Ni las extremas y a veces absurdas reglas impuestas por nuestra legislación electoral evitarán lo que ya es un hecho notorio y por momentos con rasgos de descaro y hasta cinismo: las abiertas campañas de “las corcholatas”

Dentro de su estilo acaparador y excluyente, López Obrador ejerce sobre el proceso de sucesión presidencial -como sus antecesores- el control como uno más de los elementos que personalmente maneja y decide cuando le place y hasta cuando yace. Una ventaja adicional: además le sirve como distractor.

A la vista está que en ese instrumento de pedagogía política que es la mañanera, han proliferado desde hace meses alusiones sucesorias en el claro propósito del Presidente de que ninguno de los suspirantes se la adelanten o traten de ejecutar alguna clase de madrugete.

Nada diferente con lo que han hecho los Presidentes mexicanos desde la posrevolución.

Con eso de que una de las jaculatorias preferidas de López Obrador es que ellos “son diferentes”, pues la diferencia ejercida públicamente deja ver que ha elegido esta pasarela a la vista de todos, pero operada de manera personalísima y con límites bien establecidos, que por cierto no son los de ley.

Ya se sabe que Plutarco Elías Calles decidió la vía del plomo cuando otro general como él, proveniente de la misma tierra del bacanora y el venado, se salió de madre al relegirse y amenazaba con romper la hegemonía que ya ejercía y que ejerció con fuego durante los hechos del Parque de La Bombilla, e instauró el maximato de la República.

Esos sí que eran diferentes, porque les gustaba arreglar los diferendos con metralla, aunque Calles y López Obrador se igualen históricamente al haber fundado cada uno un partido hegemónico, además de su gusto por el gobierno de una sola palabra, la suya, y manazos sobre un solo escritorio, el de su oficina.

A la vista del magno proceso electoral del 2024 que renovará a los integrantes de dos Poderes de la Unión e innumerables cargos a lo largo de la República, López Obrador tripula como sus antecesores el proceso, a su antojo y con desparpajo.

Quien crea que los rasgos característicos del gobierno de un solo hombre que impone Amlo le harían variar en algo este proceso, pues no.

Quién puede ignorar que en este soleado domingo de mediados de año, solo 25 meses faltan para ese domingo 2 de junio en el que elegiremos, entre otros cargos, al Presidente de la República, y a los 500 Diputados y los 128 Senadores.

López Obrador no se está anticipando, ni está acelerado, ni está apropiado del proceso de una manera extraordinaria o nunca vista.

Lo que está haciendo el Presidente es lo que han hecho todos “los diferentes” que se han sentado en la Silla del Águila: conducir y empujar su proceso de sucesión y tratar de sentar a su preferido (a) en ella. Nada que llame la atención o que vaya a ser inscrito en la historia de los traslados del poder.

Pero hay una diferencia con los demás. Ahora ya no son “tapados” sino “corcholatas”, salido de una humorada antes de las 9 de la mañana en el sermón del Salón de la Tesorería.

Y por supuesto que han sido exhibidos por el propio Presidente quien ha promovido públicamente la lista de los merecedores, escondiendo entre la paja de varios nombres a los “machuchones” del proceso.

La diferencia ahora es ese palco de fuego en exhibición como marquesina de teatro carpero, y el banderazo que desde el Palacio Nacional les han dado.

Es el estilo personal de gobernar que tanto adora López Obrador de la obra del liberal más grande del siglo pasado, Daniel Cosío Villegas, que aunque López Obrador lo ha glosado en sus obras, ahora ignora algunas de sus puntuales críticas.

Solo un botón, contra el poder omnímodo de los presidentes priístas posrevolucionarios:

“La Nación debe entender

-escribió Cosío Villegas- que no tiene hoy un problema tan grave y tan urgente como el de limitar el poder de la autoridad oficial, y de un modo particularísimo el del Presidente de la República…”

Y como si con dedicatoria hubiese escrito, el gran liberal admirado por López Obrador resultó hasta visionario: “No puede señalarse el caso de una nación que lleve una vida democrática saludable y en la cual un solo hombre detente la suma de poderes legales y extralegales de que dispone aquí el jefe del Ejecutivo…”.

Y como a la vista está que no son tan “diferentes” como los anteriores sino más bien peores, el distintivo del Obradorismo es que además de manejar personalísimamente el espectáculo de “las corcholatas”, le sirve además como uno más de los elementos distractores para que no le pregunten sobre el desastre de los resultados de su gobierno.

Eso sí, la etapa histórica priísta del “tapado” ya acabó y ahora las tramoyas y telones sirven al propósito distractor de la época, como aquel personaje que se le conoció como “Don Facundo” que resultó afamado por sus ratones amaestrados en la televisión de los ‘60s.

Eso sin contar que los principales tres mencionados, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, recibieron al banderazo autorizado para abrir cínicamente sus campañas sin preocuparse por las eventuales infracciones a la ley vigente, porque tienen la absolución de las aguas que en México curan más que las de Lourdes o el Tlacote.

Resulta hasta simpático. Ahora “el tapado” es una “corcholata” destapada, en campaña autorizada desde el púlpito mañanero. Vaya que son diferentes, siendo tan iguales.

Abel Quezada y publicistas de los años 50-60 se deben remover en sus tumbas por las continuas alusiones a su creación de mediados de siglo pasado. El concepto del “tapado”, hoy tan vigente, fue impulsado en México por el genial caricaturista y, curiosamente, por una campaña publicitaria para una empresa tabacalera y una marca de cigarros que ya se extinguieron.

La frase era “El Tapado Fuma Elegantes” y fue creada para la Compañía Tabacalera Mexicana. Eso contribuyó de manera principal para que como humedad se filtrara en la mente histórica de todos el tapadismo.

¿Hay Tiro?

En esta era en que las corcholatas son pura lata, porque hace mucho que les quitaron el corcho y solo se quedó para sellar las botellas de los caldos y no de las bebidas carbonatadas, coincidió el acto de lanzamiento público de las tres principales latas en la plaza pública del centro de Toluca, con solo una semana de diferencia en que ocurrió el proceso para elegir a seis gobernadores.

Justamente después de que el frente opositor les ganó por paliza dos de las seis, pese a que habían proclamado a todos los picos de la Rosa de los Vientos que se llevarían 6 de seis, es que ha surgido la expresión ¡Hay tiro! para significar por parte del frente opositor Va por México que hay posibilidades de pelea para las elecciones del 2023, Estado de México y Coahuila, y específicamente para la disputa presidencial del Domingo 2 de junio de 2024.

Están abiertas las dos convicciones.

Hay quienes aseguran que a la vista de haber sido vapuleados con 4 de seis gobernaturas este año y con 15 el anterior, no hay forma de que la oposición pueda tener posibilidades reales para la sucesión presidencial del 2024.

Pero quienes sostienen cifras de vista más amplia aseguran otra cosa para el 2024.

Los números de la más reciente elección federal del 2021, que se sabe difiere del comportamiento de las Estatales, argumentan con los siguientes resultados: 20 millones de votos para Morena y sus aliados y la oposición más MC, 23 millones. ¿Habrá tiro?

Hay otros que prefieren usar la expresión de Galileo Galilei, dicha hace casi 400 años, cuando esa institución moderna y progresista que era la Santa Inquisición, la UIF medieval, lo obligó a retractarse de su afirmación que el sol estaba al centro y en torno a él giraban los astros.

“Y sin embargo se mueve…”,

dicen que musitó Galileo al final de la lectura del infame texto con el que se le obligó a retractarse de su afirmación heliocéntrica. Era la hoguera o eso.

A la oposición le falta definir varias cosas, exhibir programa y candidatos, mostrar y difundir su proyecto de nación, pero no está aniquilada y no vaya a ser que en este ambiente de campañas anticipadas y corcholatas giratorias les vayan a dar la sorpresa que sin embargo se mueve. Eppur si muove, dijo entre dientes Galileo.

Les deseo un gran día de sol.

Twitter @undatosrarvizu 
FB Eduardo Arvizu Marin 
www.arvizumeduardo@gmail.com 


 

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