Hace más de cuarenta años, dos antropólogos (Guillermo Bonfil y Darcy Ribeiro) destacaron el papel de la etnicidad en la formación de los estados nacionales de América Latina. La cuestión de base es que las etnicidades son sistemas de lealtades anteriores a la formación de los estados y persisten en la actualidad, siendo su articulación un elemento clave en la construcción del pacto social, soporte estructural en la construcción de los estados como sistemas jurídico-políticas.

En aquellos tiempos, la polémica conceptual y política con las corrientes marxistas era lo dominante, hasta que la Caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética (1989) definieron una crisis de estos paradigmas, que fueron sustituidos por nuevas elaboraciones definidas por economistas y politólogos que soslayaban el rol de los conflictos en los modelos analíticos y presumían la existencia de sociedades homogéneas en los distintos países, aplicando criterios surgidos en Europa y los Estados Unidos. El concepto de “sociedades líquidas e híbridas” respaldaban estos planteos y Z. Baumann se transformó en la referencia ineludible.

Lo más complicado de los procesos de verificación en las ciencias sociales es que, a diferencia de las ciencias naturales, en los criterios de “realidad” y de “verdad” inciden las ideologías y las visiones del mundo de los investigadores. Otra cuestión, que enrarece aún más la situación, es el desarrollo desigual de los diferentes grupos sociales en las sociedades complejas, y que el proceso de segmentación social, hace que cada segmento no interactúe con los otros y se genera un espejismo, según el cual, los “otros” dejaron de existir y “todos” se parecerían o “son vistos” como “nosotros”. Uno de los problemas estructurales de las sociedades contemporáneas es que si ignoran el carácter multiétnico de los sistemas políticos y se lo suplanta por una supuesta homogeneidad nacional se pierde la objetividad y descarta la construcción de soluciones políticas incluyentes. Complica el asunto que algunos especialistas confunden la etnicidad con los nacionalismos neofascistas europeos.

Guillermo Bonfil hablaba de un México Profundo y de las “tres raíces” que conforman la mexicanidad, un delicado y complejo equilibrio entre lo europeo, lo indígena y lo africano. Los planteos de Darcy Ribeiro sobre la conformación pluriétnica de los países andinos pueden ayudarnos a la comprensión de los procesos sociopolíticos que atraviesan estos países. La configuración del Estado Multinacional de Bolivia con dos banderas: la tradicional y la Wiphala, esta última simboliza a los pueblos indígenas de Tahuantinsuyo que abarcó las regiones andinas de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, a los cuales se agregaron los guaraní y otras etnias no andinas.

El domingo 5 de febrero hubo elecciones municipales y provinciales en Ecuador y triunfaron las candidaturas de Revolución ciudadana en las grandes ciudades y en las regiones de fuerte presencia indígena se consolidaron los representantes de Pachakutik, respaldado por las organizaciones indígenas, evangélicas étnicas y afroecuatorianos. En esta confrontación fue derrotado el presidente Guillermo Lasso, un miembro supernumerario del Opus Dei que no supo comprender, ni aplicar a su proyecto de gobierno la realidad multiétnica del Ecuador, quien intento refrendar ocho aspectos claves de su plan de gobierno y fue ampliamente rechazado.

En Perú las fuertes movilizaciones que cuestionan el poder del congreso y la presidencia son particularmente intensas en las regiones indígenas de la Sierra, la Selva y en las barriadas urbanas de la Costa pobladas por migrantes indígenas y afroperuanos. En Bolivia el Golpe de Estado de 2019 fue encabezado por grupos políticos del Oriente, quienes discrepan del Estado Plurinacional e intentaron regresar a la situación anterior, fueron derrotados en las elecciones del 2020, pero las tensiones permanecen. En Chile, los mapuches, que Ribeiro daba como un ejemplo de “pueblo emergente”, exigen la restitución de sus tierras que fueron sangrientamente despojadas por el Estado chileno en el siglo XIX. Está en ese país a discusión, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, que fue rechazado en la frustrada reforma constitucional de 2022. Podemos diferir de sus métodos de lucha, pero la cuestión mapuche es una realidad y debe ser atendida.

El desafío es aprender a convivir y respetar a todos sin exclusiones.

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Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH 

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