Dedico este texto a la primera presidenta electa de nuestra historia, Claudia Sheinbaum Pardo, esperando que su presidencia lo sea realmente.

Una de las condiciones mas importantes para gobernar es la certidumbre. Esta se construye de diferentes formas: a través de la economía, seguridad pública, desarrollo económico y, por supuesto, control político desde los gobiernos sobre grupos de poder que puedan quitarle la capacidad de actuar en favor de la sociedad.

Actualmente, el imaginario colectivo mexicano tiene a la DO en un lugar central como el mayor factor de acotamiento al poder estatal pero este protagonismo hace olvidar que todo gobierno tiene que enfrentar a otros poderes fácticos, en forma de grupos políticos que acotan y restan poder a los dirigentes desde dentro de la misma estructura del estado y del sistema político.

A menos de un mes de que la banda presidencial sea puesta a la Doctora Sheinbaum, se puede observar que su presidencia se ha transformado, al menos de inicio, en una mesa con tres patas debido al andamiaje restrictivo que se ha construido de forma constante alrededor de ella y de su sexenio.

La certidumbre que debería envolver el traspaso del poder presidencial ha sido sustituida por una espiral de acciones que le restan poder de decisión y trasladan el poder efectivo fuera de los cauces institucionales, marcados por la carta magna y las leyes.

No se trata de que ella sea mujer o su capacidad como gobernante, sino de que el actual presidente, ya sea por miedo a las consecuencias que sus actos o por afán de construir su versión de maximato, le pueden acarrear. Y es que mucho antes de acceder a la presidencia, el primer mandatario saliente se ha establecido la ruta de su gobierno y se encuentra sembrando incondicionales en posiciones clave más, lo que le asegura que nada cambiará en lo esencial, aunque ya no esté sentado en la silla del águila.

Hagamos un repaso para refrescar nuestra memoria, con el afán de ver más allá del primer árbol de este bosque.

El claro ejemplo se dio durante el, así llamado, sexto informe de gobierno que dio el presidente actual hace unos días. Durante la arenga del Zócalo la presidenta electa no fue colocada en el sitial de privilegio que le correspondía y a la vista de todos recibió condicionantes y agresivos “¿o no, Claudia?” desde el templete. Maestro en el uso de los símbolos, AMLO puso un candado más en las cadenas políticas que carga la ex jefa de gobierno y que han sido construidos desde el diciembre en el que le levantó la mano, hace casi tres años, a la jefa de la CDMX.

Otro factor que suma a este escenario es la intrusión de el mayor número de figuras de primer nivel que repiten como parte de ambos gabinetes, lo cual sumado alas burdas “sugerencias” que el líder dio a su sucesora hacen pensar que la relación entre ambos es asimétrica y condicionante.

¿Qué decir ante la urgencia de la bancada obradorista, no morenista sino obradorista, por desmoronar el único poder de la república que se opone a los caprichos del indispensable?, ¿Por qué sus lideres no acordaron las acciones con la figura presidencial con la que compartirán los próximos tres años en el poder?, ¿esto muestra lealtad única a una figura política y su proyecto que no puede ser modificado ni en una coma, aun después de su sexenio?, ¿cómo deja parada esto a la presidente en cuanto al control de su propia mayoría? No olvidemos que todas las reformas planteadas no son surgidas de la mente de Sheinbaum y, entre más reformas se aprueben, menos será su capacidad de decidir el gobierno que ella quiera, al tiempo que deberá pagar los posibles platos rotos al tener que operarlas e implementarlas.

Sumemos la noticia de que se quiere imponer a uno de los vástagos del presidente macuspano en la secretaría general de MORENA, al tiempo que una incondicional dirige al partido cuasi hegemónico. Esto tampoco aclara cómo podrá apoyarse la presidenta en su aparato partidista, en especial si se aparta del correcto camino de la transformación lopezobardorista, el cual ella no decide.

En el plano internacional, el gobierno saliente deja un campo minado en la relación con nuestros socios comerciales de América del Norte. A los rumores cada vez más insistentes de investigaciones por parte de autoridades de aquél país contra las figuras principales del primer gobierno morenista, hay que añadir las exigencias cada vez más repetidas de legisladores allende el Bravo que piden acciones extremas en contra de nuestro país debido a el incumplimiento de acuerdos en lucha contra las drogas, libre comercio, fomento a la democracia, así como el creciente papel de país puente para la guerra comercial que China ha emprendido contra la todavía superpotencia occidental.

Finalmente, no hay que olvidar que Sheinbaum es la primera titular del ejecutivo que enfrenta la revocación de mandato como un hecho legal, un regalo de su predecesor que puede ser activado a través de la bancada incondicional al líder. Una bancada que no responde al partido, ni a la presidencia, sino al poder máximo de la transformación y al que deben sus asientos en el congreso.

Esta espiral que envuelve a Claudia le quita toda certidumbre de que ella será la que, en los hechos y de forma activa, gobernará el país a partir del 1º de octubre. A menos de que nos veamos ante un nuevo exilio estilo Fidji, es evidente que la posibilidad de que la presidenta se afiance en el poder se reduce con cada semana que se acerca su toma de protesta.

Y es que en vista de la forma magistral, sin ética ni principios pero altamente efectiva con la que ha operado políticamente López Obrador no queda más que preguntarnos, ¿por qué esta construyendo este andamiaje alrededor de su delfina?

Nos guste o no, AMLO a demostrado que al momento de hacer casi siempre consigue de una forma u otra lo que se propone. También hemos visto que no le importa pasar la factura a quien sea, mientras él se beneficie.

Ante esto, es evidente que está construyendo la certidumbre de que no dejará el protagonismo político y, en le mejor de los casos, será un poder tras bambalinas, quizá transformándose en el jefe máximo de la transformación. Émulo, callista en tiempos de neopriismo.

Restar de forma activa apoyos y fuerza propia no abona an favor de la gobernabilidad y resta certidumbre de cómo podrás funcionar el próximo sexenio, si noes bajo su supervisión con un caudillo implacable sin las ataduras constitucionales del líder ha generado un ambiente de incertidumbre del nuevo gobierno, con una profundidad como no se había visto en casi medio siglo en México.

Las opciones se reducen y el margen de maniobra se desvanece para la Doctora y no es obra del imperio o de la oposición carroñera, como diría la propaganda del régimen, sino del hombre fuerte del movimiento, que quiere seguir con el manejo de “su país”. La espiral que la envuelve será muy difícil de quebrantar.

Se puede avecinar un gran choque de trenes, agárrense.

@EhigueraB

#InterpretePolitico

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