Hace unos días hizo su aparición en la arena pública el llamado Mexicolectivo, una agrupación que ha expresado la intención de ser una plataforma de reflexión y debate públicos, al margen de los partidos y con la intención de entender mejor la problemática que enfrenta cualquier gobernante. Su carta de presentación fue un documento que tenía un título como de serie de acción o de película de La Roca: punto de partida.

El texto es una recopilación de datos interesantes sumados a una prosa que busca emocionar e involucrar al lector pero que se siente algo anquilosada. Esto se acompaña de una amplia campaña de entrevistas en medios de algunas de las figuras más visibles en las filas de este grupo.

No deja de llamar la atención el timing del lanzamiento, justo en el momento en que los partidos políticos de oposición y sus dirigencias muestran su poca o nula comprensión de la realidad política imperante al anunciar que se repartieron ya las candidaturas para 2023 y 24.

Por supuesto, en cuanto se dieron cuenta de que actuaron como en los buenos viejos tiempos pre AMLO presidente, repartiéndose un pastel que ya dejó de pertenecerles a través de acuerdos cupulares, trataron de dar marcha atrás y anunciaron “mecanismos amplios y abiertos a todos los que deseen postularse”, sin importar su partido o si no pertenecen a ninguno.

La credibilidad quedó por los suelos, casi como las encuestas para seleccionar candidatos que nadie ve ni sabe cómo se hicieron de su contraparte guinda.

Debido a esta y más razones, el lanzamiento del enésimo colectivo de este sexenio tiene dos lecturas claras, por lo menos.

La primera se refiere a un aparente alineamiento de much@s miembros de las fuerzas políticas de oposición y figuras de la sociedad civil en un mismo sentido: la búsqueda de las verdaderas necesidades y motivaciones de los mexicanos inconformes para poder establecer una plataforma electoral y política más realista, más atractiva como producto para ofertar en una campaña política.

Esto al tiempo que se deja claro un punto esencial: la problemática del país no inició en 2018, aunque los datos muestran una veloz desmejora del panorama nacional desde la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y sus huestes guindas.

Esto aleja al colectivo del pensamiento anquilosado de Marko Cortés o Alito Moreno, ya que los presidentes de los dos principales partidos de oposición siguen creyendo que se puede manejar sus respectivos institutos políticos como un coto personal. Su actuar dice que no importa si dividen, corrompen y abusan de sus correligionarios o si desdeñan a la sociedad civil en sus acuerdos, se sienten plenamente justificados, pequeños tiranos autoritarios de su parcelita cada vez más reducida.

Por esto es que el esfuerzo de Mexicolectivo es una bocanada de aire, una señal alentadora.

Sin embargo, la segunda lectura no es tan positiva.

Punto de partida, el documento con el que arranca este esfuerzo de diálogo y debate se puede considerar equivalente al famoso cuadro de Edvard Munch, El Grito. Este nuevo intento, enésimo, de generar una reacción en la sociedad civil ante los maniqueísmos oficialistas y su actuar soberbio, hasta ilegal, frente a cualquier persona, institución, corriente de pensamiento o comunicador que no se pliegue a sus argumentos y razones de forma absoluta, se antoja como el grito angustiado pintado por Munch.

El personaje que emite el alarido se encuentra casi solo, las dos personas del fondo podrían ser los presidentes del PAN y el PRI aislados e indiferentes, y por medio de su aullido trata de llamar la atención de las personas ausentes, mientras un entorno que parece sangriento lo rodea y contiene.

Esta imagen termina construyendo la soledad absoluta cuando nos damos cuenta de lo que no se encuentra en la imagen. No hay nadie que responda, hable o se comunique con el que grita, con el colectivo, no hay nadie que le interese.

De igual forma que el personaje de El Grito, el documento con el que debuta Mexicolectivo se encuentra aislado. No importa cuantas entrevistas se realicen en los programas y estaciones que no son afines al gobierno del de Macuspana, ni cuantas veces sea compartido en los chats de whatsapp, sin un interlocutor real desde el poder este texto, y en gran medida el colectivo, nace huérfano.

Y es que mientras el presente gobierno aplique la máxima salinista “no los veo y no los oigo” las propuestas e invitaciones a debatir no podrán avanzar más allá de un ejercicio académico o retórico.

Si el presidente y sus huestes siguen sosteniendo que solo hay una verdad, unos datos y una visión valida, la suya por supuesto, nada se moverá de sitio. Serán firmes e inflexibles como una barra de hierro que no se dobla ni cede, hasta que estalle en mil pedazos.

Dice un frase muy inteligente que el pesimismo no es más que un optimismo bien informado y, la verdad, la información nos sobra en este caso.

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