El propósito del Libro sin recetas para las maestras y los maestros (publicado por la SEP) es “catequizar” a los maestros mexicanos en la ideología cuatroteísta (inspirada en el marxismo) lo que, en mi opinión, se opone a la idea de que este gobierno tiene una filosofía humanista. En esta columna me propongo ampliar mi argumentación, explicando qué se entiende por humanismo y cuáles son sus raíces históricas, y porqué la propuesta curricular de la SEP no coincide con esta corriente de pensamiento, en la que el individuo es el centro de atención y no la comunidad.
En la actualidad, el humanismo se puede entender como una filosofía de vida progresista que, en ausencia de creencias religiosas y sobrenaturales, parte de la capacidad y responsabilidad de las personas para desarrollarse individualmente y aspirar a un bien mayor, acorde con principios éticos. Sin embargo, este término ha cambiado a lo largo de la historia. Así, nace el humanismo renacentista que se inspira en las obras y pensadores italianos. Durante la ilustración, los valores humanistas se enriquecieron con los avances de la ciencia y la tecnología. Durante el siglo XX se crean distintas organizaciones humanistas en Europa y en Estados Unidos (ej. Humanists UK y American Humanist Association), que difundieron sus principios mundialmente. Desde inicios del siglo XXI, se utiliza el término para referirse a un enfoque centrado en el bienestar humano; que defiende la razón, la libertad, la autonomía, la dignidad y el desarrollo de los individuos; y, con una preocupación por fomentar la democracia y conservar el mundo que nos rodea. De acuerdo con la Revista Humanista, es una filosofía racional informada por la ciencia, inspirada por el arte y motivada por la compasión. Entre sus principios se encuentra el de la sociedad abierta, los derechos humanos y la justicia social.
Regresando al Libro sin recetas de la SEP, en el que se recomienda a los docentes a leer una literatura marxista en aras de adquirir una “conciencia crítica”, y en el que se substituye el espíritu del artículo tercero constitucional —del derecho de niños y jóvenes a recibir una educación de excelencia “… que promueve el máximo logro de aprendizaje…”—, por: favorecer a la comunidad de estudiantes por encima de los derechos individuales; satanizar las aspiraciones de los alumnos por lograr metas personales; igualar el valor del conocimiento científico con el de los saberes, tradiciones y creencias de las comunidades; estigmatizar la filosofía y culturas occidentales, por considerarse colonizadoras y extranjerizantes; desvalorar el mérito personal y la forma de evaluarlo; oponerse a perseguir el máximo potencial humano en cada estudiante, por considerarlo un valor neoliberal; descartar el concepto de rendimiento académico, por considerarlo una forma moderna de esclavitud y oponerse al concepto de libertad de los individuos, porque “violenta la construcción de comunidad y genera dinámicas de enajenación clasista e individualista”.
El Libro sin recetas dista mucho de coincidir con las premisas y metas del humanismo. Como bien lo expresó Luis Hernández en su artículo “El misal y la feligresía” (La Jornada, 7/2/23): se trata de un manual organizado alrededor del concepto de “comunidad”, que se menciona decenas de veces, pero que nunca se define. En el fondo, la idea central de la Nueva Escuela Mexicana es que lo comunitario es bueno y lo individual es malo. Esta postura, propia de los gobiernos totalitarios, se contrapone al pensamiento humanista moderno que prioriza los derechos humanos de los individuos sobre el colectivismo. En este contexto, el individualismo es una posición ideológica que enfatiza la dignidad moral del individuo, así como su independencia y autosuficiencia, y se opone a todo tipo de intervenciones externas sobre sus opciones personales, ya sea que provengan del gobierno o de cualquier organización.
Finalmente, de acuerdo con Wikipedia, todas las culturas tienen rasgos individualistas y colectivistas, cuyas diferencias radican en el peso que le dan a cada una de ellas. Cito: “…las regiones más desarrolladas, como Europa Occidental, Australia, América del Norte y Japón tienen culturas más individualistas mientras que las regiones en desarrollo, como Oriente Medio y el Norte de África, África Subsahariana, India, el Sudeste Asiático y América Central tienen culturas más colectivistas.” Me queda claro que, por el contenido de los libros de texto de la SEP, la ideología cuatroteista apunta a la del grupo de los países subdesarrollados. Como bien lo calificó Enrique Serna (Milenio, 4/29/22), el gobierno de la 4T aspira a tener una educación aldeana.