Las iglesias proponen sistemáticamente la paz, pero están constantemente en la política y en las guerras, entendiendo a la guerra como la “continuación de la política por otros medios”. Hasta los Estados que se reivindican como ateos están interesados en controlar, manejar y manipular a las iglesias. La construcción de la laicidad es evidentemente una tarea inconclusa.
Muchos monarcas basan su legitimidad en que son reyes por la Gracia de Dios. Los romanos tenían un culto al emperador en turno y exigían a los pueblos subordinados que a sus dioses tradicionales le agregaran el culto imperial. Constantino, asumiendo la crisis del imperio y la imposibilidad de dominar a los cristianos, decidió en un proceso complejo cooptar a esa religión para articularla al Imperio. “Si no puedes con tu enemigo, alíate con él”. La corporativización del cristianismo llevó a su transformación en un aparato de Estado, y más adelante, a la construcción de estructuras políticas que estaban dentro, fuera y por encima de los Estados. La Iglesia Católica sería la primera estructura burocrática y política transnacional. Esto llevó a que muchos imperios y estados trataran de construir sus propias estructuras religiosas.
El Imperio Ruso desarrolló la Iglesia Ortodoxa Rusa, que implicó a la mitad de todos los cristianos ortodoxos del mundo: se tratan de iglesias autónomas (autocéfalas) que comparten el ritual ortodoxo, pero tienen sus propias estructuras de gobierno, generalmente articuladas a los respectivos Estados. En el caso de la Unión Soviética, que se planteaba como un Estado ateo, debemos saber que, en forma muy pragmática, controlaron a la Iglesia Ortodoxa Rusa como un aparato de Estado. Algo similar sucedió con la Iglesia Católica en la República Popular China. Derrotados los nacionalistas, expulsaron a los misioneros católicos extranjeros y crearon la Asociación Católica Patriótica China, como una iglesia autónoma que designa sus propios obispos. La Santa Sede mantiene sus relaciones diplomáticas con la República China con sede en Taiwán. Recientemente el Papa Francisco hizo un acuerdo, para entablar relaciones con la “Patriótica” sin romper con Taiwán, un milagro diplomático, que generó mucha polémica, pero Francisco lograba así poner un pie en el mundo de China continental, de donde habían sido expulsados hace 70 años. (http://eluni.mx/bj92a_7o)
En 2019 un sector de los ortodoxos ucranianos rompió con el Patriarcado de Moscú y creó su propio patriarcado nacional ucraniano con sede en Kiev. El Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (Estambul) mantiene una cierta unidad de los ortodoxos de carácter simbólico, pues no puede involucrarse en el gobierno de las distintas iglesias.
La complejidad del caso ucraniano es más sofisticada pues un sector de los ortodoxos rompió con Constantinopla en 1596 y entró en comunión con la Santa Sede romana, es la mayor iglesia de rito oriental del catolicismo romano (cerca de cinco millones de fieles). También en 1596 la Iglesia Greco Católica Rutena entró en comunión con Roma (medio millón de fieles) y tiene una presencia significativa en Ucrania y otros países de Europa Central, al igual que los ucranianos, tienen feligreses en Occidente, por las migraciones que huían del régimen comunista. El papa Francisco tiene también feligreses de rito latino en Ucrania, particularmente entre la minoría polaca. Durante el régimen comunista los feligreses y sacerdotes de ritos greco católicos fueron presionados para que entraran a la ortodoxia rusa.
En el actual conflicto las iglesias se han alineado a sus respectivas perspectivas nacionales, el patriarca ortodoxo ruso Kiril publicó recientemente un documento que respalda ampliamente las posiciones políticas de Rusia y considera que la invasión a Ucrania es parte de un plan para garantizar “la salvación humana” e incluye entre los síntomas del problema a los colectivos LGTBQ.
Estos posicionamientos lo llevaron a romper con el Patriarcado de Constantinopla que ejerce una posición de autoridad moral, a la vez que rompe el diálogo ecuménico que había iniciado en febrero de 2016 cuando se reunió con el Papa Francisco en La Habana.
Podemos ver entonces que los problemas del Cielo y la “llegada al Paraíso” son cuestiones terrenales y quienes hablan de Paz bendicen las armas de la guerra. Hay ateos que quieren a Dios de su lado y en estos contextos, lo mejor es que los Estados y las iglesias transiten por caminos diferentes.
Doctor en Antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH