Desde hace unas semanas el nombre de Xóchitl Gálvez ha generado una gran polémica, dentro y fuera de los círculos políticos, primero por exigir su derecho de réplica ante el presidente y, posteriormente, al ser mencionada constantemente como una de las opciones más probables e inesperadas para abanderar la candidatura presidencial de la oposición.
Este hecho, generado en gran medida por el presidente desde su atrabiliaria conferencia matinal, ha seguido la misma ruta que la gran mayoría de los hechos políticos importantes de este sexenio: polarización al punto de que casi no cabe la reflexión, confirmando el triunfo del “conmigo o contra mi” en casi todos los actores.
Por esto, es obligatorio analizar, aunque sea someramente, a quién podría abanderar a los partidos de oposición y una gran parte, creciente, de personas inconformes con el gobierno de la llamada “revolución de las conciencias”, lo que sea que signifique eso a la luz de sus acciones.
Jugadora incómoda
Lo primero que hay que señalar es que la senadora se ha convertido en una jugadora incómoda para ambos bandos.
Para el oficialismo neopriista, “X” se ha convertido en una figura mucho más difícil de asir en sus discursos descalificadores que la gran mayoría de los posibles contrincantes, tod@s politic@s bastante tradicionales de antes de 2018, debido a una serie de características o atributos de percepción.
Se ha cuestionado por parte del presidente y sus huestes su pertenencia a un pueblo original, su trayectoria, sus forma de hablar, sus capacidades, los contratos (violando la ley y el secreto fiscal) y supuestas corruptelas, incluso se le ha tratado de forma discriminatoria con los famosos “tamales, tamales” o con maromas del otrora crítico de izquierda Lorenzo Meyer que se unió al coro descalificador haciendo uso de argumentos discriminatorios y anti indigenistas, romantizando la miseria de los pueblos originales. Incluso se le acusa le acusa de ser una mujer sumisa, bajo las órdenes de Claudio X, Gonzáles; Salinas de Gortari, Fox y hasta el Jefe Diego, mientras demanda al presidente y se presenta en la FGR para que se le informe de las razones por las que se le investiga.
Sin duda, su posible candidatura ha generado reacción desde el poder, en otras palabras, no es indiferente y si incómoda. El ataque con el uso de las instituciones apenas empieza y en los meses que quedan antes de su probable registro como candidata a la presidencia se verá si la senadora de la bicicleta se crece ante ellos y desaparece como una llamarada de petate.
Pera esta cualidad, generar incomodidad, no es exclusiva del bando guinda. La misma alianza tripartidista la que busca abanderar Gálvez tiene sus evidentes temas de molestia con ella.
De igual forma que Fox lo hizo en el 2000, la actual aspirante se puede considerar como una persona que no es realmente cercana a las dirigencias de los dos principales partidos del Frente, incluyendo con el que ha competido electoralmente: el PAN.
El proceso de selección “de la persona encargada de construir el Frente Amplio por México”, espantoso subterfugio con el que la oposición acepta tener los mismos escrúpulos que MORENA para violar la ley con tal de ganar, fue diseñado para encumbrar a alguno de los políticos más tradicionales de la oposición: Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Beatriz Predes o cualquiera de los muchos que levantaron las manos desde gubernaturas o por destacadísima su trayectoria en eso que desde presidencia llaman “PRIANDR”.
El gran peligro para el Frente es que, en concordancia con sus acciones pasadas y su falta de valores democráticos, Alito y/o Marko podrían dinamitar desde dentro la candidatura de la única persona que, al momento de escribir esto, ha mostrado alguna posibilidad de volver competitiva a la oposición en la elección presidencial gracias a un crecimiento del 236% de su preferencia entre votantes, pasando de 11 a 26 puntos en las encuestas en solo un mes.
Al final, ambos presidentes partidistas han demostrado que son capaces de lo que sea para controlar a sus institutos políticos y aferrarse al poder, migajas más bien, al punto de no distinguirse de Mario Delgado y Citlali Hernández cuando violentaron los estatutos de MORENA y se enquistaron en la dirigencia guinda.
Los activos
El mayor atributo para “vender” la posible candidatura de Xóchitl consiste en que, al igual que Fox y AMLO, se sale del clásico acartonamiento de los políticos tradicionales. Con esto ha podido revirar constantemente a los dichos de sus detractores, entre los comentarios del presidente en sus conferencias diarias. Jiribilla, lenguaje popular y a veces procaz y mente ágil. Un duelo de dobles sentidos de cantina que podría decidir quién se sienta en la silla del águila pero que la acerca a la mayoría de la gente, harta de la clase política.
El segundo gran activo de Xóchitl consiste en devolver la esperanza a la oposición de que, de alguna forma, se puede parar el trabuco guinda que ha arrebatado casi todas las elecciones con el poder del estado y la violación de las normas, como la operación del narco a su favor en muchos territorios y con más y más millones de personas dependientes de los “programas sociales”.
Y en la política la percepción lo es todo.
Finalmente, la persecución y la “revelación” de supuestas corruptelas por parte de AMLO se ha tornado, como el caso del desafuero en 2006, en un motor que impulsa la imagen de la única opositora que parece poder arruinar el destape de las corcholatas.
Los pasivos
Curiosamente, en muchos sentidos, muchas de los activos de la senadora pueden ser, sin demasiado problema, un pasivo.
Los mexicanos aún conocen poco a la senadora, lo cual deja espacio para que crezca y se vuelva un contrincante de cuidado en la carrera presidencial o para que el mayor de sus promotores, le presidente Obrador, pueda crear una percepción negativa de ella más allá del voto duro morenista de 15 millones, con lo que el fenómeno X sólo sería una maravillosa y maquiavélica maniobra del primer mandatario.
De igual forma, su imagen populachera y desparpajada puede ser un contrapeso negativo para la senadora, ya que algunos sectores de la clase media han mostrado un profundo desagrado por el presidente y su manejo de la investidura, basados en un arraigado clasismo. Algo semejante puede proyectar la aspirante de la oposición, con sus huipiles, modos populacheros y groserías espontáneas.
El peso de la mala imagen del PRI y de muchos de los políticos priistas y, en menor, panistas también es un posible pasivo en su recepción como candidata aliancista, uno muy grande. El cuestionamiento que el sector intelectualizado y de “influencers” morenistas, así como la red de bots obradoristas (que con tanto ahínco construyeran Chávez y Mendieta a su paso por la coordinación de comunicación del partido oficial) es un tema álgido, por decir lo menos.
A pesar de que es desagradable pensarlo siquiera, el ser mujer la vuelve un fuerte contrapeso en caso de enfrentar en las urnas a la doctora Sheinbaum. Sin embargo, su género quizá podría actuar en como pasivo en un país dominado por el machismo patriarcal en caso de que fuera elegida cualquiera de las corcholatas masculinas.
Finalmente, aunque no es un pasivo per se, el discurso de sus valores de izquierda y su origen que es un riesgo para MORENA es, también, un punto delicado en caso de ser candidateada por una alianza que se percibe de derecha. Así como existe un sector machista neandertal que no le gustaría una mujer presidente de la república, también hay un sector de ultraderecha que no votaría por la “comunista indígena” del PAN.
Mucho camino por recorrer
Sin ninguna sorpresa hemos podio atestiguar que el presidente y su partido ya están echando a andar la maquinaria de la elección de estado, traicionando todo lo que dijeron combatir y enarbolar por casi dos décadas de campaña. Y, siendo honestos, no sabemos aún si la senadora Gálvez tiene lo necesario -equipo, personalidad, programa, honestidad, fuerza política y de carácter- para contender eficazmente en 2024 pero el arranque de su carrera por la presidencia ha cambiado el orden de las fichas en el tablero, sin duda.
Falta ver que dirán la UIF, el SAT, el INE guinda y Gobernación al respecto.
@HigueraB
#InterpretePolitico