No me refiero a la tesis postulada por Fukuyama en su famoso libro de 1992. Más bien me refiero al juego de palabras con el que el presente gobierno manipula la historia.
Por una parte, desde el discurso oficial actual, la historia es un proceso innegable que lleva hasta la “4T” y el renacimiento de nuestro país de las cenizas neoliberales por medio de un gobierno igualmente innegable como histórico por ser el mejor en todos los campos de su desempeño: combate a la corrupción, salud, economía, derechos humanos, soberanía energética/alimentaria/política, liderazgo latinoamericano y por supuesto, bienestar.
Por la otra, el relato oficial considera que cualquier hecho previo a su llegada al poder es irreal, falso, con dobleces y trampas y solamente ellos, más bien él, ha logrado terminar con el engaño en que vivíamos los mexicanos.
Por esto se han pronunciado frases abiertamente ignorantes, malintencionadas o mentirosas como “el feminicidio no estaba tipificado antes de nosotros”, “¿Qué (ciencia) habían hecho?, nada más congresos, viajes al extranjero, viáticos. Ahora no.”, “La democracia se dio en 2018, gracias al pueblo, a pesar de las instituciones”, “Ya no hay masacres” y muchas más, muchísimas.
La necesidad de desmarcarse del pasado, ese pasado que el mismo presidente Obrador ayudo a forjar a través de protestas que abrieron el sistema para que pudiera hacerse del poder, lo ha llevado a construir un imaginario según el cual México era una nebulosa en la que nada positivo existía previo al 2018. De esta forma se construye una tendencia mágico-religiosa en el discurso del ejecutivo, compartida por un sector importante de sus seguidores que lo considera el presidentes-estadista-líder más grande e importante de nuestra historia. Tremenda trampa.
La construcción de la idea modernista de la nación mexicana única (esa que incluía y absorbía a todos y nos volvía mexicanos y dejaba de lado herencias africanas, originales o que no veía mucha necesidad por lograr la equidad sustantiva) fue sustituida por la idea de una nación mexicana que nació hace tres años, con su llegada al poder.
Sin embargo, la verdad es que el discurso pseudo histórico de la transformación se encuentra sustentado en ideas, acciones y políticas que dice perseguir, cuando en realidad las repite o manipula. Estas son algunas de ellas:
* El petróleo, la clave del futuro.-
López Portillo dijo, hay que prepararnos para administrar la abundancia. López Obrador nos dice que es la vía de la libertad del país y su bienestar. En realidad, ambos presidentes emprendieron grandes empresas para poner al célebre hidrocarburo en el centro de la vida nacional, sin importarles los cuestionamientos sobre su viabilidad o la transparencia y la corrupción que esto deja como estela. Una idea nueva que ya se vio como resultó en su primera versión.
* La única verdad histórica.-
Igual que el PRI, partido que podemos señalar como padre político de un gran sector de los principales dirigentes de MORENA, incluyendo al presidente, el determinismo histórico unificador es la norma. Se cree vehementemente que sólo ellos saben cuál es la verdadera historia de nuestro país, presente, pasada y futura. A través de esta idea los priistas y neopriistas están convencidos de que su acceso al poder es un imperativo histórico. Determinismo de café.
* La presidencia incuestionable.-
Nuevamente la historia se repite. Al igual que en los mejores años del primer priismo, que abracan desde los 60 hasta los 80, el presidente es la última voz en cualquier tema. No importa si no sabe fechas, nombres, se olvida que los funcionarios cambian (como en sus diatribas contra el TEPJF de 2006 y 2021), o presenta tuits falsos y calumnia. Su palabra es incuestionable y nunca se debe pedir disculpas. Pasamos de la presidencia imperial incuestionable a la presidencia de la transformación histórica incuestionable.
* Todo pasado es prólogo y anécdota.-
Para el discurso de la nueva historia oficial la elección de 2018 inició la democracia. Por ello hay que desestimar, olvidar y hasta confrontar a los movimientos y personas que antes lucharon por el cambio en México. Porque el triunfo es solo atribuible a una tenaz voluntad que luchó 20 años. El ingeniero Cárdenas, Lucio Cabañas, Heberto Castillo, el 68 y el 71, la liga comunista 23 de septiembre, la movilización contra el fraude del 88, la vieja oposición panista, los zapatistas y muchísimas personalidades, movimientos y hechos de la lucha por la democracia se redujeron a la anécdota histórica, cuyo valor en el discurso oficial depende de su utilidad para justificar los dislates del día a día.
* Soberanía de doble discurso.-
No importa que la revolución institucional haya mutado en la transformación inexorable, la soberanía es una moneda de dos caras. En el pasado, el discurso oficial hablaba -como pasa hoy día- de levantar embargos y bloqueos (que no son lo mismo), de liderar a Latinoamérica y de hermanar pueblos y naciones. Esto no cambió, tampoco el hecho de que se ponen los recursos y condiciones nacionales para que en grupos de poder foráneo (desde el gobierno de USA, movimientos guerrilleros, hasta dictaduras) puedan establecer sus reales en nuestro pais. Todo esto mientras se han pisoteado a “hermanos” migrantes y se ha cedido el terreno al crimen organizado para que puedan desaparecerlos o explotarlos, algo que ayer inició y hoy continúa
* El presente no existe.-
Como cierre, a propósito de la encumbramiento de la consumación de la independencia, porque no se pudo celebrar el bicentenario de 2010, es impresionante como se ha repetido el uso de símbolos del pasado, deslavados y en versión light acorde con la tradición de todos los priismos, para decir que se gobierna, olvidando el presente. Se piden disculpas a yaquis y chinos, cuando en algunos casos no son descendientes de las comunidades de las que se abusó en el pasado. Se montan monumentos de cartón piedra y se cambian nombres de calles y se quitan monumentos como si fueran políticas públicas que sustentan el ejercicio del gobierno. Mientras en México apenas vamos saliendo de una pandemia que, oficialmente está por alcanzar 300 mil muertes, con una recuperación económica que no nos colocará ni al nivel de hace tres años -el período de la maldita historia neoliberal- y se sigue afirmando falazmente que las masacres son cosa del pasado.
El nuevo priismo olvida que la historia casi siempre se repite en clave de farsa. Cómo mencioné, ya hubo un presidente López que apostó por los hidrocarburos, trató de liderar allende la frontera mientras cerraba los ojos a la corrupción y la creciente falta de gobernabilidad y culpó a los empresarios y extranjeros de una crisis económica histórica.
Parece que la historia no sirve de lección al presente. El México de hoy es aún más complejo y con aún menos margen de maniobra que hace 50 años.
Solo falta saber si, como su tocayo de apellido, el actual presidente revelará la verdad histórica según la cual es la encarnación de algún dios prehispánico. Todo se puede esperar.
#InterpretePolitico
@HigueraB