Recientemente, publiqué por este medio un artículo en el que describo la crisis de agua por la que pasó parte de la ciudadanía de Ensenada, B. C. ( http://eluni.mx/az0wn2 ). Durante más de 60 días algunos no tuvimos el agua que distribuye la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada (CESPE). Su anterior director nos informó que el problema era que más de 7 km de tubería estaba deteriorada y que no habría forma de resolver el problema por dos razones: no se tenía dinero y tampoco quien proveyera las partes por arreglar. La queja ciudadana llegó a oídos de la gobernadora quien, de forma milagrosa en un solo día, resolvió el problema. No ahondo en él, pero lo que quedó claro es que el gobierno estatal nos metió en un gran problema y nos mintió descaradamente.
Lo anterior viene a colación pues, desde hace más de un año, la misma CESPE vierte aguas negras al mar de Ensenada, con la misma impunidad que nos dejó 60 días sin servicio de agua. El problema, según lo explicó, en su momento, el director de la CESPE es que la planta de tratamiento de aguas negras (El Gallo) se descompuso y no tenía las piezas necesarias para repararla. Debido a que esta planta de tratamiento está ubicada en un lugar muy céntrico de la ciudad, el derrame impacta directamente a las playas de Ensenada; particularmente, a la más concurrida y emblemática de la ciudad: Playa Hermosa. Por esta razón, el gobierno la cerró físicamente, aunque mucha gente se las arregla para hacerle agujeros a la maya de plástico que la protege con el propósito de bañarse irresponsablemente en estas aguas contaminadas de excremento.
Retrocediendo un poco en el tiempo, en julio de 2021 la Comisión Federal de Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) presentó su reporte de las playas turísticas más visitadas. Playa Hermosa resultó la más contaminada, dado que está muy cerca del punto de confluencia de las descargas de la planta “tratadora de aguas negras”, cuyo nivel de contaminación llegó a los 24 mil 196 enterococos por cada 100 mililitros (NMP/100) de agua oceánica. En octubre de 2021 y en abril de 2022, la Comisión Federal de Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) confirmó los mismos niveles de contaminación. Ante esta situación, el director de la CESPE negó que ésta fuera la principal responsable de la contaminación; afirmación que no fue avalada por la Cofepris, el ayuntamiento municipal ni las autoridades sanitarias. Ante esta situación, CESPE tuvo que aceptar su responsabilidad, pero señaló que la planta estaba rebasada en su capacidad, que sus instalaciones estaban muy viejas y deterioradas, que no tenían el recurso para ampliarla y que las piezas para repararla tardaban mucho en llegar.
Desde julio de 2021 pasado hasta hace dos semanas, los titulares de la Cespe y de la Secretaría para el Manejo, Saneamiento y Protección del Agua (Seproa) han anunciado constantemente que la planta de El Gallo está operando; sin embargo, los análisis de agua no evidencian una reducción de contaminantes en la zona de descarga y, en consecuencia, en las playas. El 2 de mayo pasado, la Cofepris reportó una contaminación de 24 196 enterococos (NMP/100) en el lugar de descarga; de 4 106, a 350 metros de la zona de descarga, y; de 985 en Playa Hermosa. Es importante aclarar que estas concentraciones de contaminantes fecales se encuentran por mucho fuera de la norma, que establecen un límite permisible hasta de 200 NMP/100. El último análisis oficial que se conoce públicamente es del 30 de mayo pasado y mantenía los mismos niveles de julio de 2021. El director de la CESPE culpó a los caballos que pasean a los turistas por las playas de Ensenada, como parte de los responsables de la contaminación.
Como habitante de Ensenada, es preocupante ser testigo de tres hechos: 1) el gobierno está contaminando las playas de la ciudad, 2) el gobierno nos está mintiendo, al justificar el problema que ha causado irresponsablemente y 3) parte de la población no tiene la educación elemental para entender que bañarse en aguas contaminadas es dañino para su salud y las de sus hijos. En síntesis, mucha contaminación, falta de educación y mal gobierno es lo que nos sobra en nuestra ciudad y estado.
Las playas son un bien público que se deben proteger para el beneficio de locales y foráneos. Es inadmisible que las mismas instituciones de gobierno incumplan con la norma sanitaria y que pongan en riesgo la salud de las personas. Las vacaciones de verano están iniciando, el turismo empieza a llegar y las playas se empiezan a llenar. Necesitamos, nuevamente, las “soluciones mágicas” que la gobernadora suele aplicar en los momentos en que la ciudadanía protesta enérgicamente. En vías de mientras, ya se creó un observatorio ciudadano que vigilará la contaminación del agua en el municipio.
@EduardoBackhoff
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