Los latinoamericanos observamos con sumo interés la dinámica política de los Estados Unidos, en definitiva, compartimos el mismo continente, y en el caso de México, además 3,200 kilómetros de frontera y el 52% de lo que fuera el territorio mexicano por la Guerra de 1846 arrebatado por la Unión Americana.

Los Estados Unidos se han proclamado como la mejor democracia del mundo y en varios momentos, reclamaron ser la medida de los gobiernos democráticos, llegando a definir un presunto Eje del Mal, integrado por países donde sus gobiernos no respetaban los criterios de la democracia. En esta perspectiva, el asalto al Capitolio en enero de 2021 por ciudadanos que intentaban anular el recuento de votos, alegando fraude requiere un análisis cuidadoso. Pues quienes asaltaron el Capitolio, en muchos casos excombatientes, fueron convocados por el Sr. Trump, el presidente en funciones, quien aspiraba a reelegirse.

Lo más notable es que en las próximas elecciones de noviembre el candidato favorito en las encuestas es Trump y su partido político (Republicano). Asediado por diversos juicios en los tribunales de carácter civil, penal y fiscal, la popularidad de Trump se incrementa y sus posibles votantes están convencidos que es víctima de mafias corruptas que quieren perpetuarse. Trump encarna, para un sector importante del Pueblo de los Estados Unidos, los evangélicos blancos, anglosajones y protestantes (WASP en inglés), la síntesis del modelo político.

Una explicación antropológica

Los Estados Unidos atraviesan una profunda crisis económica, política y social, pero fundamentalmente cultural. Los modelos WASP están siendo profundamente cuestionados, lo más notable es el debilitamiento de los blancos, quienes están siendo rebasados por las minorías étnicas (afroamericanos, hispanos y asiáticos) y las minorías sociales (feministas, LGTBQ) quienes cuestionan frontalmente el poder de los WASPs. La tasa de crecimiento demográfica de los WASP es muy baja y las minorías tienen una demografía favorable. Los WASP se juegan la hegemonía nacional y en este contexto ven a los inmigrantes (y a sus vecinos mexicanos) como invasores que ponen en peligro sus modos de existencia y supremacía.

En este contexto el discurso racista, xenófobo y discriminatorio de Trump contra los migrantes y los mexicanos sintetiza los temores de los WASP, quienes se identifican con el programa de Trump resumido en MAGA (Make America Great Again). Traducido “Hagamos de vuelta la grandeza de los Estados Unidos” o “Que los Estados Unidos vuelvan a ser grandes”. La Unión Americana habría sido extraviada por los demócratas que toleran a los invasores que querrían destruir a los Estados Unidos y si “no se hace nada” definirán el declive de ese país.

En este contexto, Trump es percibido como un líder mesiánico que quiere que el Pueblo de los Estados Unidos recupere un pasado glorioso, que habría sido extraviado por políticos corruptos, quienes en forma irresponsable abren las puertas del país a los “invasores”. De repente las masas de tercermundistas desesperados por vivir “el sueño americano” se transforman en una fuerza depredadora e invasora que en forma consciente y organizada quieren destruir ese país, con la complicidad de socialistas, feministas y miembros de los colectivos LGTBQ y la “ingenuidad” de los votantes demócratas, quienes no “avizoran el peligro”.

Esta teoría de la conspiración según las encuestas es compartida por una masa significativa de los votantes (53%), quienes están decididos a votar por el único “salvador” que los puede “rescatar” y que además “sabe cómo hacerle”: Donald Trump.

La explicación de este comportamiento singular y ligeramente mayoritario tiene una explicación antropológica y es que Trump ha logrado consolidarse como un líder mesiánico, que en el contexto de la crisis estructural y cultural de los Estados Unidos se posiciona cómo el “Salvador de la Nación”.

Ante este tipo de juicios de valor los argumentos racionales no serán tomados en cuenta, pues en la visión del mundo WASP se espera una intervención divina, para salvar al Pueblo Escogido por Dios, llevando así adelante el Destino Manifiesto” (asignado ahora a los Estados Unidos). Los juicios y demandas que tiene Trump ratifican la opinión de los teólogos conservadores, quienes identifican a Trump con Ciro, el emperador persa (un idólatra), que en su momento protegió al Pueblo Elegido.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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