Con la confirmación de que un grupo de hackers logró vulnerar la ciberseguridad de la SEDENA por parte del presidente, algo insólito dada su costumbre de negar hechos y datos que no le son favorables a su gobierno, se levantan más preguntas que respuestas.

Sin embargo, tras empezar las verdaderas revelaciones al quedar al descubierto el uso de Pegasus en este gobierno, se regresó al discurso de siempre en menos de una semana.

Por eso, a pesar de que este terreno puede ser altamente especulativo, es necesario adentrarnos en él análisis debido a lo que nos relata este evento, más allá de la información contenida en los seis terabytes de información dura que aún están por ser realmente analizados a fondo por tirios y troyanos.

La fe inquebrantable, otra vez.

El presidente ha mentido sobre su estado de salud y eso es un riesgo de seguridad nacional. Punto.

Sin embargo, sus huestes de incondicionales -en especial esas de las redes sociales que atacan y bloquean siempre que se les responde- han hecho todo lo posible por minimizar la irresponsabilidad del presidente y la gravedad de su salud, así como de la filtración.

Esta situación se trata de un control de daños preventivo a lo que se pueda venir: es mejor tratar de quitar importancia a posibles incidentes que muestren la debilidad o posible incapacidad física del primer mandatario para ejercer su función al frente del gobierno.

Con la clásica maniobra discursiva de llevar un tema al terreno moral ya se está preparando el siguiente paso: ahora se explica que “es normal” que un hombre de su edad tenga “achaques” y que es “admirable” lo que hace, levantándose todos los días a las 4 am para “trabajar por el país” para que en el futuro se pueda argumentar, en caso de un episodio médico grave que los que pidan su renuncia o inhabilitación son “poco patrióticos, miserables que no ven el desgaste de un estadista entregado al trabajo por México”.

En otras palabras, la fe en el caudillo de los abrazos y la opacidad se blinda con la fe inquebrantable de su grey.

Soy yo, siempre, o mis adversarios

Al momento de desestimar los señalamientos de espionaje en contra del periodista y escritor Ricardo Raphael con otra de sus frases (“¿quién es él?, ni lo leo por que es vocero conservador y es previsible”), el presidente se coloca en el centro del tema, cuando en realidad sus gustos y disgustos, filias y fobias no tiene la menor importancia.

Tampoco importa para el caso si él sufrió espionaje, ahora es el primer mandatario de México y, si fuera congruente con su historia y su discurso, no permitiría que esto ocurriera. Se trata de un tema de afectaciones en libertades y derechos constitucionales y humanos de ciudadanos mexicanos, el cual no se reduce en importancia porque no lea a un periodista, así se trate del presidente de la república.

Para que lo entendamos, es equivalente al “¿y yo por qué” de Fox. En ambos casos los mandatarios ignoraron y huyeron de su responsabilidad y se portaron, cuando menos, pusilánimes.

Y a esto se le suma otra clásica en la misma mañana, “son los medios y nuestros adversarios conservadores que nos quieren dañar”. Una frase resume que rehuir de las acciones propias y las consecuencias que puedan acarrear son el mantra presidencial de este sexenio, como nunca antes.

Cambiar de opinión

Ante la avalancha de datos duros, los cuales no puede enviar ni la estampita detente anti COVID, el presidente ha tenido que adaptarse discursivamente para intentar seguir su dominio de la narrativa pública. “ya cambié de opinión” fue la primera de estas concesiones a los hechos y los datos.

La segunda la emitió en la mañanera de hoy, cuando Dijo que el uso de pegasus por parte de las fuerzas armadas “no es espionaje, sino inteligencia”. Hay que entender que previo a esto aceptó que los seis terabytes de informes son reales al hablar de su salud, lo que significa que el espionaje es real y ahora solo se trata de hacer un viraje coyuntural que pueda sostener el slogan desgastado de campaña “no somos iguales”.

Cambiar de opinión, que no es lo mismo que justificarse, permite cambio de estrategias, de políticas públicas y de acciones de gobierno. Pero eso parece que no importa al “mejor presidente de la historia”.

La proverbial punta del iceberg

Al momento de darse a conocer los informes que hablan de un presidente enfermo, que se encuentra entrando y saliendo del hospital las huestes de creyentes en la 4t y su líder bienamado dijeron “seis terabytes y es lo único que encuentran, este es un gobierno limpio y transparente”.

La verdad es que estos seis teras significan millones de mails, presentaciones, videos, imágenes, informes, tarjetas informativas y un largo etcétera. Un material de este tamaño no se puede leer completo, mucho menos analizar a fondo, en unos días o un par de semanas. Este es un tema que seguirá creciendo y profundizándose al paso de los meses y que constituye un dolor de cabeza para el gobierno y su credibilidad rumbo al 2023 y 24.

Lo que vemos aquí, y que se trata de minimizar desde el lado progubernamental, es una avalancha de datos irrefutables que deben ser analizados y cruzados, comparados con el discurso oficial y las declaraciones de los personajes del poder para, entonces, tratar de entender que hay detrás del telón de opacidad que el presidente López Obrador ha corrido sobre su actuar y del ejecutivo en general.

Sin duda habrá grupos duros que continuarán con la letanía “es un complot” que han usado desde hace tres décadas y que no ha cambiado a pesar de acceder al poder. Sin embargo, esta es la primera ocasión en la historia en que podremos atestiguar el juicio de un presidente y su trabajo en tiempo casi real.

Esto apenas inicia y se va a poner mucho más rudo.

@HigueraB#InterpretePolitico

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