Como hace cuatro décadas, la apuesta económica del gobierno mexicano es impulsar la industria petrolera. Relanzar Petróleos Mexicanos, aumentar la producción y construir una nueva refinería son el eje de la política oficial.

La realidad que se vive en 2020 pone en en duda si esta industria puede ser el motor del desarrollo nacional.

Este lunes el precio del petróleo West Texas Intermediate se ubicó en niveles históricos y terminó la jornada por debajo de cero dólares, en -37.63 dólares, debido a que las empresas petroleras están pagando por que se lleven el energético, ya que las capacidades de almacenamiento están a su límite en Estados Unidos. A inicios de año el barril de crudo WTI se intercambiaba en 60 dólares por unidad y a 18.27 dólares el pasado viernes.

La ola arrastró también al petróleo mexicano, que cerró en -2.37 dólares.

La situación es resultado de un contexto internacional adverso en el que se combinan una pandemia y choques entre potencias petroleras. A la economía del mundo prácticamente detenida, con buena parte de la industria con escasa actividad, sin aviones que surquen el cielo, sin las grandes cantidades de vehículos circulando por las calles, ni embarcaciones en los mares, se suma el juego de fuerzas entre Arabia Saudita y Rusia por el mercado petrolero.

El precio seguramente se estabilizará dentro de unos meses, aunque nadie sabe con certeza cuánto durará el aletargamiento ocasionado por el Covid-19.

La situación de inestabilidad otorga argumentos únicos a quienes apremian a dejar atrás la generación de energía mediante procesos contaminantes y apostar por alternativas limpias como la solar o la éolica.

Lo de este lunes es también una señal de que países como México tienen que voltear a explorar otras fuentes de energía y no depositar todo el capital en un solo sector. Con el apoyo a la industria de manufacturas, automotriz y aeronáutica, el país ha comenzado a diversificarse, pero las oportunidades son vastas en áreas como la electrónica, la robótica o la farmacéutica.

Hay naciones que están creando condiciones para el desarrollo de sectores como la ingeniería genética, nanotecnologías o inteligencia artificial porque en esas áreas descansará buena parte de la vida cotidiana en un futuro no muy lejano.

México es rico en petróleo y tiene que explotarlo, pero conviene evaluar si es viable colocarlo en el centro de un plan de desarrollo nacional o como complemento de un programa más amplio, que incluya lo que están haciendo naciones con mayor desarrollo. Ver hacia el futuro es lo que requiere el país.

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