Hombre viudo, periodista, escritor, punk, padre de mellizos, bibliotecario así es el protagonista de esta novela del autor vasco Patxi Irurzun. Esta es una obra para quienes gozan de escuchar bandas como Kortatu, Eskorbuto, la Polla Records y las Vulpes, pero también para quien no conozca a ninguno de esos proyectos musicales.
subversivo, lo punki, es poner las tildes, o los
signos de exclamación al principio de las frases”
Rubén el Loco.
La manera en que la novela está escrita, a modo de diario, genera que más de una persona pueda identificarse, porque se abordan situaciones ahora tan cotidianas como compartir la vida diaria en las redes sociales y recibir aprobación social mediante megustas ; o las inclemencias de caminar con las suelas de las botas rotas.
Las semejanzas del autor con el personaje central han hecho pensar a lectores y periodistas que éste es un trabajo netamente autobiográfico, sin embargo, Patxi ha aclarado más de una vez que no es así, aunque ha dicho en entrevistas que sí se considera un músico frustrado que se desquita con la literatura. A propósito de la metaficción el personaje principal reflexiona:
Lo curioso es que desde el momento en que los escribí, mis recuerdos se convirtieron en lo que había escrito y esto en lo que había sucedido. Lo cual me resulta, en cierto modo, inquietante, porque supongo que tendré muchos más recuerdos adulterados por la literatura y por la memoria y sus trampas.
Respecto a las ficciones, cabe destacar al grupo Los Tampones que aparece en el libro. Su éxito y desgracia llega cuando tocan en televisión la canción “estamos contra las reglas” en horario infantil. Esto basado en un hecho real que les sucedió a las Vulpes.
A partir de esa idea de ir contra las reglas se desenvuelve la trama de esta novela, ya que hay una disertación sobre qué es ahora lo punk. El protagonista y su amigo, el ex baterista de la banda Los Tampones, “Rubén el loco” consideran que paradójicamente ahora lo desafiante es por ejemplo corregir los errores ortográficos.
Mientras ellos en su juventud cambiaban las “c” por las “k” la gente actualmente usa la “v” por la “b”, no por razones políticas e ideológicas, sino porque desconocen las normas. Escriben indistintamente “a ver” y “haber”.
A modo de licencia literaria el protagonista en su columna periodística que suele hacer menciona, con cierto sarcasmo y sorna, que estaría bien que existiera una “guerrilla ortográfica” que corrija los errores gramáticos que hay en anuncios, mensajes de redes sociales y en cuanto letrero exista.
Esa aparente “vaga idea” detona que quienes leen su nota se lo tomen muy enserio y quieran unirse a la mentada guerrilla e incluso surgen cuentas de Instagram y Facebook donde la gente colabora exponiendo casos como: “Dios, por qué meas avandonado” y “servicio y giénico”, verbigracia.
El Tratado de hortografía no va sólo de eso, también aborda la compleja situación de un padre viudo al cuidado de sus hijos mellizos que atraviesan su adolescencia con cambios drásticos propios de esa etapa, pero aderezados con hacer perdido a su mamá, Maider quien además fuera cantante y baterista de Los Tampones.
Aunado a lo anterior en el texto existe una constante cavilación sobre el acto de escribir y la figura del escritor. Sirva la siguiente cita para explicar este punto:
Posterior a este fragmento sigue un diálogo donde los lectores que recién conocen al escritor le preguntan por qué si es un autor prolífico no es tan conocido, pese a publicar en un periódico, o ser entrevistado en la radio.
El T ratado de hortografía se publicó en 2021 por primera vez en México en la Editorial Resonancia . Al parecer esta obra es la primera parte de una historia que se desarrollará en otros libros, por lo que habrá que tener en el radar a Patxi Irurzun.