El Partido Encuentro Solidario, antes Partido Encuentro Social (PES) ha perdido el registro como partido político al no alcanzar 3% de la votación, requisito que marca la ley mexicana para mantener el registro; es la segunda vez que esto sucede. La derrota de la formación política que aspiraba a representar al mundo evangélico en la política merece algunos comentarios. Lo más notable fue que, según mis entrevistados, llevó candidatos que no tenían un buen testimonio de vida, como fue el caso de una candidatura asignada a un conocido dueño de una red de casinos. Esto lo veían como un comportamiento oportunista y poco consistente.
Es importante comentar que las mediciones más recientes ubican a los cristianos en 18% de la población mexicana, entonces ¿por quién votaron los evangélicos? No somos los únicos interesados, asesores de campañas electorales y politólogos han elaborado muchas teorías, en muchos casos, inspirados en las notas periodísticas que plantean un presunto conservadurismo intrínseco de los evangélicos. Nuestras investigaciones de campo muestran otras realidades: los evangélicos son muy diversos políticamente hablando y tenemos registrado que votaron por el Partido Acción Nacional (PAN), por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), por el PRI, Fuerza por México, el PES y Redes Sociales Progresistas. Prácticamente todas las fuerzas políticas del país.
Los sectores conservadores católicos y evangélicos han sufrido fuertes derrotas electorales en los últimos tres años en América Latina. En Argentina, Cynthia Hotton obtuvo el 1.71%; en Bolivia, el pastor evangélico, Hu, obtuvo el 1.2%; el Apóstol Gerson Almeida en Ecuador el 1.8%; en Perú, en las elecciones parlamentarias de enero del 2020, el Partido Contigo obtuvo el 1.07%, por citar algunos ejemplos. El caso mexicano es más notable pues el PES se alió, en esa ocasión (2018) a Morena, quien obtuvo la presidencia, pero su aliado, el PES, perdió el registro, y ahora (2021) vuelve a perderlo.
Hermano no vota por hermano
La información de encuestas y censos nos indican que hay un crecimiento notable de los evangélicos y no creyentes y una disminución constante de los católicos en toda América Latina. Lo más notable ha sido el intento de integristas católicos y fundamentalistas evangélicos de capitalizar el voto de los creyentes haciendo énfasis en la agenda provida (oposición al aborto, matrimonio igualitario y legalización de la mariguana), retomando la agenda del Partido Republicano de Estados Unidos y la ultraderecha española (Vox y PP) e intentando aplicarla en América Latina.
Este intento de preservar la ética y moral religiosa de América Latina en los siglos XIX y XX ha entrado en crisis por los cambios culturales del Nuevo Milenio. Así mismo, las políticas aplicadas por distintos gobiernos han entrado en crisis y dieron lugar a fuertes movilizaciones sociales de rechazo al neoliberalismo, como fue el caso de Colombia, Chile, Ecuador, por citar algunos. El reciente triunfo de Pedro Castillo en Perú es un exponente más de este proceso, en lo personal es un creyente sincrético que puede ir a una misa católica de la Virgen de los Dolores, participar con su familia de la protestante Iglesia del Nazareno y ser candidato de un partido de izquierda marxista.
Lo que indican estos resultados es que los creyentes votan por candidatos muy distintos a su fe religiosa y que ven con mucha precaución a quienes tratan de emplear el argumento religioso como política pública, a la vez que no compatibilizan sus creencias religiosas con el comportamiento electoral.
Un factor adicional y más importante es el testimonio personal del candidato y su relación con actos de corrupción. Este factor es más importante que la adscripción religiosa del mismo, al igual que la aplicación de políticas públicas de base religiosa. En Bolivia la mayoría de pentecostales y metodistas votaron por el triunfante Movimiento al Socialismo (MAS) que llevaba a un candidato marxista y ateo, Luis Arce Catacora.
Actualmente las iglesias tienen una fuerte polémica interna sobre los matrimonios homosexuales, particularmente en Norteamérica, Europa y Brasil donde varias iglesias ya lo aceptan, lo mismo sucede con el aborto, probablemente en lo único que coinciden (por ahora) sea en el rechazo al consumo lúdico de la marihuana. Debemos entender que el cristianismo, el judaísmo y el Islam son religiones que lentamente se van adaptando a los cambios culturales y tratan de escudriñar constantemente “los signos de los tiempos” para no perder su feligresía. Lo más notable es la pérdida de terreno de los fundamentalistas en una dialéctica de avances y retroceso.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH