Hace pocos días, dos importantes dicasterios de la Iglesia Católica publicaron un documento según el cual la Teoría del Descubrimiento no reflejaba los intereses y valores del catolicismo. Este posicionamiento pasó desapercibido por la gran prensa, más interesada en la salud de Francisco y las hipótesis que habría de su hospitalización.
En términos sociales, políticos y religiosos este documento abre una Caja de Pandora. La transformación del cristianismo en religión de estado dio lugar a los grandes cismas, que luego tuvieron reflejos en la construcción de diferentes teologías.
Los monarcas católicos estaban interesados en legitimar sus proyectos de expansión territorial. Uno de estos acuerdos fue el Tratado de Tordesillas, que la UNESCO decretó en 2007 como Patrimonio de la Humanidad a pedido del Reyno de España.
Este tratado consistió en un peculiar reparto del mundo entre los Reyes Católicos de Castilla y Aragón y el Rey de Portugal en 1494. una línea imaginario en medio del Océano Atlántico marcaba los límites de estos imperios. El Este sería para Portugal y el Oeste para Castilla. El detalle era que el planeta Tierra es una esfera y en alguna parte volverían a encontrarse.
Este tratado dejaba fuera a otras potencias católicas, como Francia e Inglaterra que también aspiraban a ser imperios. Los ingleses, más pragmáticos crearían su propia iglesia y los franceses, con menos aspiraciones teológicas simplemente lo desconocieron. El Papa tardó en aceptar este acuerdo y recién lo hizo en 1506. Aunque como es costumbre entre potencias que se respeten, lo violaron sistemáticamente y los portugueses se expandieron en Brasil. El Papa planteó que excomulgaría a quienes no respetasen el Tratado.
Las tierras que se habían repartido no estaban desiertas sino pobladas por personas que tenían lenguas, culturas, religiones y visiones del mundo distintas. Después de una larga discusión los teólogos llegaron a una conclusión y era que los seres humanos del planeta tenían alma. por lo tanto eran susceptibles de ser evangelizados. Allí comenzaron los problemas.
La Teoría del descubrimiento decretaba que los conquistadores debían apoyar la evangelización de los pueblos, una tarea aparentemente piadosa, pero que tendría consecuencias. Los conquistadores elaboraron un documento llamado el Requerimiento, según el cual informaban a las poblaciones "descubiertas", que el Papa les había dado al Rey y sus oficiales la magna tarea de iniciarlos en el cristianismo y que de no aceptarlo serían declarados herejes y despojados de sus propiedades para financiar la evangelización.
Las poblaciones locales por supuesto no tenían mayores conocimientos de la religión de los invasores, ni estaban al tanto de la geografía política europea por lo cual serían todos declarados idólatras y los recién llegados iniciaron la Conquista respaldados por la tecnología militar de la época.
La Doctrina del Descubrimiento justificaba el despojo de tierras, bienes y la destrucción de los templos y documentos de las culturas con quienes los europeos entraban en contacto, además del encarcelamiento y ejecución de los disidentes. El contacto implicó una gran mortandad de la población local, rebautizada o más bien renombrada como indios o indígenas, de quienes el Consejo de Indias en Sevilla se ocupaba de sus asuntos. La gran mortandad de la población facilitó que los castellanos se apoderaran de tierras. Ante la falta de mano de obra, Fray Bartolomé de las Casas sugirió que los europeos dejaran en paz a los indígenas y los sustituyeran por africanos. Se inició así una nueva hecatombe humana. La Trata de población africana esclavizada.
La Doctrina del Descubrimiento legitimaba estas acciones, a la vez que legitimaba el despojo de las tierras a los indígenas como un derecho de europeos y criollos por "evangelizar" a la población. También los indígenas serían distribuídos entre los conquistadores para que realizaran trabajos forzados en minas y haciendas, a cambio de la "salvación de sus almas"
Es importante destacar que el documento de la Santa Sede deja la tarea de reivindicación incompleta, pues no anula bulas y documentos pontificios, que en distintos momentos históricos legitimaron el despojo de tierras, la servidumbre de los indígenas americanos y la Trata de africanos esclavizados. Más la evangelización forzada de los indígenas con procedimientos etnocidas como fueron las "escuelas residenciales" en Estados Unidos y Canadá. A lo cual podríamos agregar un largo etcétera.
La UNESCO también tendría que aclarar por qué declaró al Tratado de Tordesillas Patrimonio de la Humanidad, sin tomar en cuenta sus nefastas consecuencias en la historia de muchos países miembros. También está en discusión la misma expansión de los europeos, que implicaría el mismo sistema de posesión de tierras y otros bienes en muchas partes. También es indiscutible el valor simbólico de la declaración papal.
Si bien la historia es irreversible, lo que está en la mesa de discusión es la decolonización del catolicismo y el cristianismo en general. ¿Será posible un cambio de mentalidad en obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos? ¿Los laicos reclamarán y/o asumirán nuevos tratos por los excesos y abusos de sus antepasados? Hay más preguntas que respuestas.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH