En estos momentos la confrontación entre Rusia y Estados Unidos es un tema candente. Los principales actores se acusan mutuamente de prepararse para la invasión de Ucrania. El jefe de la Marina y el Canciller de Alemania con prudencia señalan que “hay que medir las consecuencias” de una escalada al conflicto. Europa depende del gas ruso y un corte del combustible crearía una crisis económica y una guerra en sus fronteras son millones de posibles refugiados. En este artículo trataré de ilustrar algunas de las complejidades de la situación.
Actualmente la Republica de Ucrania no controla la totalidad de su territorio y esto es consecuencia de la compleja herencia de la II Guerra Mundial y las políticas étnico lingüísticas de la extinta Unión Soviética (URSS) y en su momento, del Imperio ruso. Durante el período estalinista hubo pueblos que fueron deportados masivamente a la parte asiática de la URSS y fueron sustituidos por población de origen ruso, que son además cristianos de religión ortodoxa y que responden al Patriarcado de Rusia (Moscú).
La mayoría de los ucranianos étnicos se dividen entre ortodoxos del Patriarcado de Kiev (recientemente creado y que fue un cisma del de Moscú) y los Greco católicos de rito ortodoxo, quienes reconocen al papa Francisco, siendo la mayor expresión de católicos de ritos orientales, aunque tienen también católicos de rito latino de origen polaco y húngaro. Hay alrededor de medio millón de musulmanes y cerca de 300 mil judíos. Como resultado de la Caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS hay un trabajo misionero protestante y de los Testigos de Jehová que implica una presencia pequeña pero significativo por su participación en política y las relaciones con Occidente.
Es importante recordar que durante la II Guerra Mundial los alemanes impulsaron milicias ucranianas antisoviéticas cuyo líder fue Joseph Bandera, acusado de colaboracionista de los nazis y a quienes se les juzgó en su momento por la participación en el exterminio de la población judía y otras atrocidades. Complica el panorama que la mayoría de los ucranianos étnicos reivindica a Bandera como un “héroe nacional” y esto es empleado como un argumento a favor de los rusos.
La población de origen ruso proclamó la anexión de Crimea a Rusia y además creó las repúblicas populares de Donetz y de Lugansk, que son llamadas el Donbass. En forma discreta, aunque muy concreta reciben apoyo político, económico y militar de la Rusia de Putin. Los Estados Unidos plantean que los rusos de Putin están interesados en invadir Ucrania y el ejercito ucraniano ha recibido numerosos pertrechos bélicos. En sentido estricto sería poco probable que Rusia avance hacia zonas del país donde la mayoría de la población son ucranianos étnicos pues saben que no son populares por tensiones étnicos nacionales que se remontan al Imperio Ruso. Simultáneamente si los ucranianos avanzaran hacia las regiones de mayoría rusa pasaría lo mismo. El riesgo que tenemos enfrente son conflictos al estilo de la antigua Yugoslavia con impresionantes masacres, ejercicios de limpieza étnica y calamidades semejantes.
Los odios étnicos se remontan a siglos y cada una de las facciones tendrían sus propias explicaciones y “justificaciones” para sus comportamientos. La ruptura de este delicado equilibrio de fuerzas es visto por la mayoría de los europeos como un problema muy complicado y conscientes de la gravedad de la situación han hecho repetidos llamados a la cordura de los principales actores.
El gobierno de los Estados Unidos está siendo presionado por el Complejo Industrial Militar para desencadenar una nueva confrontación que le permita la venta de sus productos. También es notorio que Biden quiere recuperar prestigio militar, después de la desastrosa retirada de Afganistán, que desde la óptica y el orgullo nacional de este país es inaceptable.
Habitualmente los conflictos tuvieron lugar fuera del Continente europeo y viendo los resultados de la descomposición y destrucción de la antigua Yugoslavia, más la destrucción de Libia, Líbano, Siria, Irak, Yemen y otros estados inviables son pocos los interesados en revivir amargas experiencias.
En sentido estricto los territorios controlados por la República de Ucrania, como los del Donbass de mayoría rusa, tampoco son homogéneos en términos étnicos y religiosos, aunque podría decirse que han llegado a un cierto equilibrio precario de hegemonías consensadas, sin que esto implique que están de acuerdo con la situación.
¿En qué podría impactar este conflicto a América Latina? Más de lo que suponemos, pues si se desequilibra el concierto europeo, veremos afectado nuestro segundo mercado en importancia y esto agudizara problemas locales y regionales.