La mayoría de los países latinoamericanos se asumen como estados laicos donde habría una separación entre la Iglesia y el Estado. Esta situación encubre una serie de relaciones formales e informales con las iglesias. Las iglesias están a su vez en una situación ambigua, pues atraviesan una serie de escándalos de índole sexual y patrimonial que cuestionan su papel como guardianas de los valores y depositaria de la cultura ideal de la sociedad.
La otra cuestión está referida a las posibilidades de los líderes religiosos para influir en los comportamientos electorales y en el estado de ánimo de la sociedad. Nuestra experiencia de campo es que esto sería factible si el líder religioso, social o incluso económico, tuviera algún tipo de antecedente socialmente reconocido de apoyo desinteresado o altruista a la sociedad. Aún así, poseer algún tipo de liderazgo moral no implica necesariamente que pueda influir en el comportamiento electoral. Los receptores suelen evaluar las razones de interpolación del mensajero y abren discretamente una ponderación de las razones por las que el emisor está generando opinión en un campo donde su liderazgo no es habitualmente conocido.
En los más recientes procesos electorales de Guatemala y de Ecuador hay pastores y líderes religiosos que participan activamente como candidatos electorales. Considero interesante rastrear cuál es el impacto de estas candidaturas en los resultados electorales. En Brasil es bastante habitual que líderes de iglesias transpentecostales ocupen posiciones a nivel legislativo e incluso a nivel municipal o estatal. Este proceso llevó a ciertos periodistas a la predicción de que el futuro político de América Latina estaba en manos de los pastores conservadores.
La situación de Guatemala es algo que debemos seguir de cerca pues en esta región los evangélicos tienen alrededor de la mitad de los creyentes, donde la Iglesia católica ha perdido muchos feligreses. Todavía falta evaluar adecuadamente que sucede con la mitad de la población que sigue siendo católica. Recordemos que la Iglesia del Verbo logró posicionarse con el general Efraím Ríos Montt y más recientemente fue presidente el pastor bautista Jimmy Morales, pero en 2023 Morales no sacó votos ni siquiera para ganar una diputación.
En la primera vuelta electoral de 2023 la Unión Nacional de la Esperanza (UNE) de Sandra Torres (católica), llevó al pastor neopentecostal Romeo Guerra como vicepresidente y ganaron la primera posición con el 15.86% de los votos, le sigue el partido Semilla con el 11.78%. Semilla tiene como candidato a presidente a Bernardo Arévalo, católico con formación marista, hijo del primer presidente electo democráticamente en Guatemala 1945), quien es acompañado como vicepresidente por la católica Karin Herrera, una bioquímica que tiene una maestría en estudios ambientales y un doctorado en ciencias políticas y sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca.
En el Ecuador son evidentes las alianzas entre Revolución ciudadana inspirada por Rafael Correa con un sector de la izquierda evangélica. La candidata presidencial Luisa González Alcívar de Revolución ciudadana es evangélica y la acompaña Andrés Arauz quien es católico. El segundo candidato a la Asamblea Nacional por este partido es el pastor Eustaquio Tuala, el anterior presidente del Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador (FEINE) de inspiración anabaptista, quien fuera una de las cabezas visibles de las movilizaciones indígenas de 2019 y del 2022 que obligarían al presidente Guillermo Lasso a irse, disolviendo la Asamblea Nacional y convocando elecciones para el 20 de agosto.
Es importante comentar que un sector de los evangélicos conservadores apoya al candidato presidencial Otto Sonnenholzner quien es católico. Existen analistas que vinculan las reivindicaciones de la comunidad LGTBQ y el derecho al aborto con la izquierda, habría que matizar estas definiciones, pues la candidata presidencial de Revolución ciudadana votó en contra del aborto y el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, también correísta se confrontó con la comunidad LGTBQ y le impuso una serie de condicionamientos para la realización de la Marcha del Orgullo, aunque la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, también de Revolución ciudadana encabezó la Marcha, deslindándose de Álvarez, mostrando las diferencias al interior de su partido.
Los hechos muestran que varios analistas aplican categorías que no coinciden con la realidad latinoamericana. Las contradicciones entre derecha e izquierda en América Latina no pasan por temas de moral sexual y familiar sino por cuestiones sociales, la corrupción y una mejor distribución del ingreso. Evangélicos y católicos pueden actuar coordinadamente en función de coincidencias políticas y no actúan como bloques homogéneos agrupados por tendencia religiosa. Finalmente, los católicos progresistas se están movilizando con eficacia aplicando los conceptos de la teología del pueblo que propone el papa Francisco. “Muchos son los llamados, pocos los escogidos”
Doctor en antropología. Profesor investigador emérito ENAH-INAH