La distinción entre equidad e igualdad es necesaria en términos conceptuales, para la comprensión de realidades complejas y sus incidencias en materia legislativa, de definición de políticas públicas, programas sociales y orientación de presupuestos. El uso ambiguo de ambos términos en discursos políticos, así como en planes y acciones institucionales ha generado consecuencias que se manifiestan en la ampliación de brechas sociales.

Ya no se trata de insistir en una política social de trato igualitario si antes no consideramos que las acciones institucionales y los presupuestos públicos se orientan a poblaciones con distintos niveles de desarrollo, organización, economía e incluso formas de gobierno y cosmovisión; en este sentido, la comprensión de la equidad educativa refiere a la identificación de necesidades diferenciadas para asegurar el logro de metas comunes.

Tal distinción permite reconocer que los problemas de inequidad y desigualdad no son asuntos locales, de una entidad del país o de una sociedad determinada, sino que son resultado de complejas interacciones globales, nacionales y regionales, surcada por decisiones políticas, modelos de desarrollo y asignaciones presupuestales que favorecieron a las metrópolis o ciudades de mayor tamaño en detrimento y abandono de zonas rurales habitadas en su mayoría por población indígena.

La reflexión es provocada por la lectura del libro “Equidad educativa en Oaxaca”, coordinado por María Elena Quiroz Lima y publicado por la Universidad Pedagógica Nacional, el cual integra un diagnóstico socioeconómico de Oaxaca, con información estadística que resalta rubros que sitúan a la entidad por debajo de la media nacional y con mútiples rezagos en términos de economía, marginación, índices de desarrollo humano y desde luego cobertura educativa.

La obra presenta un minucioso trabajo de campo con entrevistas a actores clave de las comunidades y las instituciones encargadas de ofrecer los servicios educativos en sus diferentes niveles, lo que permite que los autores argumenten que los subsistemas educativos para la población con menores recursos económicos, no favorecen el trabajo a favor de la equidad y la igualdad, y por el contrario, amplian aún mas las brechas sociales; por ello, la comprensión del problema es necesario como punto de partida para emprender rutas constructivas, igualitarias y equitativas en el sentido de que el origen no puede ser el destino.

Del resultado de la investigación, los autores apuntan que “no hay políticas que promuevan estrategias para alcanzar el mismo logro de aprendizaje, sin excluir aspectos culturales y lingüísticos. La educación bilingüe es mínima y los resultados muy diferenciados con respecto a los parámetros internacionales”. De ello, se infiere que el aprendizaje contextualizado y el impulso a las lenguas originarias sigue siendo un desafío para la política educativa nacional, sobre todo si se considera la diversidad étnica y lingüística de Oaxaca y de las entidades del sureste del país con características similares.

Uno de los aportes del trabajo es definir la equidad educativa como “un proceso que reconoce la heterogeneidad de la población estudiantil, para que la escuela proporcione los apoyos de acuerdo con las necesidades específicas de los estudiantes, a fin de garantizar que las diferencias en el logro educativo no se deban a la clase social de procedencia, los ingresos económicos, el género o la etnia a la que pertenecen los estudiantes”.

En relación a la educación superior, el panorama muestra la persistencia de inequidades y desigualdades históricas en diferentes aspectos y dimensiones, ya sea la cobertura, financiamiento, salarios, gasto por estudiante, inversión en infraestructura o número de estudiantes atendidos por profesor. Oaxaca muestra resultados con una franca inequidad que no se ha resarcido a pesar de diferentes programas compensatorios.

La lectura del trabajo resulta importante en el marco de la nueva Ley General de Educación y en una etapa en donde las entidades federativas tienen oportunidad de legislar y reorientar políticas y presupuestos para revertir el rezago educativo con medidas compensatorias para la equidad en regiones y sectores que han permanecido en desventaja, y con la perspectiva de alcanzar el resultado de la igualdad.

Rector de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.

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