Mientras Emilio Lozoya pudo pasear frente a las narices cuatroteístas las suculentas acusaciones con uso político-electoral contra altos personajes del pasado reciente, pudo degustar a placer sus viandas, vinos y golosinas caras.

Al cabo que solo le pusieron un piernalete en el tobillo (no en el brazo) que le controlaba vía satélite para impedir su salida del perímetro del Valle de México. Y nada más.

Pero después de cinco meses en una cárcel de España y quince meses de disfrute que en suelo patrio le concedió la Fiscalía General por orden superior, este Burlador de Málaga, cual Tirso de Molina lo escribiese en el siglo XVII para el Burlador de Sevilla, este Don Juan de Odebrecht comenzó a cumplir con la sentencia puesta por Tirso de Molina en boca del pillo Don Juan:

“…No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague…”

El selecto joven Emilio Lozoya Austin, hijo del pañal de seda y los colegios finos bilingües, fue tratado por la administración obradorista como un corriente y vulgar Kleenex: usado, ensuciado, arrugado y finalmente arrojado a un basurero.

Lo que insistentemente logró para evitar su estadía a la sombra compartida lo mismo con Javidú, Juan Collado o el exsenador Jorge Luis Lavalle, terminó por ocurrir como producto natural de su exhibicionismo, cinismo y actitud de millonario de la gracia oficial.

Pero el punto sustancial de todo lo que tiene que ver con Lozoya Austin es una doble pregunta: ¿Se dedicó durante casi 20 meses a engañar a la ávida Fiscalía obradorista con ‘acusaciones’ que prometían alcances fantasmagóricos?

¿O la Fiscalía de Gertz compró los atractivos dichos de Lozoya y con ellos diseñó un guion de dramaturgia que López Obrador adoptó, impulsó y sostuvo hasta lo insostenible, mañanera tras mañanera, sin importar si había pruebas de tales dichos?

Y conste que el Diccionario de la Lengua establece que lo fantasmagórico es una “ilusión de los sentidos o figuración vana de la inteligencia, desprovista de todo fundamento.”

Después de 15 meses de haber llegado a México, en los cuales nadie lo había visto salvo sus cercanos e incondicionales en fiestas con botellas de vino tasadas en miles de pesos, la liga reventó y le lanzó al rostro a los Lozoya quién era lo más delgado del lance: el joven Emilio.

Como quiera que sea, las promesas someras que Lozoya Austin dejó ver en un manuscrito que Don Emilio Lozoya Thalmann trajo a México y entregó en la Fiscalía para

negociar después de la aprehensión de su hijo en Málaga, desató un proceso de codicia y sevicia de López Obrador y los suyos.

El platillo estaba al dente y la 4t salivaba. Conscientes de su deseo de revertir la reforma energética del Gobierno de Peña Nieto, las explosivas ofertas acusativas que desde una cárcel Española prometía Lozoya Austin por intermediación de su padre eran un Boccato di Cardinale.

¿Qué otra narrativa les daría oportunidad de arrinconar a un expresidente de la República, a un personaje de la dimensión que tuvo Luis Videgaray, a un excandidato presidencial y prospecto de candidato opositor en el 2024 como Ricardo Anaya, a dos Gobernadores como García Cabeza de Vaca y Pancho Domínguez Servién, así como a otros exlegisladores?.

La oportunidad la pintan calva y la orden presidencial fue traer entre algodones a Lozoya, que en un mágico acto de prestidigitación se allanó inmediatamente al proceso de extradición y llegó a México bajo palio, amparado en la quintilla de ases que de su puño y letra le mandó al Fiscal Gertz.

Sometido al Juez que lo requería, una ocasión tras otra tuvo el requerimiento de la justicia mexicana para presentar el sustento de sus afirmaciones acusatorias y hasta en seis ocasiones obtuvo aplazamientos de las audiencias en que debía presentar lo sustancial de esta parte del proceso: las pruebas.

Y como el propio Tirso de Molina escribió para el picaresco Don Juan, la deuda a saldar comenzó a dibujarse para Lozoya Austin el sábado 9 de Octubre al tropezar con una piedra que no esperaba trastabillar.

Mi amiga y compañera Lourdes Mendoza lo sorprendió cenando a todo trapo en el exclusivo restaurante Chino Hunan de las Lomas de Chapultepec y la difusión de las fotografías fueron el revulsivo que cayó en el hígado de López Obrador, lo que provocó que llamara a cuentas al Fiscal Independiente Gertz Manero, quien debió contener su ira al verse sometido al airado reclamo.

Sucedió un imprevisto en los cálculos Obradoristas. La muy cercana certeza de que los dichos de Lozoya Austin no tienen sustento documental para ser esgrimidos en un juicio estructurado y formal. Y algo más.

Lo que alteró el estado de cosas que tenía entre almohadones a Lozoya fue la vergüenza pública de la administración obradorista por la exhibición de impunidad que daba un procesado en elegante cena de caldos selectos y pato laqueado.

López Obrador no tuvo más remedio que aceptarlo en una mañanera diciendo que lo de la cena elegante no era ilegal, pero sí inmoral .

Vaya gobierno de transformación auspiciando facilidades de tan plácido estar para el joven Lozoya Austin.

Y entonces sucedió lo que nunca pudo haber pasado por la cabeza de un hombre con la historia personal de Lozoya Austin. El 3 de Noviembre el Juez de Control Artemio Zúñiga Mendoza accedió a la mitad de la pretensión de la defensa del inculpado: concedió otros 30 días para recabar las pruebas de sus señalamientos, pese a que sus abogados habían solicitado 60.

Y lo impensable fue verse, sentirse, ubicarse, dormirse bajo el techo de una prisión. La noche del 3 de Noviembre de 2021 el afamado inversionista, el joven líder de los negocios mundiales, el promisorio profesional de alcances globales, quedó bajo prisión preventiva necesaria.

Para vergüenza de la Fiscalía Independiente , el Juez arguyó que no había sometido antes a Lozoya Austin a esa medida cautelar porque la Fiscalía NO lo había solicitado antes…¿Por qué?.

El hartazgo, la exhibición de impunidad y el palco de fuego sobre el que comenzó a bailar la honestidad de esta administración determinaron que la Fiscalía solicitase en esta audiencia del 3 de Noviembre la aplicación de la prisión preventiva para el exdirector de Pemex.

Tarde, pero sin sueño.

Este Burlador de Málaga tiene 26 días para presentar pruebas suficientes, no fotocopias de notas de periódicos o referencias cercanas al ‘dicen que dijo’, para sustentar las acusaciones que involucran hasta a 17 personas.

Por lo pronto, tiene en la cárcel a un exsenador, Jorge Luis Lavalle. Tiene con tierra de por medio en Estados Unidos, defendiéndose según su leal saber y entender, a Ricardo Anaya, que está haciendo rounds de sombra a los señalamientos de Lozoya pero que deberá presentarse en audiencia ante un juez que lo tiene citado.

Tiene peleando rabiosamente a quien pronto será exgobernador de Tamaulipas, García Cabeza de Vaca. Tiene a otro exgobernador, Francisco –Pancho- Domínguez, autoretirado de la política y renunciando por ahora a sus pergeñadas pretensiones de dirigir a su partido o, in extremis, buscar la candidatura presidencial azul para el 2024.

Varios contra las cuerdas y arrinconados. Pero Lozoya tendrá que aportar pruebas, no más dichos.

Está a la sombra porque irritó a los más altos niveles de este gobierno con su papel de Burlador de Málaga . Por lo pronto, viste caqui de percal y desde el Reclusorio Norte tendrá que pedir a Uber Eats su pato del Hunan.

Marcelo Puntea

Diversos comentarios provocó la difusión de la encuesta de la empresa C&Eresearch, levantada entre el 1 y el 3 de Noviembre y cuyo resultado coloca a Marcelo Ebrard con 37% de las preferencias para ser el candidato de Morena a la Presidencia de la República.

En el mismo ejercicio, Claudia Sheinbaum obtuvo el 29% de las preferencias, con un extraño 14% para Tatiana Clouthier y 6% para Ricardo Monreal.

Para los panistas, el resultado abrumador fue para Ricardo Anaya con 39%, seguido de lejos por el Yucateco Mauricio Vila con el 15%.

Y hay que decir que Mauricio Vila no anda haciendo campaña por todo el país como Claudia Sheinbaum que con tal de mostrarse aceptaría amadrinar concursos de la flor más bella del ejido, se anotaría para competencias locales de poemas escolares en Tijuana o cortaría listones de festivales de cine universitario en Acapulco.

Les deseo un gran día de sol.

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