Una de las lecciones que ha dejado la pandemia de coronavirus es la enorme brecha mundial que existe en el tema de desarrollo científico y de atención médica. Mientras hubo naciones cuyos sistemas de salud respondieron de manera eficaz, hubo países que mostraron deficiencias para atender a los contagiados. De igual manera la producción de vacunas en tiempo récord fue mérito de solo un puñado de naciones, como resultado de un proceso esencialmente privado (laboratorios farmacéuticos), gubernamentales (como en China) o mixtos.
En México también se apostó por desarrollar un biológico para proteger a la población contra el coronavirus; sin embargo, la enfermedad parece ir de salida y la vacuna sigue llegar a ver la luz. Hace dos años la promesa fue que una vacuna 100% mexicana estaría lista para diciembre de 2021; hasta este momento solo se ha completado la primera fase (de tres).
Alrededor de 199 millones de pesos es lo que el gobierno mexicano llevaba invertido en el proyecto, en diciembre de 2021, más los recursos que ha destinado el laboratorio privado que también participa en el desarrollo de la vacuna. Los resultados de la primera prueba en humanos se presentaron a mediados de febrero de este año, pero la fase dos requiere la participación de un mayor número de personas con características específicas, lo que ha sido el principal retraso.
La fase 3 se estima que pueda realizarse en la segunda mitad de este año, con la participación de 30 mil voluntarios. Entonces, de cumplirse los objetivos, sería en los primeros meses de 2023 cuando México pudiera anunciar la producción de una vacuna nacional contra el covid. Demasiado tarde para una emergencia que tuvo sus picos más altos en 2020 y 2021.
Si desde décadas atrás el apoyo a la ciencia en los centros públicos de investigación fuera suficiente y con incentivos, el país podría responder de manera eficaz ante brotes de enfermedades. El financiamiento, sin embargo, sigue siendo escaso.
Después del covid hay al menos dos nuevas situaciones sanitarias que comienzan a preocupar en distintas partes del mundo: los casos de hepatitis aguda infantil y la conocida como viruela del mono. Una muestra de que la ciencia debe estar siempre lista a los desafíos que surjan.
¿Modificará el país la estrechez económica que es característica de la comunidad científica? ¿Se alentará la participación privada en la investigación? ¿O seguirá viéndose en el espejo de la vacuna Patria?