La cuestión religiosa pretende referirse a valores inmutables y al margen de los cambios históricos y coyunturales, aunque su historicidad es aparente; son las coyunturas historias donde los movimientos sociales se transforman y cuestionan el orden establecido. Está en la capacidad de los liderazgos percibir los cambios, para tratar de impedirlos o cooptando el movimiento, si los líderes no saben leer los “signos de los tiempos”, corren peligro de ser rebasados e incluso desaparecer del horizonte contemporáneo para ser un acontecimiento más en la historia de las religiones.

En el mes de septiembre, la Policía de la Moral, institución de Irán, país de gobierno chiita, arrestó a una joven kurda, Mahsa Amini, por no llevar el hiyab (velo islámico) “en forma correcta”. Murió en la prisión y como consecuencia de esta situación el país está convulsionado por constantes protestas, que han implicado más de 400 muertes y de miles de detenidos, a los cuales se les quiere ejecutar, acusándolos de servir a los “intereses de potencias extranjeras”.

En el partido frente a Inglaterra, la Selección nacional de futbol no entonó el himno nacional, una silenciosa pero elocuente protesta por la situación de su país; en el partido siguiente, la Selección si entonó el himno y aparentemente los deportistas fueron amenazados con represalias contra sus familias en Irán.

Recordemos que Irán es un país multiétnico y plurirreligioso, tiene 94 etnias diferentes y si bien la mayoría es musulmana y practicante de la versión chiita del Islam, existen importantes sectores practicantes de la versión sunita y aunque existe una dispersión de estos, en la Región Kurda u el Beluchistán, los sunitas son mayoría y tienen control territorial. Los persas no son árabes e involucran al 44.9% de la población y es la que controla el Estado y los centros de poder político religioso, tiene dos brazos armados que monopolizan el ejercicio de la violencia: el Cuerpo de Guardia Revolucionaria Islámico (CGRI) y la Policía Moral (PM). Es importante entender que el CGRI no es un ejército nacional, sino que es el heredero de quienes en 1979 derrocaron al Sha de Irán guiados por el Ayatola Jomeini e instauraron la República Islámica, una organización fundamentalista que impone su interpretación del Islam a las demás etnias que componen el país. La Policía Moral se ocupa del control interno, seguridad pública y los Guardias Revolucionarios de la Seguridad Nacional.

El arresto de Amini para la PM era una actividad habitual y la probable golpiza, que ocasionó la muerte de la joven, un procedimiento “rutinario”, también es probable que no sea la primera iraní que muere en manos de la Policía. Debemos entender que la crisis es resultado del agotamiento del Régimen fundamentalista y que fue “la chispa que hizo arder la pradera”. El Mundial de Futbol con la Selección que no entonaba el himno nacional le hizo comprender a millones de iraníes que verían el partido de la situación política, una actitud que rebasó el control de los medios de información sometidos a la censura y la autocensura.

Las constantes protestas implicaron también la rebelón de los líderes religiosos sunitas del país, grupos importantes de mulás (religiosos sunitas) de la Región Kurda y el Beluchistán protestaron porque “en vez de escuchar al pueblo, usa la violencia para silenciarlo” y exigieron un referéndum con observadores internacionales, pues “la represión sólo profundizará el descontento de la población”. En las regiones sunitas se vive un clima insurreccional, con paros permanentes, cierres de comercios y otras formas de protesta. Ante la pérdida de legitimidad y consenso evidente entre los jóvenes que no vivieron la Revolución de 1979 y tienen otras perspectivas, el Régimen fundamentalista tuvo que eliminar la Policía Moral, un paso inusitado en la estructura del poder.

Es evidente el fracaso del liderazgo político iraní, más preocupado por su presencia protagónica a nivel internacional, interesado en derrocar a los gobiernos sunitas moderados, pues no supo evaluar la situación de su frente interno. En este contexto de conmoción social, la clausura de la Policía Moral es una derrota evidente de su proyecto. Los actores políticos religiosos y étnicos están confrontados y la quiebra del frente interno de los persas es evidente, sólo queda entonces ver la capacidad y habilidad de las operaciones y alianzas políticas. “La moneda está en el aire”.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH 

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