Los procesos electorales son una constante en los sistemas políticos que los aplican en la renovación de sus autoridades. Esta dinámica lleva al surgimiento de una serie de analistas que tratan de prever los acontecimientos para brindar y ofrecer asesorías muchas veces bien remuneradas. Teniendo en cuenta estos elementos, me parece importante impulsar desde nuestros espacios académicos una discusión para esclarecer el asunto, aunque somos conscientes de los cambios constantes, en un contexto de diferencias culturales, religiosas y eclesiásticas en contextos diversos y cambiantes.

Es un lugar común recordar el papel de la teología de la liberación en los movimientos contestatarios de América Latina, a la vez que ha quienes destacan el papel de ciertas iglesias evangélicas de teología de la prosperidad en los movimientos de contra insurgencia y como elemento estructurador de partidos políticos conservadores, como es el caso de la Iglesia del Verbo del general Efraím Ríos Montt en Guatemala, Estas realidades distorsionaron las estrategias analíticas y llevaron a un conjunto de deformaciones y generalizaciones que oscurecieron la percepción de la realidad y llevaron a instalar un conjunto de estereotipos analíticos.

En muchos casos reproducidos en forma acrítica por ciertos investigadores que parten de la construcción de un “sentido común” que no concuerda con los datos, agravado en muchos casos con la aplicación de criterios y conclusiones de investigación gestadas en el Norte, pero que no sirven para explicarnos que sucede en el Sur, o lo más peligroso, pensar que sabemos lo que está pasando y tomar decisiones en consecuencia de nuestro error. Lo que es evidente es que muchas propuestas religiosas abandonan los intentos de explicar la dinámica de nuestras realidades para aplicar los modelos de contradicciones y conflictos del Norte.

Existen colegas que consideran que las cuestiones de moral sexual y familiar son estratégicas en la definición del voto evangélico. Estos conceptos confunden a los evangélicos latinoamericanos con los evangelicals estadounidenses. Estos últimos son fundamentalistas religiosos y en las encuestas norteamericanas están claramente diferenciados de los protestantes (no evangelicals), muchos analistas locales piensan que son lo mismo.

Otro disturbio analítico es confundir a los pentecostales con los feligreses de las megaiglesias de teología de la prosperidad evangélica, más grave aún es cuando confunden a los de teología de la prosperidad, una propuesta conservadora con los transpentecostales de la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de sufrir) de Edir Macedo, un desarrollo empresarial eclesiástico que es propiedad de su fundador y que tiene su propio partido político en Brasil, el Partido Republicano, cuya versatilidad u oportunismo político le permite aliarse con Lula o con Bolsonaro, según la ocasión. Los pentecostales tienden a poseer un liderazgo conservador, y una feligresía alternativa, quienes en muchos casos apoyan a la izquierda, sin tomar en cuenta las componendas de su liderazgo. Diferenciando y excluyendo a su propio liderazgo, a quienes pueden reconocerle autoridad en lo religioso, pero no en lo político electoral.

Algo similar sucede en el campo católico latinoamericano. Los obispos progresistas fueron jubilados y sus reemplazos fueron conservadores, quienes a su vez depuraron a sus presbiterios de sacerdotes “liberadores”, respaldándose en sectores integristas y conservadores católicos, pero el hecho que los creyentes católicos los convoquen para bautizos, casamientos y recibir los santos óleos no quiere decir que asuman sus recomendaciones de por quién votar como un mandato a cumplir. Nada más alejado de la realidad.

Los creyentes asumen a su vez sus propios criterios con respecto al mensaje cristiano y construyen sus propias lecturas de la realidad, y cada vez más, aplican menos las sugerencias de sus líderes religiosos en materia electoral, a su vez surgen, dentro de los liderazgos religiosos, particularmente pentecostales e indígenas evangélicos, sus propios líderes que ven con desconfianza a los pastores que copian y asumen el discurso evangelical fundamentalista, al cual no lo ven como aplicable en su realidad inmediata.

Como dice un dicho popular. “hay quienes quieren vender la piel del oso, sin haber cazado al oso”

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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