Conforme avanza, el plan de vacunación para atajar la propagación del coronavirus demuestra estarse estructurando sobre la marcha y con múltiples correcciones y cambios de dirección que confunden a la sociedad mexicana.

Primero se pensó en que elementos del Ejército aplicarían las primeras dosis, luego surgió el operativo Correcaminos que a través de brigadas compuestas de 10 personas (2 de personal de salud, 4 de ellas militares cumpliendo labores de vigilancia, 2 voluntarios y 2 promotores de programas sociales), recorrerían el país en labor de inmunización colectiva.

En este galimatías, destaca la renuncia “por motivos de salud” de Miriam Veras Godoy, encargada del plan de vacunación, y que dio lugar a mucha especulación relacionada con la imposibilidad de establecer una logística viable y cumplir las fechas programadas para cada grupo poblacional.

Polémica resultó también la inclusión de los Servidores de la Nación en las brigadas, porque ello supondría vacunar a civiles que no son parte del personal de salud, amén de que tales servidores son militantes y simpatizantes del partido en el poder, por lo que su inclusión, así fuera con la mejor de las intenciones, contaría sin embargo con tintes políticos que en algún momento podrían capitalizarse con fines de propaganda.

Finalmente, y quizá para suplir lo anterior, se anuncia que se convocará a universitarios relacionados con carreras del área de la salud, tanto de instituciones públicas como privadas, para integrar las brigadas y cubrir en una primera etapa zonas apartadas del país.

Con estos universitarios se integrarán 20 mil brigadas que cubrirán zonas rurales en todo el país, y que en sus cálculos bastarán para inmunizar a un ritmo de 3 millones de adultos mayores por semana.

Sin un claro esquema definido desde el inicio, el programa parece estar armándose sobre la marcha y a pesar de la experiencia que ha tenido el país en las campañas nacionales de vacunación. No obstante, desde aquellas inmunizaciones masivas contra el sarampión o la poliomielitis, que si bien lograron reducir o erradicar de México esas enfermedades, ahora el desafío es el de una población que ha triplicado desde entonces su tamaño. Por lo anterior, la campaña de vacunación, que ahora es necesario emprender, exige un enorme esfuerzo de planeación ya sea para cubrir a la totalidad de la población, o bien solo a un 80% necesario para frenar la propagación o tan solo al 20% constituido por los grupos vulnerables, como lo son los ancianos y las personas con comorbilidades, así como a las personas destinadas a atenderlos. Planeación, simplemente planeación.

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