Claudicar se ha transformado en la palabra esencial en la arena política de nuestros tiempos. Todos los bandos, la gran mayoría de los personajes de peso y hasta un buen sector de la sociedad civil han decidido cobijarse ante lo que la RAE define como la acción de “ceder a una presión o una tentación”.
Evidentemente, al pensar en ceder en estos momentos, lo primero que se nos viene a la mente es la actitud chaquetera de Alejandro Moreno, Alito pa´sus cuates -si es que tiene-, el cual lo ha transformado de furibundo y vocal líder opositor al actual gobierno federal a lo que muchos sospechábamos desde hace meses: un digno ejemplo de la actitud de ceder ante el poder con tal de obtener beneficios y salvar el pellejo. Por cierto, esta actitud también se acerca a la definición de corrupción.
Pese a lo anterior, es difícil encontrar algún personaje político o gobernante que no haya claudicado en los últimos tiempos. Algunos dejaron de lado sus convicciones previas, otros abiertamente buscaron impunidad, algunos más se niegan a aplicar sus propios discursos y todos ellos se encuentran fuera de la esfera de la congruencia y la templanza.
Sin duda, mucho piensan que “los otros”, sean los llamados opositores conservadores o los neopriistas guindas, son los que han dejado de luchar por los ideales democráticos que dicen enarbolar, para mejor perseguir beneficios, tratos y prebendas que les aseguren un futuro tranquilo, con plena impunidad. Si usted ya levantó la ceja con escepticismo, permítame darle una breve demostración de lo que le digo.
Empecemos por los menos obvios: los opositores.
La claudicación de este grupo no tiene que ver tanto con su dedicación a ser un dique que impida que las intenciones autoritarias del actual presidente y sus secuaces guindas. En este caso es una claudicación mucho menos visible y, por tanto, mucho más sutil e inicua.
Los partidos de oposición olvidaron al pueblo de México.
Durante décadas, los partidos políticos jugaron a que la democracia no era más que la administración de los métodos y vías electorales para acceder al poder y repartirlo casi de forma que nadie se quedara con una rebanada del pastel.
Primero se autofinanciaron e impidieron que las instituciones que los debían de controlar y fiscalizar nunca tuvieran una verdadera capacidad para hacerlo; durante décadas impidieron el paso de candidatos independientes, pues para postularte debías tener el respaldo oficial de un partido y, como no queriendo la cosa, entrar en el redil; cuando por fin aceptaron a personas sin partido les impusieron una serie de requisitos que hacían casi imposible ser candidata o candidato ciudadano; finalmente dejaron de lado cualquier intención de realizar una reforma integral del estado mexicano porque así era más fácil gobernara al legar al poder, algo que Fox evidenció desde su sexenio.
Y es aquí donde surge la pregunta, ¿cómo esperaban poder mantener una base de votantes fieles si por un lado las tribus destrozaban al partido de izquierda, por el otro Anaya y sus contrincantes destrozaban al partido de derecha y finalmente el PRI solo se transformaba en la peor versión de si mismo pero vestido de chalecos guinda y con un líder populista, mesiánico y autoritario que era el único liderazgo real del país?
En cuanto al partido MORENA y sus aliados, apéndices de AMLO en la práctica, y de los diferentes gobiernos locales, estatales y federal que visten la camiseta transformacionista es necesario decir que las claudicaciones en las que han incurrido en su inmensa mayoría son tan numerosas que solo revisaremos unas cuantas en esta ocasión.
Primero que nada, la lucha por la democracia. Sin duda, en el caso del actual presidente y los gobernantes satélites que tiene, se ha comprobado esa máxima que reza “el poder no transforma a la gente, sólo muestra quiénes son en realidad”.
Tras una larga campaña de casi dos décadas, la cual dejó en herencia gran parte de las características del sistema electoral, López ha claudicado a unas supuestas convicciones y ha mostrado su talante autoritario e intolerante.
De callar como Chachalaca al presidente por intervenir en las campañas electorales ha pasado violar la ley y la constitución pretextando sus derechos humanos, deformando el alcance y definición a conveniencia. De igual forma, la aparente heredera se ha montado en una posición que contradice décadas de lucha para contener las acciones que generen inequidad de los gobernantes al realizar actos de campaña fuera de la ley, sin importarle lo que dicten las leyes y aduciendo una nunca comprobada conspiración de los órganos electorales.
Sumemos la propuesta de reforma, que quita representatividad, concentra el poder y deja al arbitro de las veleidades electorales la conformación de los órganos rectores y podemos afirmar que se claudicó en mejorar y ampliar la democracia mexicana.
Una segunda claudicación la constituye la promesa de desmilitarización del país, la cual se decía antaño que ere la solución a la violencia creciente en todo el territorio nacional, para decir que se cambió de opinión, a pesar de que esta afirmación mañanera se contrapone a miles de afirmaciones dichas desde el mismo púlpito, empezando por que no hay masacres. ¿O porqué se afirma que se necesitan las fuerzas armadas si ya hay paz, se ha “domando” la violencia, se atacan las raíces de la desigualdad y ya no existen masacres de acuerdo con los mismos dichos presidenciales?
Existen muchos más ejemplos: el manejo mentiroso, anticientífico e irresponsable de la pandemia y el fracaso del INSABI ante el objetivo de tener un sistema de salud de primer mundo; el desbasto médico ante la promesa de medicamentos gratuitos para todos, en todo el territorio nacional; la opacidad y las asignaciones directas que son factores que generan corrupción en todos los gobiernos son la prueba de cómo se claudicó ante la demanda popular de combatir la corrupción (la caída de compranet y el decreto que establece que toda obra publica es de seguridad nacional, también entran en este apartado); ni qué decir de crecer al 6% o de reducir el número de pobres del país.
Resta revisarnos, a nosotros los ciudadanos que hemos claudicado con suma facilidad a nuestros derechos y preferimos ignorar la historia, que siempre esperamos que un iluminado nos saque las castañas del fuego mientras deseamos que ahora si las cosas funcionen, sin que me frieguen demasiado.
Pero eso es harina de otro costal, no claudicaremos en exhibirlo.
#InterpretePolitico
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