No vayan a salir como con los contratos de las vacunas, pero estamos a 48 horas de que el Presidente de a conocer en su conferencia toda la información acerca de la contratación de los médicos cubanos.
Al menos eso dijo López Obrador, quien pareció que en algún momento de la presión desde todos los sectores cedió ante la inconformidad y dijo públicamente que no tiene ningún inconveniente en dar a conocer toda la información en torno de la contratación de los médicos isleños.
¿Será?
Conspicuos analistas cercanos a López Obrador aseguran que este tema de los cubanos es una más de las genialidades comunicativas del Presidente, ante los malos resultados de su gobierno y lo destacado de varios temas críticos que le tocan directamente.
Todo fríamente calculado ante una ola de críticas que no esperaba tan consistente y repetida, dicen quienes andan cerca. Una cortina más de las que continuamente fabrica el Presidente, pero ahora de humo blanco y en afán defensivo.
El verdadero origen de este problema que López Obrador convirtió en distractor es que durante su gira Centroamericana y del Caribe no encontraba qué llevar de regalo a la isla, donde ofrecieron condecorarlo con la altísima presea José Martí y presentarlo ante el tótem sagrado que representa Raúl Castro para la hoy mítica revolución cubana. Pero tenía que ponerse la del Puebla.
Con esta locura de los programas sociales que ha metido a fuerza de calzador y a golpe de millones de dólares en terrenos de países Centroamericanos, surgió entonces la idea de extenderlo.
¿Podrían imaginarse Jóvenes Construyendo el futuro o campesinos sembrando vida en Guanabacoa o Santiago de Cuba ?
Para López Obrador hubiese sido una guirnalda de olivo venida de Olimpia si alguno de sus programas estelares encontrase acomodo en ese mamotreto que es el régimen tiránico y empobrecido de la isla.
Si así fuere, los guindas radicales como Díaz Polanco, Ramírez o Batres, con los ojos en blanco, estarían buscando un lugar a Andrés junto a San Malverde o La Parca.
Pero no. Resulta que en el régimen cubano no hay espacio para esos experimentos dadivosos del régimen de la 4t. Como se sabe tienen un fin absolutamente clientelar destinado a las urnas y como el Partido Comunista de Cuba tiene sus propios y eficientes métodos para cooptar el voto, pues simplemente le dijeron que no los necesitan. Y al no haber programas sociales en Cuba, le fue dicho por lo claro que mejor apoyara al gobierno llevándose a médicos de la isla, lo que es un negociazo para Cuba.
López Obrador venía de esparcir dinero en El Salvador y de otorgarles servicio del IMSS a los guatemaltecos que trabajan en terrenos agrícolas de México.
El gran repartidor no se podía quedar cruzado de brazos ante la isla y entonces fue que se concretó, a discreta sugerencia de los cubanos, la traída a México de los doctores isleños.
Sabía que habría resistencias, pero no se imaginó que crecería hasta los niveles de oposición que se han visto hasta el momento.
Al cabo el Gobierno de Sheinbaum ya había importado 510 isleños de bata blanca para atender las urgencias de hospitalización en la peor parte de la pandemia de Covid-19 en 2020. Y apenas hubo reclamos.
Los hospitales y clínicas estaban desbordados y con los médicos contratados, estudiantes, residentes y de servicio no alcanzaba para el alud de pacientes enfermos. La jefa de gobierno y su inteligente secretaria de Salud, Oliva López Arellano, la libraron ante expresiones que más bien quedaron pálidas ante la gravedad de los efectos pandémicos del SARS-CoV-2.
Pero a López Obrador sí se le armó y él respondió haciéndola grande, dentro de la estructura de pedagogía política que ha imaginado desde el primer día que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad y que inventó con la conferencia matutina.
La cresta de la ola a la que AMLO se montó comenzó el 9 de mayo, cuando abrieron fuego una treintena de dirigentes de Federaciones, Colegios y Asociaciones de médicos que en un manifiesto público le dijeron claramente al Presidente que a la contratación de los médicos cubanos respondían con una “enérgica protesta” y “profunda desaprobación”.
A partir de ahí escasearon las voces del gremio médico nacional que optaran por el silencio. Ya sea desde los fifís Institutos Nacionales, el populoso Hospital General de México y multitud de médicos, especialistas y no, que salieron a reclamar en redes, y también a refutar la escalera ideológica que estructuró López Obrador para justificar la contratación de los cubanos.
QUE NO QUIEREN IR AL CAMPO
Primero, los datos.
De acuerdo con la más reciente edición de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, la agencia de Estado para la información estadística, hay poco más de 407 mil médicos en México, lo que le confiere al país una media de 3.1 médicos por cada mil habitantes, apenas arriba de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud como la media.
¿Son pocos o muchos? ¿Son suficientes?
Cada año las más de 150 escuelas y facultades de medicina que hay en México hacen egresar unos 16,500 médicos generales al año. Los doctores saben que quedarse en ese nivel les da pocas posibilidades de evolución superior. Por tanto, buscan una plaza para estudiar una especialidad.
Solo que el mecanismo de crecimiento que tiene la autoridad sanitaria produce un concurso anual que ofrece nada más 7,900 plazas para las diversas especialidades, que se hacen en hospitales y clínicas.
Entre los egresados de años anteriores que no accedieron y los recién egresados, esas 7,900 plazas se las disputan unos 80 mil médicos generales. El cuello de botella es muy estrecho y los médicos generales que así se quedan, o se convierten en doctor de pueblo o el facultativo de una farmacia similar.
Este panorama de los datos fue el espacio privilegiado que López Obrador tomó al botepronto para dar esta batalla, que finalmente no es más que una mascarada que encubre y teatraliza sobre los verdaderos problemas que tiene la gente.
El Presidente levantó sus torreones y cavó las trincheras en un argumento de verdades a medias:
Que los médicos mexicanos, particularmente los especialistas, se niegan a ir a zonas rurales o de la montaña.
En la lógica que le favorece, López Obrador dice que los especialistas no quieren irse de las ciudades por un efecto de la educación neoliberal y porque no tienen consciencia social.
Pero no todos los médicos especialistas son de las Torres Médica Polanco, de Santa Fe o Las Lomas y es ahí donde López Obrador ha encontrado una oposición que no esperaba.
Médicos especialistas, como la Genetista Ana Cecilia Jara viralizaron en redes un reto al Presidente. Deme la plaza, dice en su video la doctora, y me voy a donde digan. La joven médica argumenta que NO se ha ido de la ciudad sencillamente porque no ha encontrado una plaza a la cual poder optar. Ya luego la trataron de deturpar diciendo que es hija de un exgobernador, pero de ahí no pasó.
En una de esas tonterías que le caracterizan, como mentarle la madre a ciudadanos cuando era Delegado en Benito Juárez, el mueblero Fadlala Akabani, en su calidad de Secretario de Economía del Gobierno de la CDMX, retó a la doctora Jara a que renunciara a su plaza para irse a otro lado.
El pequeño detalle, según explica la Doctora, es que ¡¡NO tienen ninguna plaza!! ¡¡No tiene a qué renunciar!!
Convendría que los asesores presidenciales se asomaran a los resultados en la red del hashtag #aquiestamos usado por los médicos en afán de mostrar su repudio, para que midieran el dragón que están despertando con sus insensateces.
Una disputa paralela pero concomitante despertó López Obrador dentro de esta cortina blanca de humo que levantó sobre la ola que comenzó a surfear después de irles a cumplir a los cubanos en su gira centroamericana.
Y fue contra la UNAM. Una vez más, dentro de su ya conocida intención de meter las manos en la sucesión de la Rectoría, el Presidente criticó a los estudiantes de pregrado y posgrado de la UNAM por haberse retirado de los servicios de salud durante la peor parte de la pandemia de Covid-19 en el país.
De manera francamente inusual, pero firme y directa, la UNAM respondió a las expresiones Lopezobradoristas afirmando en un comunicado que sus estudiantes y médicos efectivamente fueron retirados de hospitales y clínicas, pero POR INSTRUCCIONES DE LAS AUTORIDADES SANITARIAS DE SU GOBIERNO.
Declaró la UNAM que sus médicos, y no sus estudiantes, se quedaron en sus puestos y colateralmente se ofreció una cifra: entre febrero y agosto del 2020 sufrieron la Covid 97,632 médicos y enfermeras.
Solo habrá que esperar al martes en la mañana, cuando veremos si es cierta la transparencia de este gobierno y ofrecen información suficiente sobre los 500 médicos cubanosque AMLO ya se comprometió con Díaz Canel a traer para darle dinero a su gobierno represor.
¿Y cómo y cuánto van a pagar de impuestos los cubanos?
¿Y qué organismo o institución va a revalidar sus estudios, sin lo cual no pueden ejercer en México?
Hagan sus apuestas para ver cuántos de los 500 escapan de las garras cubanas y se quedan en México para tratar de llegar a Estados Unidos.
Que López Obrador responda si quiere… o si puede. No se le vayan a molestar los del régimen cubano.
Les deseo un Gran Día de Sol.
FB Eduardo Arvizu Marin
www.arvizumeduardo@gmail.com
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