Dentro del calvario de peligros y riesgos que los migrantes extranjeros deben sortear en su paso por nuestro país en persecución de sus sueños y esperanzas de una mejor vida o del escape del infierno que viven en sus lugares de origen y que prácticamente los expulsan y obligan a dejar todo atrás, una nueva tragedia ha estremecido al país y al mundo, haciendo voltear hacia la situación de los migrantes y las vicisitudes que enfrentan.

Un choque fatal del tráiler que los transportaba de forma clandestina, en una carretera de Chiapas, que hasta el momento ha dejado un saldo de 55 muertos y heridas a 107 migrantes, se viene a sumar a otras fatalidades que los aquejan en su tránsito por México, como son asaltos, extorsiones, explotación laboral y sexual, hambre, hacinamiento, enfermedades, accidentes, atropellamientos, maltrato, insultos, golpes y represión, hasta llegar a quizás la peor de todas: el abandono a su suerte.

El presidente López Obrador tiene la razón de que el problema es complejo, y que requiere no sólo el esfuerzo de México sino enfrentarlo a nivel continental con la indispensable participación de los países destino y de las naciones origen de la migración.

No obstante hay una realidad evidente que le toca a México y que es el control de quienes pasan por su territorio, pero en los hechos ni siquiera ha establecido una política clara y explícita sobre qué hacer con los migrantes, ya que va primero de abrirles las puertas y prometerles trabajos, a otra en la que se les cierra la frontera y se les persigue y expulsa si entran, para luego permitir su paso pero solo si lo hacen en caravanas.

Sin duda detrás de la tragedia de Chiapas están presentes no uno sino varios elementos de corrupción que llevaron a este desenlace fatal, tanto de los grupos criminales que entre sus actividades está el tráfico de personas, como la complicidad de las autoridades que permiten el tránsito de estas personas en condiciones de hacinamiento que han llevado a centenares de muertes en su búsqueda de una mejor vida al norte del continente.

Y es que no es posible que camiones y traileres cargados con cientos de personas, no puedan ser detectados en los múltiples retenes que para ese fin se dice se han dispuesto en la franja sur de México.

Con cada nuevo episodio de muerte de migrantes se hace más que urgente plantear estrategias hacia una solución humanitaria de su problemática, ¿o cuantos más deben morir para buscar por fin solución a su drama?