Aquellos que defienden la justicia siempre ocupan el lado correcto de la historia.
Barack Obama

Sin duda, la extradición de Emilio Lozoya Austin es un triunfo para el discurso anticorrupción que sostiene el presente gobierno. Sin embargo, el hecho en sí mismo solo es un inicio prometedor.

Este juicio, así como los que se podrían establecer contra García Luna y César Duarte, constituye la piedra de toque para el presidente y sus políticas de mejora de la vida pública. Los efectos de su desarrollo de este caso harán eco, por lo menos, hasta el 6 de junio de 2021.

Y es que a pesar de la voluntad que se ha demostrado para perseguir algunas de las figuras emblemáticas de la corrupción de pasados sexenios, la aprehensión y extradición no significa que se haya comprobado su culpabilidad, ni que se vaya a lograr hacerlo. El inicio del proceso es equivalente a barrer solamente el primer escalón de la proverbial escalera que le gusta mencionar al presidente, pero aún queda lejos el final de esta.

Todos los procesos anticorrupción deben cumplir ciertas condiciones y éste en particular por su misma naturaleza mediática y para evitar sospechas de manipulación política con sobrada razón. Transparencia, respeto al debido proceso, establecer y construir un caso sólido, sin grietas técnicas. De igual forma, no se debe permitir el manejo político del proceso, pues solo aumentaría la polarización y la división de la sociedad.

Sin embargo, las primeras señales no son alentadoras.

Aparentemente se ha tomado la decisión de que las audiencias del caso Lozoya se realicen a puerta cerrada, sin presencia de medios ni alguna forma de presenciarla en tiempo real a través de algún medio tecnológico.

La excusa de mantener las medidas sanitarias no basta para justificar algo así. La importancia política que representa el caso demanda la mayor publicidad posible, por todos los medios al alcance. Solo así se disipará la neblina de la desconfianza que opaca la vista de la sociedad y se podrá demostrar que el llamado nuevo régimen que gobierno es, en efecto, diferente a sus antecesores.

La tecnología de nuestros días permitiría evitar romper las normas de sana distancia y enterar a los ciudadanos de lo que ocurre en tiempo real, solo se requiere de voluntad.

También un aspecto que nos debe preocupar en este proceso es la tendencia a la incontinencia verbal y opinativa de diversos funcionarios de la administración actual, desde el presidente hacia abajo, pues se puede dar a conocer información o interpretaciones incorrectas.

Se debe dejar hablar a las leyes y la política debe callar, so pena de que la justicia no pueda impartirse de forma correcta, o no simplemente no pueda ejercitarse.

De la mano a lo anterior va el cuidado que se ponga al momento de seleccionar el equipo de la fiscalía en el cual recaerá la representación de los mexicanos para enjuiciar a Lozoya. Una de las grandes carencias al momento de enjuiciar a los peces gordos del pasado ha sido una voluntaria incompetencia técnica y legal de aquellos que buscan lograr sentencias por actos de corrupción.

Si se quiere establecer un antes y un después, este tema es esencial.

Finalmente, se debería esperar que cualquier juicio de esta envergadura no debe ser un acto aislado. Por el contrario, espero que este sea el primero de una serie de querellas que castiguen a los culpables de la corrupción del pasado, al tiempo que se produce un disparo de salida para castigar a los elementos corruptos enquistados en la presente administración. Personajes que, hasta ahora, se pasean felices haciendo chuchú, robando a nuestros atletas, vendiendo carbón a pesar de los conflictos de interés y enriqueciéndose inexplicablemente con sueldos de catedráticos, por mencionar solo los ejemplos cosnpicuos.

La lucha contra la corrupción desde el ámbito gubernamental no tendrá un efecto real hasta que no se termine de crear (o refunde correctamente) el Sistema Nacional Anticorrupción, se generen verdaderas políticas públicas y leyes más severas que castiguen este tipo de prácticas y se deje atrás las ocurrencias o los meros objetivos políticos. Sin sistematización no habrá posibilidad de vencer en esta batalla.

Para decirlo con claridad, no se puede barrer una escalera eligiendo limpiar algunos escalones y otros no. Al final, una de las banderas de transformación mas importantes en 2018 fue la del fin de la corrupción y tiene ilusionados a millones de mexicanos. No cumplirla podría hacer que el tigre se voltee contra su jinete y lo devore.

#InterpretePolitico

@HigueraB

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