En los últimos días la agenda internacional del presidente ha ocupado grandes espacios en los medios de comunicación y, otra vez, ha sido objeto de airados debates. Lo anterior derivado tanto de la provocadora declaración en la que se arroja la autoría del acuerdo para la reforestación 2030 acordado en Glasgow y por su discurso, mañanera en Nueva York según el mismo, en la que habló del estado mundial de bienestar.
Ambos casos invitan a polemizar y discutir, a enfrentarse de nuevo con aquellos que lo apoyan incondicionalmente y poner en evidencia sus mentiras y dislates. Justo como el titular del ejecutivo quiere.
Con esto, otra vez, López Obrador coloca los reflectores sobre temas muy interesantes, pero de poca importancia. Al final ¿Qué impacto puede tener en nuestro futuro inmediato que se conceda a si mismo glorias injustificadas o que no sepa qué puerta de la ONU tocar para sus propuestas?, ¿Por qué nos interesan estas tonterías que sirven de cortina de humo?, ¿para qué hacemos caso a propuestas (muy) zalameras y absurdas según las cuales se le debe proponer para el Nobel de la Paz?
El tema que debemos analizar y cuestionar es el dinero, el del presupuesto 2022, y lo que nos dice de sus intenciones y el rumbo de su gobierno al transitar por el trienio final de su gobierno. En particular, me parece interesante cómo este presupuesto incorpora la deconstrucción del sistema electoral nacional, en particular del INE, con miras a la elección de estado que seguramente se armará para la próxima votación que decidirá el nuevo presidente en 2024.
Y es que el discurso oficial sostiene que las instituciones electorales son lugares donde se concentran las confabulaciones maquiavélicas de los neoliberales antidemócratas, enemigos del pueblo y la verdad histórica y ha dicha afirmación ha sido bandera del actual presidente desde que fue derrotado en 2006, creando la narrativa del mítico fraude y el complot en su contra, el verdadero adalid de la democracia.
Por absurdo que esto suene, y vaya que lo hace, muchas personas creen en ello. Los tres primeros años de gobierno obradorista han servido para consolidar las condiciones para desaparecer o apoderarse del INE.
La fórmula es sencilla. Por un lado, exigir cada vez más actividades y trabajo a la estructura del Instituto, mientras por el otro se le recorta sistemáticamente el presupuesto cada año y se le acusa de caro y a sus dirigentes de vividores que despilfarran el dinero.
El punto toral de este plan es, justamente, el último. Transformar al Consejo General, en especial aquellos que presentan posturas más independientes y firmes ante los caprichos presidenciales, en una cábala de conspiradores ante una parte importante de la opinión pública. Esto tiene por objeto poder capturar el OCA electoral, sin demasiados problemas.
Para esto se han realizado numerosas acciones de preparación: presentar el cumplimiento de las normas de fiscalización como un complot contra el aspirante de Morena al gobierno de Guerrero; presentar el sueldo asignado por la ley de los consejeros como una acción inmoral; acusar el proceso de selección de tres nuevos consejeros -vía el impresentable John Ackerman- como una imposición de los intereses contrarios al pueblo.
Mención aparte merece la consulta para enjuiciar actores políticos del pasado, primer ensayo serio de la estrategia de deconstrucción y apropiación del INE.
Tras negar la extensión presupuestal al Instituto para realizar un nuevo despliegue material, logístico y humano equivalente al realizado en la elección intermedia de este año, los jilgueros mediático-legislativos del nuevo priismo guinda acusaron de sabotaje a la voluntad popular, de complot y de actuación facciosa al Consejo General y se habló desde la mañanera de una reforma que refundara el sistema electoral.
En la actualidad, vivimos el segundo ciclo de esta estrategia, corregido y potenciado. Al ver que, bajo el actual balance de poder legislativo, la refundación del sistema electoral para retornar esta función al Estado tenía bajas posibilidades de éxito se reforzó el discurso de la conspiración antidemocrática con motivo de la posible consulta de terminación de mandato.
El gatillazo de arranque lo constituyó la convocatoria para comparecer ante el pleno de la Cámara de Diputados de Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente para explicar su solicitud presupuestal. Como sabemos, la invitación fue una trampa para descalificar, atacar y provocar al también académico de la UNAM. Un evento en el que casi nadie, con excepción del convocado, habló del presupuesto.
Tras esto, y punto que se quiere cubrir con los sinsentidos internacionalistas, el segundo paso de parte de los legisladores Morenistas irresponsablemente alineados al discurso presidencial, fue reducir en una quinta parte el presupuesto del INE y reactivar los ataques mediáticos contra la instancia electoral nacional, señalando un nuevo boicot a la voluntad popular y señalando los sueldos y gastos de los dos consejeros incómodos.
Desde legisladores, hasta ex académicos devenidos en propagandistas como Hernán Gómez Bruera1, tuercen cifras hacen señalamientos y presentan argumentaciones dignas de un embaucador profesional. Esto, al tiempo en que se esfuerzan en demostrar la lealtad exigida a la causa del gobierno y de la “transformación democrática” de México.
Y el contexto que se avecina no permite optimismo sobre el desenlace.
El próximo año se renueva parcialmente la mesa del Consejo general del INE. Con esto Córdova y Murayama, las cabezas del activismo en favor de la independencia y la institucionalidad, dejarán sus puestos y regresarán a las aulas de la UNAM. El timing no puede ser peor.
Sin duda, se buscará de nuevo controlar la elección de los nuevos miembros del máximo órgano del instituto y la pieza clave será la bancada guinda, abyectamente sometida a la voluntad presidencial, neopriistas al fin y al cabo.
Por esta razón los ataques no cesarán y la campaña para la deconstrucción del aparato legal retomara fuerza, aumentando su virulencia. El presupuesto que se esta aprobando así lo muestra.
Es muy probable que con el relevo de consejeros se retome de forma irrestricta otra vieja costumbre de los priistas clásicos actuales: la elección de estado y el carro completo.
#InterpretePolitico