La falta de planeación, la improvisación y la ocurrencia son prácticas comunes en la definición de políticas públicas de los países subdesarrollados que, usualmente, son de corto plazo; en el caso de México, seis años. A esto se le suma la práctica despótica de nombrar a familiares o amigos a cargo de las instituciones del gobierno, quienes carecen de la formación y la experiencia necesarias para conducirlas eficazmente. Otra característica de este grupo de países es que sus gobernantes culpan a gobiernos pasados de todos los males presentes, por lo que se ocupan de eliminar los programas e instituciones de administraciones anteriores para sustituirlos por nuevos proyectos que lleven su sello.

Por el contrario, los resultados de la investigación científica, el uso de indicadores y estadísticas, la opinión de expertos, el trabajo de colegios y academias, y las consultas ciudadanas forman parte de los elementos que se utilizan en los países más desarrollados para diseñar programas y políticas públicas de largo aliento, que trasciendan las fronteras temporales de un gobierno. En este caso, se eligen como cabezas de sector y de las instituciones a las personas más aptas y preparadas, cuya formación y experiencia se consideren idóneas para el puesto que ocupan. Estos gobiernos buscan conservar del pasado lo que ha funcionado bien, para construir un futuro con los cimientos que se han dejado.

Esta reflexión viene a colación pues el gobierno cuatroteísta ha mostrado ser parte del primer grupo de países que improvisan, desprecian las evidencias y destruyen instituciones a su paso. Los casos del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y el de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) ejemplifican lo anteriormente dicho. El Seguro Popular (SP) fue creado en 2003 con el objetivo de brindar servicios de salud a la población más vulnerable que no contaba con seguridad social y que no podía acceder a servicios médicos de calidad. El SP sobrevivió a tres administraciones, logrando cumplir su propósito con las limitaciones presupuestales y administrativas mexicanas. Sin embargo, MORENA se empeñó en sustituirlo, alegando la falta de calidad de los servicios de salud, la inequidad en su distribución y la falta de transparencia y eficiencia en el uso de sus recursos. En su lugar, se creó el Insabi para brindar servicios de salud de calidad a las personas que anteriormente estaban cubiertas por el SP y a quienes no tenían acceso a éste. Desde su inicio, varios especialistas expresaron su preocupación por la dudosa capacidad del Insabi para cumplir con su propósito. También, se dudó de la capacidad de su primer director para dirigir la institución, pues no tenía la formación en el campo de la salud. Desgraciadamente, las críticas se hicieron realidad ya que, por falta de planeación, recursos humanos e ineficiencia, el Congreso tuvo que desaparecer al Instituto y crear uno nuevo: el IMSS-Bienestar. En síntesis, esta ocurrencia le salió carísima a la población más vulnerable, que dejó de tener acceso a medicinas, consultas externas, atención especializada y quirúrgica.

En muchos aspectos, la NEM se parece al Insabi. La propuesta educativa cuatroteísta vino a sustituir la Reforma Educativa de 2013, que fue abrogada en su totalidad y, de paso, desapareció al Instituto Nacional Para la Evaluación de la Educación, quien se encargaba de generar las estadísticas educativas del país. Para muchos especialistas, el modelo pedagógico propuesto por la NEM apunta a un fracaso educativo de grandes proporciones, por las siguientes razones: 1) se impondrá un plan de estudios cuestionable que no se ha probado en las generaciones más frágiles, impactadas por la pandemia, 2) se desprecia los avances de las ciencias cognitivas y de las didácticas especiales, 3) se privilegia la ideología sobre la pedagogía, 4) se ponderan por igual las creencias y saberes populares con el conocimiento científico, 5) se renuncia a tener un proyecto educativo de nación por uno comunitario, 6) se reduce la importancia de las matemáticas, al desaparecerla como asignatura en primaria, 7) se quitan del centro educativo al estudiante y a la escuela como centro pedagógico, 8) se utilizan libros de texto inadecuados para la edad de los escolares, con cargas ideológicas para los docentes, 9) se trivializa la adquisición de aprendizajes esenciales y 10) se denosta la evaluación con propósito de certificación.

En síntesis, la NEM viene siendo una especie de Insabi educativo, en el que se improvisa, se desprecia el conocimiento científico y se pone al frente de este proyecto a personas con escaso conocimiento educativo (como el director general de materiales educativos). Al igual que el Insabi, se afectará a una inmensa mayoría de niños y jóvenes, poniendo en riesgo el futuro educativo de las nuevas generaciones.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C.

@EduardoBackhoff

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