En momentos que los actores incrementan la carrera armamentista en Ucrania y prometen armas más sofisticadas para revertir la situación a favor de Zelenski, quien afirma constantemente que no negociará con Putin y que no cederá un centímetro de terreno, el Papa se anota para mediar en el conflicto. Durante su reciente visita a Hungría, el 30 de abril anunció que estaba proponiendo un plan secreto para conseguir la paz en Ucrania, siendo desmentido por rusos y ucranianos, quienes alegaron no estar enterados.
El 13 de mayo Francisco se reunió con Zelenski en el Vaticano, quien siguió declarando que no había nada que negociar y hasta recordó al Papa que debía estar del “lado correcto”, apoyando a los ucranianos. Zelenski parece estar en la cumbre de las relaciones internacionales, recibido personalmente en el G7 realizado en Japón y por la Liga Árabe.
Francisco por su parte nombró al cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y relacionado con la Comunidad de Sant ‘Egidio, especializada en cuestiones internacionales de paz, para mediar en el conflicto. En este contexto sería ingenuo pensar que las partes involucradas no sabían del plan papal para el conflicto ucraniano y que la negación del mismo fue una respuesta calculada para posicionarse en los acuerdos, que resulten de complejas negociaciones.
A más de un año de la invasión rusa el desgaste económico, las pérdidas en vidas humanas y la destrucción del país son evidentes, con notables repercusiones en la economía mundial y la subsecuente crisis en el mercado de alimentos, teniendo en cuenta que los cereales ucranianos y rusos son indispensables para el mundo. Aunado al alza en los energéticos que han generado una crisis mundial, alza de precios, inflación y un gran malestar en todo el planeta.
Es importante conocer la compleja situación étnico-religiosa para entender el interés de Francisco. La mayoría de la población es cristiana de ritos ortodoxos, pero está dividida en ortodoxos que reconocen a Kiril, el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, muchos ucranianos étnicos han creado recientemente dos patriarcados ortodoxos en Kiev, rompiendo con Kiril. El Papa tiene varias ramas de iglesias católicas como los Greco católicos de rito ucraniano que son alrededor de 4 millones, más 700,000 Greco católicos de Rito Ruteno, a los cuales debemos agregar católicos de Rito Latino como los polacos.
Durante la II Guerra Mundial un sector importante de los grecos católicos ucranianos formaron parte del Ejército Insurgente Ucraniano que combatió a los soviéticos y se alió con Hitler, participando activamente del exterminio de judíos, gitanos, polacos, bielorrusos y otras etnias. Los nacionalistas ucranianos tienen como héroe nacional a Stepan Bandera quién comandó a los nacionalistas en su alianza con los nazis. Zelenski, es de origen judío, pero no practicante y su esposa no es judía, reconoció a Bandera como un héroe nacional y modelo a seguir para los ucranianos.
Este fue el precio para ganar las elecciones presidenciales, pero las minorías étnico religiosas lo ven como un oportunista, para decir lo menos. En el caso de los judíos, con la Caída del Muro y la disolución de la URSS, migraron más de un millón a Israel huyendo del antisemitismo soviético, esto es inaceptable, Bandera es responsable del asesinato en el Holocausto de más de un millón de judíos ucranianos. Esto explica la reticencia de Israel a involucrarse junto a los Estados Unidos, su aliado estratégico.
Los católicos polacos también fueron masacrados por las milicias pronazis. Persiste en la memoria polaca la matanza de Volinia (1943), donde los nazis ucranianos exterminaron a más de cien mil civiles, la mayoría mujeres, niños y ancianos. Los bielorrusos pasaron por masacres similares. Estos hechos sucedidos hace 80 años persisten en la memoria de los pueblos y marcan tendencias contemporáneas, explicando las alianzas y las dificultades de los europeos para coincidir en la cuestión ucraniana.
El plan del Papa es más sencillo, sabe perfectamente que nadie va a ceder un milímetro de terreno conquistado, pero la guerra es insostenible para los occidentales porque les está desestructurando la economía y la estabilidad social. La salida pragmática es un cese el fuego al estilo Corea, donde se congela el conflicto y las partes evitan atacar o disparar contra el otro, en una situación de “ni guerra, ni paz”.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH