De manera imprevista, el Covid-19 (Coronavirus) ha impactado la salud pública mundial y se ha convertido en una pandemia, que alcanzará a todos los rincones del planeta. Ha hecho estragos en China y parte de Europa, y se está extendiendo a México, de manera lenta pero definitiva. El Coronavirus tiene la particularidad de ser altamente contagioso (aunque no demasiado mortal). El gobierno federal anunció el martes que hemos empezado la fase II de esta pandemia, que significa que hay cientos de personas contagiadas en el territorio nacional. La cantidad de información y desinformación que circula en las redes sociales, así como las declaraciones del gobierno, han provocado distintas reacciones de los ciudadanos que se traducen en un miedo colectivo, por lo que han decidido guardarse en casa, a pesar de la sugerencia del presidente de “seguir comiendo en los restaurantes para no afectar la economía del país”.
Al igual que lo sucedido en 2009, con la pandemia de influenza H1N1, en estos días se difundieron muchos rumores, que se pueden estudiar en el marco de lo psicología de masas. Este fenómeno psicosocial se relaciona con los comportamientos tanto de los individuos, como de una multitud como un todo. En esencia, la teoría nos dice que el comportamiento de las masas influye fuertemente sobre la conducta, emociones y pensamientos de los individuos; efecto que aumenta con el tamaño del colectivo. Así, la persona “pierde”, en un sentido, su individualidad a cambio de adquirir la universalidad del comportamiento de la comunidad a la que pertenece. El fenómeno de la psicología de masas se conoce y ha sido estudiado desde fines del siglo antepasado. En términos prácticos, se puede decir que el comportamiento de las masas son un fenómeno de la vida social, cuyos miembros se encuentran en interacción constante, que pueden reaccionar de una forma más o menos homogénea y simultánea ante un fenómeno común (o algún interés compartido), sin tener que organizarse.
En la actualidad, las redes sociales han intensificado exponencialmente la comunicación entre personas de todos los rincones del mundo. Así, han propiciado el intercambio de información básica sobre el Coronavirus (ej.: el lugar de inicio de la infección, la tasa de propagación, las formas de prevención), pero también los rumores y la falsa información (ej.: el virus muere al lavarse las manos con agua caliente, las mascarillas de boca impiden el contagio, en las iglesias no se propaga el virus). En abundancia de información verdadera y falsa, a las personas se les complica distinguir entre una y otra, y buscan apoyarse en lo que la mayoría hace. Por ello, es importante que el gobierno mexicano comunique de manera oportuna y precisa la información científica que se tenga al respecto y evite que se creen rumores que la gente pueda creer y propagar. La manera en que el gobierno debe de mandar esos mensajes es a través de comunicados claros y normas precisas; pero, sobre todo, poniendo el ejemplo a seguir.
Por ello, resulta inaudito que el presidente de la República haya rechazado usar gel antibacterial en una de sus conferencias de prensa; continúe realizando sus conferencias de las mañanas, donde se reúnen más de cien personas; recomiende abrazarse y dar la mano entre personas; siga visitando comunidades que reúne a cientos de personas, que las saluda de mano; bese públicamente a una niña que le pareció “un primor”; diga que la honestidad es su coraza contra el Coronavirus y que sus amuletos lo defienden (estampita “detente”, trébol de 4 hojas, billete de dos dólares). Da la impresión de que el presidente se siente inmune a la pandemia y que la reta públicamente, afirmando que no va a pasar nada. Este comportamiento del mandatario y el mensaje que le manda a la sociedad mexicana son contrarios a las normas que recomienda la Organización Mundial de la Salud, el subsecretario de Salud y demás especialistas en el tema.
La obligación del presidente ante la emergencia sanitaria actual es apoyarse en la información científica disponible y en la opinión de sus asesores. Lo que debe de evitar es mandar mensajes contradictorios y supersticiosos que fomenten los malentendidos y los rumores en una comunidad asustada y susceptible al fenómeno de la psicología de masas, donde el rumor juega un papel muy importante.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff