La reunión de dos de los hombres más poderosos del mundo fue un éxito, se prolongó por 75 minutos, algo poco usual en este tipo de reuniones que suelen ser muy expeditas, pues los acuerdos ya están articulados por los equipos de trabajo, ambos exhibían rostros sonrientes, lo cual en términos protocolarios implican la toma de grandes acuerdos. Biden, el líder del país como mayor peso económico y militar del mundo se reunió con el papa Francisco, la cabeza de la Iglesia con más fieles y la estructura burocrática más antigua del mundo. Un aspecto singular de la reunión es que Biden es católico y en tanto tal, feligrés y simple laico del Papa. A su vez el Pontífice nació en el Argentina, un país latinoamericano cuya dependencia del poderío norteamericano es evidente.
La mayoría de los obispos norteamericanos están firmemente decididos para excomulgarlo por respaldar el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. La regularización del consumo de la mariguana es ya un hecho en prácticamente toda la Unión Americana con ello quedaría sellada la “agenda progresista. Los conservadores se quedarían sin banderas y con una evidente derrota. El triunfo de Biden sobre Trump dejó al descubierto a los clérigos conservadores que perdieron así el respaldo de la mayor potencia mundial. Es un buen católico sentenció el Pontífice y comentó que a nadie se le podía negar la Comunión. Para Biden hubiera sido una catástrofe política un “regaño” del jefe de su Iglesia.
Francisco está preparando la reconquista de la Iglesia norteamericana y la derrota de los conservadores. En esta perspectiva podemos leer la decisión de visitar Canadá para pedirle disculpas a los indígenas canadienses por los excesos y abusos de la Iglesia canadiense contra los pueblos originarios. La invitación de los canadienses al Papa es una fuente adicional de presión: si viaja a Canadá tendrían que invitarlo los obispos mexicanos y estadounidenses. Ambos episcopados están confrontados con Francisco y él está interesado en demostrarles que quien tiene a la gente es él, y no los cada vez más desprestigiados jerarcas locales.
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-10/el-papa-francisco-realizara-una-visita-apostolica-a-canada.html
Es importante recordar que Francisco está convocando a un Sínodo en el que se debe consultar a los laicos de parroquia en parroquia. Este desafío a la autoridad de los obispos lo único que logra es un clima de desconfianza de los episcopados. ¿Tendrán que rendir cuentas a “sus ovejas”? Eso es inaceptable para quienes se sienten “dueños” de sus diócesis. Pero viendo los resultados y el descenso de vocaciones sacerdotales, de religiosas y la disminución drástica de bautizos y matrimonios religiosos, los obispos intentan una “huida hacia adelante” negando sus fracasos y el descredito de la Iglesia por los abusos de su personal. La situación es complicada para la Iglesia católica, no ha logrado revertir la crisis de vocaciones religiosas ni la disminución de su influencia en las antiguas sociedades de mayoría católica, de 16 millones de bautizos en 2003 han disminuido a 15 millones en 2019, pero de éstos, 3 millones son de adultos quienes muchas veces se bautizan simplemente para poder casarse por la Iglesia. Los matrimonios también bajaron de poco más de 3.1 millones en 2003 a 2.2 millones en 2019, lo cual define una crisis notable en su continuidad y reproducción social. Los jóvenes se mueven hacia el protestantismo o hacia la increencia.
En esta perspectiva, Biden y Francisco tienen muchos espacios y cuestiones para coincidir y trabajar juntos. En lugares candentes del planeta las iglesias, y particularmente Francisco, podrían cooperar para librarse del atolladero en que se metieron los norteamericanos y ahora tienen dificultades para salirse de los conflictos. La complicada retirada de Afganistán es un botón de muestra. Es notorio que Biden está tratando de zafarse de muchas herencias del agotado pasado imperial.
Días después Biden y Fernández, el presidente de Argentina, se saludaron en la Reunión del G20 y para desconcierto de este, Biden le dijo: “Tenemos un amigo en común: Francisco”. Esto tiene muchas aristas. Veamos alguna de ellas. Argentina tiene una complicada negociación con el Fondo Monetario Internacional, donde los votos de Estados Unidos son decisivos. ¿Una vez más “la mano de Dios” salvará a Argentina? como en el Mundial de 1986.