El director del CIDE, Dr. José Antonio Romero Tellaeche, publicó una carta en la que rechaza las opiniones “inaceptables, discriminatorias y vergonzosas” de Carlos Santiago Bazdresch Barquet, representante del Banco de México en el Consejo Directivo del CIDE, quien criticó las contrataciones de académicos formados en instituciones nacionales, mostrando preferencia por las extranjeras. Este criterio es propio del tiempo en que el CIDE operaba como Think Tank de apoyo a las políticas neoliberales. El rechazo popular a ese modelo económico justifica que modifique su orientación a fin de velar por la prevalencia de los valores nacionales y una política contraria al neoliberalismo económico y al neoconstitucionalismo jurídico. Las instituciones del Estado mexicano, en especial las educativas, sean autónomas o no, tienen el deber de servir al interés nacional que el Estado representa.

En la red social “X”, donde publiqué un mensaje de solidaridad con el Dr. Romero, me critican lo que consideran un nacionalismo anticuado sin percatarse que al racismo y el clasismo presente en quienes consideran que las instituciones extranjeras superan a las nuestras, le acompaña una gran ingenuidad y el absoluto desconocimiento de las realidades geopolíticas. Las instituciones educativas son pieza clave del soft power dirigido a imponer en países subordinados, las políticas que más convengan a las potencias dominantes. A quienes duden del papel que juegan los institutos educativos les recomiendo ver el documental Inside job en el cual se muestra que universidades  como Harvard y otras de gran prestigio, efectuaron investigaciones económicas favorables a las políticas que precipitaron la crisis de 2008 y 2009.

Estos métodos tienen añejas raíces como lo demuestra la carta enviada por el exsecretario de Estado de EUA, Robert Lansing a William Randolph Hearst, cuya cadena de periódicos impulsaba una campaña para imponer a un estadounidense en la Presidencia de México a fin de evitar que las medidas tomadas por el gobierno revolucionario afectara los intereses de las grandes corporaciones petroleras de su país. En esa célebre misiva el exfuncionario decía que para manejar a México no era conveniente la fuerza militar, sino recurrir a un método más sutil consistente en atraer a jóvenes talentosos a que se prepararan en las universidades estadounidenses, donde les inculcarían las ideas y valores que deberían poner en práctica para ejercer, desde el gobierno, la tarea de dominio ideológico y político que sometiera a México a los intereses externos, incluso de una manera mejor que la realizada por un gobernante impuesto por esa potencia.

Oponerse a la indebida influencia extranjera no significa impedir la relación con instituciones educativas foráneas. Es importante tener ese contacto y que nuestros jóvenes adquieran preparación en el exterior que complemente la de nuestro país, pero quienes estudian fuera, particularmente apoyados por becas en las áreas sociales y políticas, deben asegurarse que las enseñanzas que reciban no deformen su criterio en contra del interés de nuestro país. Un caso emblemático  es el de la Presidenta Sheinbaum, quien realizó estudios en la Universidad de Berkeley  y su estancia en el exterior no alteró sus convicciones ideológicas originales vinculadas al pensamiento de izquierda.

Investigador de El Colegio de Veracruz y Magistrado en retiro. @DEduardoAndrade

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