Fiel a sus modos atados a usos y costumbres de Tepetitán, López Obrador respondió al Gobierno de los Estados Unidos con Chico Che al anuncio hecho por su oficina de comercio de que inicia consultas en el marco del T-MEC, pues están inconformes con las políticas energéticas que ha decidido emprender, particularmente referidas al aspecto de equidad en competencia.

Entre el miércoles y el jueves pasados, AMLO transitó desde el ramplón y banquetero “uy qué miedo” de su paisano, hasta cierta argumentación que le tarjetearon sus asesores. Ya para el jueves y requerido por un reportero sobre el hecho de que Canadá se sumó al reclamo de Estados Unidos, el Presidente dividió en tres su respuesta…

(a) Esto ha ocurrido ya cinco veces

(b) Esto ha sido alentado por rincones oscurantistas y conservadores

(3) Las políticas públicas son de exclusiva competencia de nuestro gobierno

El post que en Twitter puso la agencia Reuters, con el profundo sentir del Gobierno de Biden, revela claramente cómo les cayó el tono e impostura de la cancioncita:

“…El Presidente Mexicano se encoge de hombros ante las quejas energéticas de EU y toca una canción desafiante…” 

Si poco le hubiese parecido, el fallecido Chico Che nunca debe haber aspirado a fungir en la Portada del influyente Wall Street Journal, que el jueves consignó el hecho, como una burla. AMLO lo logró.

Como siempre, verdades a medias, frases estentóreas y, sobre todo, mucho material para la claque cuartoteísta, que busca arrancar los aplausos y el sonar las matracas desde la tribuna, con esa conocida y recurrente conducta de echar la culpa al pasado y a los conservadores.

Lo que López Obrador omitió mencionar públicamente desde su sermón del púlpito mañanero es que lo iniciado por Estados Unidos y Canadá, a través de sus representaciones comerciales, no es solo una advertencia o una simple inconformidad, sino que prácticamente han detonado el principio de un proceso acordado en los términos del Tratado Vigente y que con tanta alegría pública fue a firmar el propio López Obrador con su amigo Donald Trump y el Canadiense Trudeau.

Las posturas actuales dejan ver al menos: López Obrador llevará este diferendo a SU terreno: el de campaña, panfleto, mitin y frases armadas a sus porristas. No son descartables asambleas en el zócalo, movilización de Morena por todo el país en tono de desagravio nacional por las eventuales afrentas venidas del Norte y reiteraciones en todo tono en las mañaneras. O sea, campaña, politiquería a su estilo y ADN reconocido.

Hay que decir que inconformidades y expresiones públicas sobre el funcionamiento de los términos del Tratado han sucedido otras ocasiones, incluida una de la propia oficina de la Señora Katherine Tai el 7 de abril pasado, que no pasó a mayores.

Pero el hecho de que se inicie formalmente el proceso de consultas y se pueda llegar hasta los paneles de negociación ha sucedido hasta cinco veces, una de Estados Unidos contra Canadá en materia de lácteos, de ésta contra EU relacionada con paneles solares y de México contra Estados Unidos por el tema camionero de carga el sexenio pasado y ahora por los temas de reglas de origen en el sector automotriz. En eso, López Obrador no mintió, pero no especificó los términos de ninguno de estos procesos. Por lo pronto, no se conoce una ARGUMENTACIÓN correctamente estructurada respecto de las razones mexicanas.

Y, sobre todo, se desvivió en bordar sobre sus muy conocidas imaginerías surgidas de sus fobias en contra de conservadores putrefactos y enemigos escondidos en las lodosas trincheras rivales.

En datos concretos:

Durante el gobierno anterior, Peña Nieto llegó hasta el punto de los paneles contra Estados Unidos con el tema del ingreso de los cargueros mexicanos a EU.

En su momento y a través de diversas organizaciones les pusieron peros e inconvenientes a los camiones de acá, desde la calidad de las llantas, la distancia de ejes, los términos de la refrigeración y hasta la calidad de las licencias de los choferes. México ganó.

Otra de las inconformidades que se enmarcan en estos preceptos vigentes son las discusiones en curso que se tienen con Estados Unidos por el tema de la interpretación de las llamadas reglas de origen para la fabricación de autos que habrán de exportarse.

Pero lo que López Obrador no quiere mostrar públicamente es que comprende los alcances y potenciales consecuencias que tiene esta iniciativa que han tomado nuestros dos socios del norte.

AMLO tiene que hacer varias cosas si no quiere que en Estados Unidos le contesten con “Quién pompó”, la otra canción de Chico Che, para preguntarle sobre la casa gris de Houston de ya saben quién.

Consultado un especialista en el tema, describe así los tiempos que deben cumplirse a partir de que EU y Canadá apretaron el botón de inicio del procedimiento considerado en el T-MEC.

Arrancado el proceso, como lo ha sido ya con las cartas de ambos Gobiernos socios, se abre un período de 30 días cuyas características son fundamentalmente de consultas trilaterales que buscan lograr acercamientos en los temas en que se han expresado las inconformidades. Valga decir que este proceso es de Estado a Estado, los particulares no presentan directamente denuncia alguna. Son los Gobiernos de Joe Biden y de Justin Trudeau los opositores.

Está claro: en Estados Unidos y Canadá no están de acuerdo en los términos de la Ley Eléctrica, que le concede discriminatoria e indebida ventaja a la CFE en la prioridad de despacho de la energía.

Esa Ley, y el Decretazo del 13 de junio de Rocío Nahle en el que obliga a los usuarios del sistema de nacional de gasoductos a comprarle primordialmente el combustible a Pemex y a la CFE, forman parte del mismo universo que busca imponer a manazos de escritorio la prevalencia de las ineficientes empresas del Estado que no han sabido adaptar al mundo actual de la competencia.

La Ley Eléctrica, así como el Decreto-Nahle ya tienen en contra litigios exitosos a partir del Juicio de Amparo con suspensiones obtenidas, para que se enteren en el gobierno de la 4T que todavía existen en México recursos que se llaman Medios de Control Constitucional, o sea, los mecanismos aptos para cuidarles las manos a los gobernantes en turno.

Siguiendo el proceso considerado en el T-MEC, deben transcurrir hasta 75 días en los que la característica fundamental será la búsqueda de acuerdos sobre las inconformidades expresadas.

Cumplido el plazo de consultas y ante la ausencia de acuerdos entre las partes, lo que sucederá aproximadamente en octubre, se abrirá entonces el Panel correspondiente considerado dentro del Tratado.

El manual dice que deberán transcurrir 150 días de negociación al cabo de los cuales se sumarán otros 30 para la aplicación de lo que resulte en el Panel.

De manera que las consecuencias de esto, en caso de que llegue hasta sus últimos términos, estaremos observándolas hacia marzo o abril del año próximo.

¿Y qué puede esperar el país para ese segundo Trimestre del 2023?

Parece que se niega a reconocerlo o sus asesores no han sido capaces de explicárselo con peras y manzanas, pero en los términos del Tratado los respectivos Gobiernos deben hacerse RESPONSABLES de los perjuicios que causen con sus políticas públicas.

Y respondiendo a López Obrador en el sentido de que nadie va a imponer las normas que internamente nos rijan, efectivamente no se pretende tal despropósito, sino que se respeten los términos del Tratado y se deje el espacio convenido a las empresas que invirtieron en México, considerando a las normativas firmadas entre los 3 países.

Y como el Panel establecerá una medición de los PERJUICIOS causados por sus políticas públicas, se establecerán SANCIONES con la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas, equivalentes al DAÑO que se establezca en el Panel.

Especialistas reunidos recientemente por Bloombeg calcularon éste en un monto de entre 22 mil y 40 mil millones de dólares, el equivalente a los platos rotos que debería México en general y los exportadores en particular. Dos Refinerías de Dos Bocas. Tres o Cuatro Trenes Mayas. Dos aeropuertos en Texcoco.

Hablando de aranceles, hay que recordar cómo se retorció en su silla del águila cuando su “amigo” Donald Trump le amenazó con imponer precisamente aranceles progresivos hasta del 25% a todos los productos mexicanos que fuesen exportados a los Estados Unidos, si no ponía a la Guardia Nacional a detener a los migrantes para evitar que llegaran a la frontera de los Estados Unidos.

“Remember Donald”, habría que decirle a López Obrador si es que se enterca en no mover los términos eléctricos y del gas para favorecer a sus ineficientes y paquidérmicas empresas del Estado.

Hay que ver la reacción de los exitosos exportadores agropecuarios o los automotrices, que en el tomate, aguacate, limón y automóviles venden anualmente millones de dólares a los Estados Unidos.

Pues las Noticias del Imperio deben llegar al Palacio Nacional: cuando el Panel sentencie en el plazo calculado, habrá en los mercados del norte un problema para los exportadores mexicanos.

Pero eso sí, el aplauso de la Claque , organizado en redes por la tropa de la Señora Wong, hicieron en redes un éxito lo del “uy que miedo”. La masa tan dada a aplaudir la estolidez y zafiedad.

NO vaya a ser que los exportadores nacionales quebrados por la mitad, ante los posibles aranceles producidos por la insensatez, le contesten con una canción de Paquita la del Barrio:

“… me saludas a la tuya…”

Por vacaciones, esta columna no se publicará el próximo domingo 31 de Julio.

Les Deseo un Gran Día de Sol.

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FB Eduardo Arvizu Marin 

www.arvizumeduardo@gmail 

 

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