La Carta de las Naciones Unidas (1945) fue el primer acuerdo internacional que estableció el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Mas tarde, la ONU aprobó una resolución por la que se proclamaba el Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional (1947), resolución que los estados miembros debían observar todos los días del año atendiendo sus tradiciones históricas y nacionales.
En ese contexto, el “Día Internacional de la Mujer” nació del movimiento sindical que tuvo lugar a principios del siglo XX en América del Norte y Europa; en especial por el suceso que marcó la historia del trabajo en el mundo entero el 8 de marzo de 1908, cuando 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo, protestando por los bajos salarios y las malas condiciones laborales.
De acuerdo a datos de la ONU, fue a partir de estos acontecimientos que la fecha tomó una nueva dimensión global para las mujeres en los países desarrollados y en desarrollo.
Es necesario precisar que, así como existe la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano como consecuencia de la Revolución Francesa (1789), existe también el texto la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana redactado el 5 de septiembre de 1971 por la escritora francesa Olympe de Gouges.
Esta Declaración es uno de los primeros documentos históricos que propone la emancipación femenina en el sentido de la igualdad de derechos o la equiparación jurídica y legal de las mujeres en relación con los varones.
“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común”.
La autora francesa consideraba que la perspectiva de género es una manera de interpretar el mundo desde una mirada holística, es una construcción social que representa una nueva forma de concebir a la humanidad desde la integralidad y la indivisibilidad de los derechos humanos, pero también desde la lucha de las mujeres que buscan construir nuevas relaciones entre hombre y mujeres para construir un mundo con rostro humano.
Siempre que se acerca el 8 de marzo, se abre el debate sobre si esta fecha es para celebrarse o para conmemorarse. Como ya se señaló la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres proviene del siglo pasado.
Además, basta recordar que, en nuestro país, la demanda de participar en las decisiones que se refieren a los asuntos públicos ha sido constante, en diferentes épocas y bajo diferentes circunstancias.
Las mujeres mexicanas han sido marginadas de la escena política, por citar un ejemplo, en el Congreso Constituyente de 1917 no hubo una sola mujer convocada para le redacción de nuestra Ley Suprema.
Las mujeres activistas de aquella época se organizaron y fueron ellas quienes lucharon para crear el Primer Congreso Feminista de Yucatán, en 1916 así como las Ligas de Orientación Femenina que fueron creadas para luchar a favor de la equidad de salario.
Posteriormente, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (1935) fue creado por una preocupación principal: el derecho de voto. Fue así que, durante el mandato del presidente Miguel Alemán Valdés (1947), las mujeres obtuvieron el derecho al voto y la posibilidad de ser candidatas en elecciones municipales.
Sin embargo, el primer paso hacia una equidad dentro de la política fue con el presidente Adolfo Ruiz Cortines (1953), cuando las mujeres pudieron participar en elecciones nacionales.
Con estos antecedentes, no cabe duda que las mujeres deben seguir ganando terreno, asumirse como lo han hecho en el pasado y el presente, con mayor ahínco y determinación, con mayor fuerza.
Las mujeres son grandes de espíritu, de sentimientos y de nobleza. Los hombres no tenemos esa sensibilidad que ellas tienen. En eso nos llevan ventaja.
Por ello es que si, conmemoramos el “Día Internacional de la Mujer” cada 8 de marzo, pero también celebramos esa fecha al recordar que hubo mujeres que lucharon para la reivindicación de los derechos de los que hoy muchas gozan y sobre todo ejercen a cabalidad.