Si la historia es la gran maestra de la vida, por referir una expresión atribuida a Cicerón y retomada por corrientes de historiadores, habría que abrevar de sus múltiples enseñanzas sobre los acontecimientos ocurridos, con la comprensión de los contextos, las condiciones y los distintos momentos en que se configuraron.
Las efemérides suelen ser oportunidades para revisar algunos acontecimientos. Así, el pasado 18 de julio, Aniversario Luctuoso de Don Benito Juárez García, orientó la lectura de un libro que narra uno de los episodios bélicos y políticos más importante de la historia nacional, La República Errante, publicado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
Es claro que el tiempo del gobierno del presidente Juárez concentró muchas tensiones, las cuales se potenciaron durante el periplo que da nombre al libro y va de 1863 a 1867. En la presentación, Patricia Galeana, sintetiza este periodo que inició el 31 de mayo de 1863, tras la caída de la Ciudad de Puebla y la entrada previsible de las tropas francesas a la Ciudad de México, momento en que el presidente Juárez decidió salir de la capital y trasladar los poderes de la Unión al interior del país.
Refiere que durante cuatro años, un mes y quince días, la soberanía de la República se estableció en San Luis Potosí, Monterrey, Chihuahua y Paso del Norte. Ese transitar de la República abre muchas preguntas sobre la actividad política e institucional al interior del país y fuera de éste, los acuerdos y las dificultades entre personajes y grupos de poder, que alcanzó hasta el retorno de Juárez al Palacio Nacional en 1867.
Como bien dice el historiador, Rubén Ruiz Guerra en otro capítulo, quienes vivieron esta etapa de la historia tuvieron que aprender en el camino, seguramente más en términos políticos, de conciliación y construcción de acuerdos puesto que los intereses de los liderazgos locales eran totalmente distintos y sería muy romántico pensar en la coincidencia de todos en la defensa de la institucionalidad republicana.
De esta manera registra que “había quien tenía una visión amplia, quienes tenían una visión de mediano alcance, pero también había muchísimos intereses pequeños, personales o cortos, que generaban una situación que no era favorable para una defensa clara de la institucionalidad”.
Esta etapa intensa de la vida de la naciente República, es una oportunidad de seguir explorando con nuevas y más preguntas sobre el liderazgo juarista y el quehacer de los actores participantes en este periplo, sin la perspectiva de reproducir una historia de bronce; más bien como lecciones para aprender a enfrentar las adversidades de los nuevos tiempos.
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana.
Integrante del Sistema Nacional de Investigadores.