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Las acciones que toma Donald Trump contra la inmigración indocumentada, un día sí y otro también, se basan en opciones de fuerza e intolerancia sin tener en cuenta soluciones producto del consenso y del respeto a los derechos humanos.
Luego del rechazo de la comunidad internacional a las imágenes conocidas hace un año, de niños y niñas en un centro de detención en Texas llorando porque fueron separados de sus padres, el presidente estadounidense anunció ayer que su gobierno no cumplirá con el acuerdo judicial que limita a 20 días el tiempo que las familias con menores de edad pueden estar encarceladas en prisiones de migración. El plan es que niños y padres migrantes permanezcan recluidos mientras sus procesos judiciales de solicitud de asilo siguen su curso.
Las arremetidas del presidente estadounidense esta vez tienen como telón de fondo su campaña para buscar la reelección en 2020. Con la intención de dirigirse a su base electoral, infunde temor e incluso odio contra quienes huyen de su país en busca de un mejor futuro para ellos y sus familias. En poco más de un año la contienda política habrá terminado, pero en la sociedad estadounidense habrán germinado semillas de rechazo a quienes tienen un lenguaje y color de piel distinto.
En el discurso de Trump nunca se menciona la contribución que la fuerza laboral inmigrante hace a la economía estadounidense desde los campos de cosecha, desde fábricas y en el sector servicios. Empresarios se benefician al contratar con salarios por debajo de lo que marca la ley a los inmigrantes, a pesar de que son tan productivos como trabajadores estadounidenses. Además de que aportan al dinamismo económico mediante el consumo y el pago de impuestos.
El maltrato y la violación de acuerdos internacionales en materia de migración que ejerce la administración Trump no están teniendo el efecto de disuasión que pretende. Miles de personas de Centroamérica y de otras regiones deciden arriesgar su vida que permanecer en sus lugares de origen en medio de escenarios de violencia y de pobreza.
Figuras del Partido Demócrata mencionan que Trump no tiene límites. Hasta ahora la Corte Suprema de Estados Unidos es una de las instancias domésticas que ha echado para atrás varias de sus intenciones. A nivel exterior ha faltado unión de la comunidad internacional para plantear al inquilino de la Casa Blanca otra forma de hacer las cosas en el tema migratorio. Es claro que se debe apostar a una fórmula diferente. Muchas vidas están en riesgo.