy sensibles a los eventos que les trae la vida y que las une desde el corazón. Lo notarán en la familia de Ada y desde luego, en las deudas de los mineros que llegaron a tiempo para trabajar un turno eterno.
Mónica Castellanos es una autora clavada en un oficio que exige, en primer lugar, un sentido de la creación, en segundo, una preparación exhaustiva y, en tercero, una disciplina de bailarina de ballet. No se entretiene en describir espacios. Trabaja minuciosamente cada personaje de tal suerte que su evolución proporciona sorpresas notables, de esas que nos obligan a reflexionar sobre la condición humana. Por ejemplo, una noche Indalecio le confía a Bernardo que no lo espera nadie en casa. ¿Cómo? Ya verá usted los hechos. ¿Qué pasó con el Cura tan odiado por Carmina, que tejía sus rencores como Penélope su esperanza?, ¿y las mujeres de los mineros que no aceptaron el dinero de la mina? Casi les digo que tienen tarea, pero antes, EL UNIVERSAL y yo les deseamos una Navidad con madre, llena de amor, luces y regalos.