La mediación de conflictos sociales y la construcción de una Cultura de Paz, tiene quizá como nunca antes, un asidero universal que no puede estar limitado exclusivamente a una función de gobierno o restringida a marcos jurídicos, sino que requiere para su atención el despliegue de vínculos con distintos actores sociales y la construcción de una cultura de conciliación.
La evidencia empírica demuestra cada día que los esfuerzos realizados para atender conflictos sociales no han sido suficientes para resolverlos y en muchos casos pone en evidencia la incapacidad o los sesgos de quienes participan en la resolución de problemas al excluir las características de cada contexto o bien no tomar en cuenta la participación de los sectores sociales involucrados.
En este sentido, la alianza entre la academia y las organizaciones civiles, enfocada a la construcción de un observatorio ciudadano de largo alcance, resulta importante para la comprensión de las motivaciones y percepciones de quienes protestan en los espacios públicos encaminados a generar nuevas vías de conciliación y diálogo que tracen rutas factibles hacia una convivencia en la pluralidad, la diferencia y el respecto a los Derechos Humanos.
Las universidades, particularmente las de los estados, no están al margen de la conflictividad social que se vive en sus regiones, por lo que pueden perfilar un trabajo constante de vinculación y extensión con actores movilizados ante los distintos agravios por exclusión e injusticia. Por otro lado, las organizaciones civiles, desde hace mucho tiempo, han sentado precedentes en procurar alternativas a las formas de ejercicio del poder autoritario y en el acompañamiento a procesos en los territorios.
Por ello, la relevancia que tiene el Programa Institucional de Cultura de Paz en Oaxaca como proyecto colaborativo de sinergias académicas y civiles. La reciente presentación pública del Grupo de Trabajo, permite identificar una alianza conformada por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y el Laboratorio de Análisis de Organizaciones y Movimientos Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las acciones emprendidas entre ambas instancias, son parte de una vinculación que pretende ser más constante y progresiva con organizaciones como Servicios y Asesorías para la Paz (SERAPAZ), el Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosarios Castellanos A.C. (GESMujer) y Servicios para una Educación Alternativa A.C. (EDUCA), así como la colaboración en materia de Derechos Humanos ya en curso con la Defensoría del Pueblo de Oaxaca (DDHPO).
La experiencia de estas alianzas permitirá sistematizar el alcance del acervo en la materia, abrevándose de otros conocimientos, nuevas metodologías, comprensión de los aprendizajes de quienes están en el activismo de manera constante, más allá de categorías abstractas y excluyentes que dominan el quehacer de las instituciones y que o eran de manera vertical a partir del desconocimiento de la diversidad y la pluralidad que caracterizan a los pueblos.
El aumento de las movilizaciones y protestas sociales en los últimos años, con sus distintas motivaciones y demandas, tiene que preocuparnos y ocuparnos de manera colectiva e interinstitucional, y llevarnos al cuestionamiento de aquellos mecanismos y tentativas de incidencia que no han logrado apaciguar la situación de conflictividad social que lejos de revertirse, se acentúa.
La colaboración entre academia y organizaciones civiles, como proyecto estratégico de largo plazo en esta entidad federativa del sureste de México, configura una oportunidad de apertura de nuevos caminos hacia la formación de mediadores y mediadoras en resolución de conflictos y como una aspiración que también se expresa en la nueva Ley General de Educación Superior (LGES).
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana
Integrante del Sistema Nacional de Investigadores CONACYT