En un artículo anterior (parte I http://eluni.mx/gcucx6l16) comenté que actualmente se vive un ambiente de polarización en el país , que se materializa en distintas percepciones e interpretaciones de la realidad mexicana. De acuerdo con el Dr. Nilsson , la percepción de la realidad se ve afectada por las creencias que tenemos de ella y que el conjunto de percepciones y creencias forma una realidad virtual que modela al mundo. Este fenómeno psicológico explica por qué personas inteligentes y cultas llegan a ver de manera opuesta los mismos hechos que acontecen en nuestro país. En este segundo artículo me referiré a la fuerza con que se aceptan las creencias y los obstáculos que nos enfrentamos para poderlas cambiar.

Los niños creen en todo lo que sus padres y maestros dicen; pero los padres, como las demás personas, pueden creer en una sarta de tonterías. Como los niños no son expuestos a puntos de vista opuestos, adquieren con mucha facilidad las creencias de los adultos, las que se abandonan paulatinamente conforme se tienen evidencias que las contradicen. Exponerse a otros puntos de vista es necesario para que las personas puedan abandonar algunas de las creencias que adquirieron a lo largo del tiempo. Es importante que las personas adultas evalúen la veracidad de sus creencias, lo que solo puede hacerse empleando el pensamiento crítico, que implica indagar y someter a escrutinio las consecuencias de las creencias, así como descartar causas inverosímiles y crear explicaciones plausibles. Esta actividad intelectual la emplean de modo natural todas las personas, incluyendo los niños. En la medida que se emplee más rigurosamente, mayor será su utilidad. Estrictamente, el pensamiento crítico implica: 1) conocer la opinión de expertos y considerarla muy en serio cuando ésta es unánime, 2) considerar las consecuencias y explicaciones de una creencia: cuanto más creíbles sean éstas, más fuerza tendrá la creencia, 3) analizar las consecuencias y explicaciones de una creencia con respecto a otras creencias que se relacionan entre sí (red de creencias).

Nuestras creencias deben estar sujetas a cambios, como lo están las teorías científicas que son falseadas por evidencias nuevas que dan lugar a otras teorías que, igualmente, estarán sujetas a ser falseadas por nuevas evidencias. Las creencias de las personas también deberían poderse cambiar con base en nueva información y tras discutirlas con terceras personas. Sin embargo, algunas personas no están dispuestas a poner sus creencias en duda, tampoco leen materiales que desafíen sus creencias y no tienen discusiones con personas que piensan distinto. Cuando se discute con personas afines, las creencias se vuelven más extremas. Así, un grupo preocupado del cambio climático al reunirse para hablar del tema, termina más alarmado; lo mismo ocurre con quienes no están de acuerdo en las uniones entre personas del mismo sexo, cuando se reúnen para hablar del tema terminan siendo más radicales.

Por otro lado, la tecnología parece llevarnos a una burbuja intelectual, en donde interactuamos cada vez más en sitios como Google, Facebook y Twitter, portales que nos presentan información filtrada que coinciden con nuestras propias preferencias y visiones del mundo. Tales sitios moldean nuestros gustos y percepciones al filtrarnos la información discordante. Como consecuencia de esta inactividad intelectual, quedamos atrapados en las creencias que llegamos a construir a lo largo de la vida, sin importar si éstas están, o no, alejadas de la realidad.

Otras personas sí están dispuestas a poner en tela de juicio sus creencias, pero se enfrentan con dos sesgos psicológicos: el de confirmación y el de disconformidad. El primero es la tendencia de favorecer la información que apoya nuestras creencias. El segundo es la tendencia a menospreciar la información que es contraria a una creencia establecida. Estas trampas cognitivas impiden que cambiemos de opinión, aún en situaciones donde se presenten evidencias en pro y en contra de una creencia. Algunos estudios han mostrado que, tras escuchar puntos extremos en una conversación, las personas tienden a adherirse más férreamente a su creencia original. Esto sucede debido a que la información que apoya a una creencia se le concede más peso y cuando la información es contraria se le desestima.

En resumen, las distintas visiones que las personas cultas tienen sobre la realidad de lo que sucede en el país es producto de sus creencias y percepciones. Cuesta mucho trabajo comprender que no somos dueños de la verdad y que es muy sano ponernos a prueba escuchando opiniones contrarias a la nuestra y utilizando el razonamiento crítico. Seguramente, ello matizará nuestra opinión sobre lo que acontece en el país y, quizá, hasta se cambie de bando.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff

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